TAMPICO, TAMAULIPAS.- Apenas a unos pasos del centro de la ciudad se encuentra una cápsula del tiempo que refleja en su arquitectura la majestuosidad de la época del auge económico y la bonanza comercial del pasado: las Bajadas y barrancos de Tampico.
Durante los últimos 100 años, los cambios que muestra esta zona que comprende actualmente el cruce de Héroes del Cañonero con Juarez, Aduana y Colon son muestra los vertiginosos cambios que enfrenta el Puerto de Tampico.
Apenas, hasta hace unos años para cualquier habitante promedio del sur de Tamaulipas, acercarse a «las escaleras», como entonces se le conocía resultaba impensable.
De acuerdo con Josue Picazo, encargado de la crónica de la ciudad, el sitio representa por si solo el punto de partida de la creación el Puerto de Tampico.
«Al sitio que se conocería como el Barranco de los Alemanes, se le llamó inicialmente el Alto de Tampico El Viejo. Ese fue el punto desde el cual partió el trazo de la ciudad, el 12 de abril de 1823, cuando el presidente del Ayuntamiento de Altamira, Juan de Villatoro, llegó con los fundadores del nuevo puerto», dice en una investigación.
UN PASADO QUE ES HISTORIA UN PRESENTE QUE ES FUTURO
Desde lo alto de este punto se puede tener la mejor vista de la zona portuaria.
Hoy en día, se encuentra reactivada por completo con la modificación sustancial del lugar .
El recorrido se vuelve afable con el visitante, que puede permanecer algunos minutos sobre la parte superior, para observar el movimiento comercial del antiguo mercado de la ciudad.
A la distancia, es posible atender el ingreso, salida o desplazamiento de embarcaciones de diversas nacionalidades, pesqueras y aquellas que trasladan pasajeros entre el norte de Veracruz y Tamaulipas.
Seguramente la bajada de la calle Olmos, es recordada porque durante varias décadas del Tampico moderno, concentro cualquier cantidad de discotecas (venta de acetatos y casettes), artículos para elementos de las fuerzas armadas y boneterías.
También era común encontrar vendedores de artículos novedosos en su pronunciada calle, que conectaba con un corredor de diversos puestos de comida callejera.
Hoy es ocupada por un moderno diseño arquitectónico, que revela una ciudad que transita de la actividad comercial a la actividad turística.
La bajada de los artesanos (calle Juárez), que debe su nombre a que durante décadas fue ocupada por vendedores de souvenirs para los visitantes a la ciudad, hoy muestra su mejor rostro.
Una escalinatas que no solo conectan el centro histórico de la ciudad con el nuevo mercado municipal, sino que además cuenta con un mapa detallado en una de sus paredes de la historia del primer Tampico.
Las bajadas o barrancos del Puerto de Tampico, alguna vez en el pasado era evitadas.
Tachados de ‘valientes’ aquellos que se atrevían a descender a través de ellas por la presencia de ladrones o «buscapleitos»; o en busca de alguna «diversión » que ofrecían las mujeres de vida
nocturna.
Hoy las bajadas o barrancos de Tampico son parte de la historia de la ciudad.
Hoy ofrecen la posibilidad de conocer una ciudad que transita entre su pasado y su presente con una visión al futuro.
DATOS
El trazado de la ciudad inició en lo que fue conocido como el Barranco de Los Alemanes.
1921-1923
En 1921 Cesáreo Fernández González comienza a construir el hotel Rivera en la orilla del barranco.
1925
La construcción de escaleras en el cruce de las calles 20 de noviembre y Colón con la calle Rivera (hoy Héroes del Cañonero)
Los barrancos.
Bajada Juárez , por décadas estuvo acaparada por el mercado de artesanías y hoy es una de las entradas al nuevo mercado de Tampico, que se ha convertido en un icono para los turistas.
Bajada Colón.
Es una mirada a las entrañas de la ciudad, hoy en día da la oportunidad ver el viejo y nuevo rostro de la ciudad, además fue remodelada y es una bajaba en medio de la naturaleza.
Bajada de los Alemanes.
Durante muchos años la bajada de la calle 20 de noviembre estuvo abandonada, a la gente le daba miedo pasar por ella y ahora fue remodelada, se rescató y es un atractivo turístico .
Por José Luis Rodriguez Castro/ La Razón




