TAMAULIPAS.- El machismo mata, incluso a los hombres; el feminismo salva, incluso a los hombres. Pero el feminismo no es el antónimo del machismo, lo sustenta la Real Academia Española, el feminismo es “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, es también el movimiento que lucha por que esa igualdad sea una realidad.
En tanto que el machismo es la actitud de “prepotencia” de los varones frente a las mujeres, “forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”. Con las definiciones debidamente establecidas, entendemos que los términos no son paralelos, ni menos equiparables.
Aunque muchas veces, con desconocimiento de causa, algunas personas se confunden y estigmatizan el término que defienden las mujeres, y entonces hay quien no se asume ni machista ni feminista, sino todo lo contrario, sin saber que en semántica no están ligados.
Algunas pensadoras sugieren que el machismo es la enfermedad y el feminismo la cura, pero otras corrientes antifeministas sacan otro vocablo para denostar el movimiento que lucha por la igualdad, le llaman “hembrismo” esto vendría a hacer “prevalecer” a la mujer sobre hombre, pero esta palabra es despectiva y no comulga con los principios del feminismo.
Y cuando se asegura que el machismo mata, no solo se habla de la máxima violencia que ejerce sobre la mujer, que es el feminicidio, sino de toda conducta sistemática que, aceptada socialmente va menguando la vida de las mujeres, el machismo que ejerce, no solo un individuo, sino toda la sociedad en su conjunto, desde el poder, en lo público, en lo privado, por costumbre y por tragedia perpetuada.
Sin embargo, cuando decimos que el feminismo salva, es la referencia de salvarnos a todas y todos como comunidad, sanar la vida tan desigual, aliviar las diferencias que nos oprimen y cimentar una nueva forma de relacionarnos como seres humanos, otra vez el ya trillado lema “no más, no menos” igualdad sustantiva.
Un claro ejemplo de la bonhomía del quehacer feminista para todos por igual, salió ayer en las noticias nacionales, Diego, un hombre presumiblemente agredido por su ex pareja, recurrió a Ley Olimpia para salvaguardar sus derechos y pedir auxilio tras sufrir violencia digital. Es el primer hombre, que sienta un precedente con esta ley que surge de un movimiento de mujeres, que batalló casi una década paraqué este decreto fuera una realidad y ahora que lo es, como tantas otras leyes que han salido desde la trinchera de las mujeres, se aplica a todos por igual.
Para la primera judicialización de un caso, con la ley Olimpia, a favor de un hombre, la víctima se hizo acompañar de una mujer abogada que defendió sus derechos frente al delito de “violación a la intimidad sexual” y fue una jueza la que resolvió a favor de él.
El hombre contó su historia y afligido asume que el machismo le afecta también a él, a todos los hombres, pues debió enfrentar muchas trabas sociales para atreverse a pedir ayuda, y es que “los varones no lloran y tienen que aguantar”, le dijeron desde su formación; ahora reconoce que el feminismo le ha beneficiado, con este nuevo reglamento que defiende los derechos de todas las personas frente a las violencias en la red; el feminismo salva, a todos por igual.