Agraviado por el ilegal e injusto despojo de su candidatura de diputado federal por el VIII distrito electoral de Tampico
en el proceso interno albiazul de 1997, el Doctor Juan Salem Masso renunció al PAN y aceptó disputar la diputación federal con la camiseta del Partido del Trabajo.
La candidatura de Salem y el hecho de haber sido victimizado por el despojo de que fue objeto en Acción Nacional despertó una gran simpatía entre los ciudadanos, al grado de que no parecía exagerado pensar que el médico fuese el triunfador de la elección.
La frase del abanderado del PT de “agarra lo que te den, pero vota por Salem” causó un fuerte impacto entre los electores que veían con enorme simpatía al contendiente del partido orirojo. En donde se parase, el candidato petista era asediado por las multitudes y objeto de expresiones de apoyo de los votantes.
Los estrategas del PRI, que se dice que habrían pedido al PT que postulara a Salem para dividir al PAN y ganar la plaza legislativa porteña, se vieron en la necesidad de obligar a la agrupación que recortara los gastos de campaña al médico para evitar que fuera a derrotar no únicamente al Químico Sergio Salazar, sino también a la candidata priista, Blanca Rosa García Galván.
Otra de las medidas que tomaron para evitar el eventual descalabro político fue desarticular la estructura electoral de candidato petista a fin de reducir la afluencia de sufragios a la cuenta de Salem Masso que se había convertido en un fenómeno popular, ya que, si no se tomaban este de previsiones, podría causarle un susto a la hora de las votaciones.
Las precauciones dieron resultados, el día de la jornada electoral Salem obtuvo alrededor de 18 mil sufragios y el PRI, con los votos panistas divididos, impidió la victoria del Químico y llevó a la victoria a la ex regidora y conocida conductora de la televisión local.
No obstante la derrota, el doctor Salem sabía que gracias a su candidatura el PAN había perdido la curul de mayoría del VIII distrito, aunque el Químico Salazar logró llegar también al Congreso de la Unión por la vía de la representación proporcional.
Pese a la derrota, los jerarcas de Acción Nacional estaban contentos. Sabían que, de haber sostenido la candidatura de Salem, habrían ganado el escaño de mayoría, pero el médico se habría convertido automáticamente en el candidato natural a la alcaldía en los comicios del 2000.
Postulación que no podían darse el lujo de permitir, en virtud de que, además de que el aspirante a legislador federal no pertenecía a la élite empresarial que manejaba al partido de la derecha al antojo de sus intereses, era un político honesto que no se prestaba a componendas ni arreglos en lo oscurito.
Podían haber respetado la candidatura de Salem y ganado los dos escaños del Congreso Federal, el de mayoría y el plurinominal, pero habrían puesto en riesgo el control de Acción Nacional, así que prefirieron perder una de las dos las plazas legislativas que aceptar que una persona con el perfil de Salem gobernara el puerto.
Bajo esas circunstancias, en el proceso electoral de 2001, con Salem fuera de la jugada eligieron sin problemas como candidato a la alcaldía al empresario Arturo Elizondo Naranjo, quien el día de las votaciones recuperó el gobierno de la ciudad al derrotar por una ventaja de más de 20 mil sufragios a la candidata del PRI, la exdiputada Blanca Rosa García Galván.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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