Las noticias nos dan a conocer que ocho de cada cien mexicanos están deprimidos, pero la nota no está ahí, la información con visión de género va más allá y nos confirma que la depresión es la primera causa de discapacidad entre las mujeres. Este mal pega y más fuerte a las mujeres, y tenemos el doble de probabilidades de sufrirla alguna vez en su vida.
Es la presidenta de la Asociación Psiquiátrica Mexicana y directora de la Clínica de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Jacqueline Cortés que en un artículo publicado en SemMéxico y El Sol de México, ofrece datos actuales de esta enfermedad que, está presente en 11 millones 343 mil personas en México.
Los estudios en salud mental sustentan que el sesgo por sexo crece desde la pubertad a consecuencia de factores hereditarios, la violencia en el hogar, un evento traumático, además de aspectos de estigmatización culturales; para los especialistas desde que se nace mujer se está más expuesta a este mal; primero, los cambios hormonales, la adolescencia, el embarazo y la menopausia, luego los aspectos sociales y las vivencias emocionales.
Las mujeres nos estresamos mucho, somos más miedosas, nos ponemos más tristes y lloramos más, pero no es por casualidad, sino por causa de la sobre carga de tareas familiares, domésticas, laborales y hasta espirituales, que nos impone una sociedad patriarcal, que nos encasilla a ser cuidadoras desde niñas, luego conforme se va presentando nuestro desarrollo como personas se nos va exigiendo más en conducta, belleza y habilidades para consolar y atender las emociones de los otros, antes que las nuestras. No nos hacen más fuertes, sino más delicadas.
Sé nos está permitido llorar, “los niños no lloran, las niñas sí”, porque se nos permite ser más sensibles para vernos más frágiles; para muchos aún somos “el sexo débil”. Y eso pesa, cansa y nos estresa más.
Pero, aunado a toda la carga impositiva por género, los factores sociales de pobreza, bajo nivel educativo, las malas políticas de salud para la atención de la mujer, la nula estrategia para contener la violencia feminicida, el desempleo que afecta más a las mujeres y el entorno mediático de terror al que estamos sometidas, nos ancla en un estado de indefensión.
La atención a la salud mental de las mujeres no es tema menor, no estamos locas, no somos tóxicas, ni estamos afligidas por placer, la enfermedad es multifactorial y se necesita atender a tiempo, prevenirla y tratarla con oportunidad; la depresión es una enfermedad del cerebro que afecta todo nuestro físico y emociones. No normalicemos más, el andar con cansancio mental extremo, a los primeros síntomas es vital pedir ayuda.
Por Guadalupe Escobedo Conde