TAMAULIPAS.- Otro escándalo está a punto de estallar, o no, quizás se pierda entre tantas noticias banales que inundan las redes sociales, se trata de otro caso de abuso y acoso sexual en el medio del espectáculo mexicano, algo que, por estar normalizado, no ha tenido mucho eco en la prensa nacional, fuera de las notas de los famosos. Es una denuncia pública contra un “supuesto” agresor de mujeres, productor de televisión y actor, Coco Levy.
Con el título: “Coco Levy, Voces y Testimonios” se armó la conversación pública de más de hora y media en Twitter, donde más de diez mujeres hablaron de las “incomodidades” que padecieron al estar frente al “buscador de talentos” de Televisa; primero fue una joven de 22 años, quien presentó una denuncia formal legal, para destapar el caso al que se sumarían más agredidas.
El acusado ya respondió y como era de esperarse, negó tales acusaciones, menciona a sus hijas y madre, como para expiar la culpa y alega que quien lo conoce, sabe que él no es así, que su madre lo educo de otra manera y que él educa a partir de esa formación, da entender que las mujeres que lo acusan publica y legalmente, mienten, que solo están buscando sus cinco minutos de fama.
No es la primera ocasión que un productor de esa casa televisiva sale a relucir en actos de agresión hacia las mujeres, hasta pareciera que el “modos operandi” de quienes andan en el espectáculo, y que quienes intentan entrar a esa “fábrica de sueños” ya deben saberlo y además deben estar dispuestas a ser tratadas como objetos sexuales, de no ceder, están fuera de la industria.
Quizás, este caso no llegue hasta las más altas consecuencias legales que se buscan para el agresor, tal vez se quede, como muchos más, en el tintero, en los hilos de conversación que exponen periodistas, comunicadoras y activistas por los derechos humanos de las mujeres que, desean un mundo distinto para todas.
Otra vez, las feministas haciendo el trabajo de la autoridad omisa. Visibilizando las situaciones que ya deberían dejar de pasar; este no es un caso añejo, que surge por motivaciones de marzo, o al calor de otras denuncias similares, tampoco es aislado.
El “Me Too” o “Yo también”, movimiento formado por mujeres acosadas sexualmente, principalmente en la industria del cine estadounidense, ha animado a muchas a denunciar esos círculos de violencia de género, que estaban “en el closet”; en estas otras manifestaciones en nuestro país, hemos visto como persiste el acoso en el mundo de la televisión, el periodismo, la literatura, la academia, en la política y tantos otros ámbitos que no son espacios seguros para que la mujer se desenvuelva, sin acoso.
Ahora bien, si las mujeres ya nos animamos a visbilizar y denunciar las malas prácticas masculinas en los espacios públicos, casi siempre laborales, ¿porque ellos siguen acosando? Seguramente es porque no se sienten aludidos, ni siquiera tienen temor al juicio público, se saben impunes, actúan en absoluta complicidad entre sus pares y no reparar en el daño, a veces de por vida, que ocasionan en las acosadas.
Y sí, ante la evidencia, el patriarcado revira y dice “no todos son iguales” pero todas, todas en algún momento de nuestra vida, hemos sido acosadas por un hombre.




