En un país donde todo lo que es malo, injusto, perverso, atroz y funesto, incluso diabólico, ha pasado en cantidades industriales, sería una tremenda hipocresía, digna del infierno, que cualquier político se erigiera de la noche a la mañana en uno de las principales exponentes de la moral y la decencia.
Que un político intente (por todos los medios) difundir que es el campeón de la democracia, adalid de la justicia y héroe de su pueblo, sin serlo, y con una larga cola que le pisen, se traduce a mentarle la madre al pueblo que para nada es pendejo.
De ahí que ya hemos llegado a los niveles máximos de incredulidad en que nadie cree en nadie y que la única forma de creer en alguien es a través de acciones, de obras y de trabajos transparentes, contundentes e irrebatibles.
Fuera de ahí cualquier “grandeza” política acaso puede ser más o menos escuchada sólo por entretenimiento que por la convicción de que el merolico en turno pueda estar predicando un nuevo evangelio, que permita disminuir el rencor social por los crímenes perpetrados cada sexenio estatal o federal, incluidos los trienios municipales que también dejan fortunas para que vivan (como si fueran de la mayor alcurnia) dos que tres generaciones de parásitos.
No satisfechos con robarle al pueblo (dejado) lo que ya se sabe desde la Independencia, pero que lo presumen como riquezas forjadas y obtenidas por el trabajo de generaciones, es decir, desde el recontra-retatarabuelo, cuyas “cualidades y virtudes” eran que se trataba de una máquina humana que tenía el talento de hacer dinero sentado en el retrete o hasta dormido.
Cuentos que, por si fuera poco, han elevado a toda una clase política, la mayoría sin clase, que flojera hablar de esto, que al estilo del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se dan el lujo de creerse y sentirse esa especie de “divinidades” que si quieren y se les da la gana son capaces de achicharrar a cualquier mortal.
La mala experiencia la tuvieron la rectora de Los Valles de la Universidad de Guadalajara (UdeG), María Luisa García Bátiz y el profesor Luis León, amenazados por “faltarle al respeto al Gobernador, al presidente municipal y a los diputados”.
El video que se hizo viral en redes sociales, capta el momento en que Alfaro amenaza abiertamente a los funcionarios universitarios señalados, porque estos lo confrontaron por el retraso en el pago de las obras e inversiones en esa prestigiada universidad pública.
Con toda la prepotencia del mundo el gobernador de Jalisco sentencia al profesor Luis León: “Le estás faltando al respeto a los diputados, al presidente municipal y al gobernador. Nomás mídele bien tus palabras”.
Luego del reproche de la rectora y del profesor, así como de la amenaza, ¿qué sigue? ¿Silenciarlos por su “osadía” de haber encarado a un mandatario rapaz?
LO QUE EL PUEBLO DE TAMAULIPAS ORDENA
Esas “buenas conciencias”, entre comillas y con sorna, como la de Alfaro, que no llegará más allá de haber defraudado y sorprendido a los jaliscienses, son las que el pueblo de Tamaulipas aborrece y ordena no aparezcan en el inter de la transición de poder donde Francisco García Cabeza de Vaca le entregará el gobierno a Américo Villarreal Anaya.
“Buenas conciencias” que deberán confesar lo antes posible las tramas ocultas que, disfrazadas de complejidad, ya salieron a la luz antes del uno de octubre en que Américo Villarreal asuma el poder constitucional del estado.
A eso agréguese todos y cada uno de los movimientos turbios ya detectados por la experiencia y olfato de los auditores senior, y donde ya nada habrá que descifrar pues todas las segundas intenciones y, sobre todo, los excesos cometidos tendrán que ser irremediablemente castigados por la justicia y por la consigna que ya se sabe viene directa desde Palacio Nacional.
No hay más que esa gente que le quedó mal a Tamaulipas ande de aquí en adelante con temor y temblor, pues el poder se acaba, y las consecuencias de la borrachera de ese poder siempre llegan puntuales, sobre todo cuando esa gente se confía de poderes que ya no tienen.
TRANSFORMAR EL ENTORNO: GUILLERMO MENDOZA
El rector Guillermo Mendoza Cavazos sostuvo un encuentro de bienvenida ADN-UAT con la comunidad estudiantil de nuevo ingreso, reiterándoles el objetivo de formar personas capaces de transformar su entorno económico, social y ecológico de la entidad y el país.
¡Feliz miércoles!
Por Ma. Teresa Medina Marroquín
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