TAMPICO, TAMAULIPAS.- La búsqueda constante de joyas escondidas y detenidas en el tiempo hace que uno encuentre objetos de todo tipo, desde los que perdieron su utilidad a los que simplemente cayeron en desuso o el desinterés.
Como las piezas que acompañan este texto las cuales fueron parte de la colección reunida por Don Rogelio Alanís Cantú, quien se encargó de recopilar diversos objetos de plata que se usaban para atender a los pasajeros de primera clase en vuelos internacionales de la línea Eastern Airlines. Piezas que con los años se han convertido en objetos de culto para los cazadores de tesoros, o coleccionistas de plata y artículos de aviación.
Don “Roger”, como lo conocían sus amigos cercanos realizó diversos oficios antes de llegar a trabajar a PEMEX empresa de la cual se jubiló para dedicarse a su casa, donde tenía una vitrina con diversas piezas de plata y cerámica de aerolíneas como Lufthansa, KLM de Holanda, British Airways o Eastern Airlines, que en sus tiempos de bonanza atendían a sus pasajeros con las mejores servicios de comidas y regalos para agradecer su preferencia.
Este elegante juego de Té fue diseñado y distribuido por la empresa Reed and Barton, para su uso especial en vuelos internacionales, de ahí que la mayoría de estas vasijas tuvieran agarraderas grandes y tapas que se sellaban para ser manejables en caso de turbulencia durante el viaje. Como dato especial las vasijas cuentan con un número de serie y registro de producción que las hacen fáciles de rastrear y autentificar, además de tener grabado el logotipo de la empresa aérea.
Cada pieza es un fragmento de la historia de alguien, desde quien la diseñó, quien la produjo, hasta quien fue su último dueño. Don Roger apreció la belleza en las formas de este juego de té, lo usó algunas veces en su casa y lo conservó más como una joya sentimental que económica.
Hoy pertenece a una de sus hijas que les da el valor histórico por que forman parte de la memoria del corazón familiar, ya que son fragmentos de momentos importantes, de anécdotas que escuchó de su padre, son el recuerdo de la risa sonora y la voz que contaba como las fue adquiriendo, recuerdos que de no contarse se pierden en el olvido.
De ahí la importancia de seguir buscando las huellas del pasado, de recuperar la historia tangible que se encuentra en cada objeto, darles una nueva utilidad, nueva vida y en algunos casos buscar un nuevo dueño que las aprecie.
Estas piezas viajaron por diversas partes del mundo, fueron parte importante en alguna mesa, decoraron, adornaron y vieron pasar comensales frente a ellos antes de que alguien decidiera retirarlos y guardarlos en algún rincón del hogar.
Hay quienes no aprecian el valor histórico de las objetos solo por que una capa oscura las cubre, sin darse cuenta que debajo del polvo del tiempo está el valor del pasado, detrás de las huellas de los años se esconde un brillo especial, el de momentos que no deben olvidarse, de las glorias que se pueden guardar para iluminar nuevos momentos.
Por Luis Fernando Castillo
Expreso-La Razón