10 diciembre, 2025

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Cualquier día de estos

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

TAMAULIPAS.- Tú eres mi aureola, mi funcionamiento, el filtro del sol que me ilumina, la música perfecta, el cuerpo y la razón con mucha razón junta.

Desde que te conocí hay en mi un árbol. En el tiempo hay en un montón de piedras, luego será un gran bosque y no dejará ver los edificios. Eso creo. Pero te amo y ese es el asunto. He ganado todo y trabajé para eso, estoy en esta barra y tú estás conmigo. 

Y somos todo: las mitades que se encuentran, el sol y la luna, la mano y el cachete durante una cachetada, somos el amor profundo y sobre la superficie alegre y en el fondo triste. Somos el equipo de fútbol y el contrario, ambos hemos ganado y nos retiramos a tiempo. 

Desde lejos reconozco tu voz entre una multitud de escuchas. Sé leer tu mirada sin faltas de ortografía y toco tu cuerpo durante el concierto de mi música. Sin filtro veo el paisaje, la luz que emana, y cada vez más te he dicho sí a todo y te he querido mucho. 

Vienes con tu risa amable jugando con el viento, llegas callada y te instalas en mis instantes, desde luego estás en mis calles y en mis pensamientos que te traen y te llevan a cada rato.

Soy el sin rumbo, en cambio, donde quiera me hago el encontradizo. Estamos el uno al lado del otro sin precipicios nos tomamos las manos para que corra la sangre de un cuerpo a otro cuerpo. 

El viento desata la guerra de tu cabello, es un viento fresco el de tu perfume y es un viaje a tu vida verte de cerca. Voy a pegar las horas que te siguen, echaré agua al minuto que pase y seré ese momento en tu mirada eterna.

No he dicho que te amo como te amo, porque mi yo lo dice todo. No puedo ocultar mis manos que te buscan, ni mi cuerpo de maniquí en un aparador esperando que lo mires. 

No he logrado dejar de leer el poema interminable de tu piel, no dejes que lo haga, he roto todos los esquemas de la lectura y te sé leer al revés. Conozco cada una de tus pestañas y en cada sueño se que me encuentras. 

Puedes verme con tranquilidad, no me iré sin ti, sin todo lo que te pertenece, sin tus sueños y sin tus palabras. No me iré sin ti porque no se ha hecho el sitio a donde ir después de ti. 

Puedo ver tus manos libres y tú las mías como dos pájaros vuelan en derredor buscándonos. Yo puedo detener ahora entre mis dedos tu pelo que escapa, y tu puedes arrancarme las ganas de besarte. Todo pasa en un dos por tres y al otro lado caen los cuerpos. Exhaustos. 

Si te amo es también un te amo de los dos. Tan necesitados de lo mismo. He dicho que te amo con el cuerpo. Porque ahí van el corazón y el cerebro, suficiente para estar loco cualquier día de estos. 

Una vida entera eres, un se puede, un dulce en los labios y cada día los días que te miran. Con sólo verte estoy alegre sin poder evitarlo. Y no quiero evitarlo. Es más bonito el suelo contigo. La luz apagada se hace pasar por luz y estás aquí porque te vi llegar. Y eras cierto. 

Cansado de existir en soledad me sostengo en ti y voy en tu hombro, mi cuerpo es el tuyo ahora que lo recuerdo. No sé cuál cuerpo llevo ahorita si el tuyo o el mío. Ahora que duermo. Es martes y es un lindo día para existir. Puedo leer un libro y volver a pensar en ti. Insistir. 

Pero estoy despierto y eres cierta y te acercas. Juntos hemos hecho un puente y pasamos de un lado lado a otro en un gran barco imaginario, sólo para vagar a este paraíso extraño que es el amor en este mundo. 

HASTA PRONTO.

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