MÉXICO.- Cuando vamos al súper tomamos la mercancía económica o en la que más confiamos, pero no siempre nos fijamos en los ingredientes y en el tamaño. En ocasiones los productos vienen más pequeños a los que ya estábamos acostumbrados, pero con el precio habitual debido al fenómeno de la reduflación.
La palabra proviene del término shrinkflation, que combina la palabra shrink (encoger) e inflation (inflación). Hace referencia a la reducción en el tamaño de un artículo mientras que el precio en el que lo compramos se mantiene.
“Son productos que están en el mercado actualmente y que en apariencia no suben de precio, pero que de pronto te percatas que la cantidad de producto que recibes por el dinero que pagas es menor. Se cambia el envase y el empaque, eso disminuye la cantidad de producto que recibes y estás pagando el mismo precio”, explica José Luis Vásquez, coordinador de Finanzas de la Ibero.
Generalmente corresponde a productos empaquetados y procesados: leche, yogurt, shampoo, jabón, barras de chocolate, helado, salchichas o papas fritas, por ejemplo.
Su origen
La reduflación se presenta en entornos inflacionarios, comenta, como una respuesta de las empresas fabricantes al alza de precios en las materias primas o en los servicios necesarios para la manufactura.
“Seguramente (el fabricante) está sufriendo el embate de un incremento de precio y si se percata de que no va a poder transferir ese incremento de precios al mercado porque el cliente no lo va a pagar”, afirma Vásquez.
Es así como las marcas buscan formas de hacer rendir más la materia prima y, para no modificar sabores, texturas o incluso calidad, el cambio más sencillo es disminuir el tamaño y la cantidad de las presentaciones.
El especialista ejemplifica que hace aproximadamente seis años las empresas que empaquetaban productos en cartón sufrieron un fuerte golpe por el aumento de precios de cartón cercano al 38%.
Para no trasladar ese aumento al consumidor se modificaron algunos empaques para hacerlos más pequeños y de menor calibre, dejando los mismos precios que tenían las presentaciones anteriores que eran más grandes.
Algunos trucos
Vásquez destaca que para disminuir el efecto de una menor cantidad de producto, las marcas se enfocan en cambiar los centros de atención para que los consumidores noten más otras características que las cantidades.
“Se prioriza el sabor, la calidad, la distinción, lo hacen más atractivo. O hacen más énfasis en el precio, entonces es como decir que el efecto inflacionario o el efecto de cambio de precios en el mercado no les pegó a ellos y la gente sigue comprando pensando que nos venden la misma cantidad”, resume.
Mario Alberto Nava, catedrático de Mercadotecnia, explica que otro de los trucos utilizados es dar la idea de que viene más producto o de que hay una promoción con presentaciones más grandes, a fin de que el consumidor perciba que hay un beneficio aunque las cantidades sean menores o iguales a las tradicionales.
Recomienda entonces apostar por leer los empaques de los productos adquiridos, a fin de que los consumidores se vuelvan responsables e informados. El fin es reconocer este tipo de prácticas y alzar la voz en caso de irregularidades.
Las repercusiones
Para los consumidores se genera una pérdida del poder adquisitivo, es decir, de aquella capacidad económica para adquirir los productos y servicios. Los productos que habitualmente se consumen ahora les rinden menos, pero la cantidad que se invierte en ellos es la misma y, a veces, hasta mayor.
“A lo mejor el producto me sigue costando el mismo dinero, pero como estoy recibiendo menos cantidad, automáticamente el precio que estoy pagando por cada gramo o litro hace que sea más caro y, por lo tanto, tiene un reflejo en mi capacidad adquisitiva”, dice Vásquez.
A nivel de empresas está práctica puede llevar a que se lancen nuevos competidores con una mejor oferta: mejor producto, a un precio más económico o al mismo precio y mayor cantidad.
“Una vez que disminuyen la cantidad de producto que le dan al cliente, difícilmente van a regresar a una cantidad mayor. Eso significa cambiar los empaques y regresar a un empaque más grande significa volver a modificarlo y eso es un gasto adicional que para la compañía un resulta rentable”, comenta Vásquez.
Mientras las empresas señalen explícitamente la cantidad que ofrecen al consumidor, los ingredientes y la información relevante que debe tener el producto en el envase, no hay mayor repercusión si aumentan y disminuyen el precio.
“El mayor riesgo es el escrutinio de los consumidores. Ya no hay un consumidor 100% fiel a una marca porque existen más opciones y en el afán de que le den algo mejor van en busca de ese beneficio porque le da valor a su dinero y tiempo”, puntualiza Nava.
Con ello, hay una pérdida de confianza, cercanía y posicionamiento del consumidor porque hay quienes identifican, comparan e incluso llegan a publicar su percepción, generando una opinión sobre la imagen y marca de algún producto.
CON INFORMACIÑON DE EXCELSIOR