TAMAULIPAS.- Un poeta de palabra de ironías y de versos cautivos del amor y la esperanza bajo el fuego de su inolvidable tierra Lora del Rio, España, la remembranza de niñez y juventud que Juan jamás olvido. A lo largo de más de 50 años cultivo la amistad de la poesía alternando con todos los poetas y escritores que se daban cita en el Café la Habana de la Calle Bucareli, cerca del Excélsior y Novedades, a unos pasos de la Secretaria de Gobernación con su orquesta de espías que repartían sus chismes en la amotinadas mesas del viejo café. Allí, junto a la gracia e ironia de Don Renato Leduc, Arqueles Vela, y no pocas veces de León Felipe Caminero Galicia que animaban la tertulia de las tardes y noches del memorable café. En “la Habana”, también se dieron cita los grandes, Gabriel García Marques, Carlos Monsiváis, novelistas y poetas como Alcira Soust Scaffo, icono de la novela de Roberto Bolaño “El Amuleto”, amiga entrañable, tra ductora uruguaya nacida en Durazno, tierra frutal a donde retorno a morir.
Al legendario café acudían los poetas “Infrarrealistas” como Roberto Bolaño y Bruno Montane, atestiguados por Juan Diego Razo Oliva, Oscar Wong, Carlos Guzmán, Luis Antonio Gómez Lucero Andrade, Consuelo Karoly y Alejandro Rosales. Aquí la mano de bondad de Juan Cervera que padrino a más de una decena de poetas de México y el mundo, apoyando las ediciones de bolsillo y dando a conocer en los periódico Ovaciones, Excélsior y Novedades, entre otros medios impresos y electrónicos de la capital del país.
Juan Cervera se convirtió en “el poeta más rápido” de México, pues saludaba con un nuevo libro de poesía, Cervera, estampado en su saco de vestir y su risa franca y amigable después a empujar a los poetas que allí se amotinaban en el discurso de la existencia. Nunca se alejó de su España querida y la añoranza de su tierra Lora del Rio en el marco Sevillano, en los cantares de los poetas árabes y los golpes de amor de García Lorca y de Antonio Machado, que avivaron su corazón refugiado en México. Fue el calor de su tierra que nunca abandono su corazón Andaluz, y la frescura del Guadalquivir, quien mantuvo su alma y corazón hilvanado a su patria, y su retorno al cielo azul que lo vio nacer.
No ha dejado de escribir y de lanzar cientos de poemas al viento, no hay mañana que no amanezca en sus oleajes y la flora de sus letras a nuestra ventana del FaceBook sitio de palabras de amor y alegría de vivir en sus más de 100 libros en cuyas páginas las capas del viento d fuego y la frescura de las mañanas arabescas españolas. Juan Cervera Sanchis es la vitalidad de un poeta que canta como los pájaros a orillas de las raíces del agua como si fuera el espejo que tendió su mano amiga hacia México, país que le dio casa y sustento por años, donde compartió el pan y a sal del arte y la poesía, entre pintores y escritores, que deambulaban solitarios en las tabernas y el color de las calles de cafés de chinos y la algarabía de las calles que hacían parada en Avenida Juárez y Reforma, de trolebuses y tranvías, la nostalgia de México arropado en sus entrañas de poeta.
Gracias Juan Cervera por tu generosidad y buena ventura de tus palabras de amistad y gloria de tus poemas, el juego que todos jugamos en la gracia de tu palabra versificada y libre de ataduras desde tu Alcázar Se villano y en las calles de romances y rezos de Lora del Rio.
El Café Habana es la alegoría de muchos encuentros de poesía de amor y la controversia de la política y de los guerrilleros furtivos en la ensoñación de la revolución. Un café de los predilectos del destino final de las letras y la política, la cultura, casa de pintores, dramaturgos, novelistas y críticos de arte, en la sabiduría y al amparo de un buen café. El Habana fue sitio de cuentos y de sueños, en el remolino de las Marchas del Movimiento Estudiantil de 68, donde entonces muy jóvenes compartimos el romanticismo de la rebeldía a los ojos de las orejas furtivas de la Secretaria de Gobernación, en tiempos de la represión Díaz Ordacista. Por eso, cuando día a dia leo los poemas de Juan Cervera Sanchis comparto línea alinea su alborada, sus saludos universales, su gloria de casa y el afecto por la familia, la ciudad que es la patria. Indiscutible figura del periodismo mexicano, poeta de los 100 libros, amigo forjado por el tiempo de empuñar con sabiduría y don de gentes una buena taza de café.
POR ALEJANDRO ROSALES LUGO
EXPRESO-LA RAZÓN
