De nuevo el fantasma del virus ronda nuestras cabezas, otra vez las estadísticas nos confirman el mal augurio, si relajábamos las medidas: el Covid 19 habría de repuntar; esta semana dos víctimas mortales, una en Altamira, otra en Victoria, ambas mujeres, además de la cifra estimada de nuevos contagios que ya supera los 300 que se suman a los cerca de mil 500 casos activos, dan la cuenta de que nunca debimos bajar la guardia. La nueva normalidad no podría ser igual a la anterior y se suponía que íbamos a ser mejores seres humanos, ¿Qué nos pasó? ¿Quién no ayudó?
La pandemia, en su quinta ola, nos agarra más cansadas, presas del miedo de volver a un estricto confinamiento, donde seguramente guardarán primeros a los infantes y luego a las mujeres paraqué cuiden a los primeros, a los ancianos y a los enfermos; con el incremento de los contagios y muertes, los empresarios, economistas y políticos, se manifiestan preocupados por la mella que va a recaer en sus actividades, también los empleados y empleadores se asustan, pero las más estresadas son las madres que se convirtieron en maestras, psicólogas, afanadoras, enfermeras, sin descuidar sus tareas profesionales o peor aún, abandonando su participación en el mercado laboral.
El “deja vú” o reminiscencia psicológica se cierne sobre nosotras. Otra vez las mujeres al borde de otro ataque de nervios ante un inminente y nuevo confinamiento.
Se estima ya, adelantar las vacaciones de verano en las escuelas, esto es para que los educandos no salgan de sus hogares y con esto bajar la movilidad social, y que sigue a ello, confinar a las madres y abuelas, ya que se incrementará el trabajo doméstico.
Quizás nos habituamos al lavado frecuente de manos, a la limpieza exhaustiva de las suelas de los zapatos y a la compra desproporcionada de papel de baño, cloro y gel anti bacterial, pero no se incrementó la participación de los hombres en las labores caseras. Ellos, los varones, fueron los primeros en regresar a su normalidad, retomando sus actividades sociales y relajando las medidas sanitarias. Ya hasta ha vuelto el saludo de mano entre ellos y beso de ellos para ellas.
La campaña “Yo me ocupo” o de “los ayudadores” una iniciativa de la Unión Europea y la ONU, no llegó a México, recordemos que al inicio de la pandemia se sustentó que las tareas de casa se incrementaron para las mujeres y se buscó visibilizar la carga mental que éstas causan en ellas, el planificar, comprar, limpiar, preparar los alimentos y cuidar de niños, ancianos y enfermos, enferma, estresa y no es exageración, por ello se les planteó a los hombres ocuparse de sí mismos y de quienes cohabitan con él, pasar del “yo te ayudo” al “yo me ocupo”, pero poco éxito tuvo esta propaganda.
El virus, que llegó para quedarse y que ha enlutado muchos hogares, expuso las enormes desigualdades que en el hogar prevalecen entre hombres y mujeres, ellas dedican tres veces más de su tiempo al trabajo no remunerado y esto no es amor, ni vocación social, es violencia y vulnera a sus derechos.
Nadie estaría feliz de regresar al “quédate en casa” y las mujeres somos las más angustiadas si esto pasa.
Por Guadalupe Escobedo Conde