Hubo varias ocasiones en las que quienes deslumbrados ante lo que consideraron una revelación dentro del PAN, aseguraban que Luis René “Cachorro” Cantú Galván tenía pinta para ser un potencial sucesor de Francisco García Cabeza de Vaca.
No, no se ría, por favor, es cierto. Me tocó escuchar a varias personas cercanas al PAN, mejor dicho, al poder público, que hablaban con fascinación de Cantú Galván, de quien ponderaban su juventud y decían que su inexperiencia era más una área de oportunidad que una debilidad.
Hablaban y hablaban de que llegó ahí apadrinado por quien tenía el control absoluto del aparato partidista y hasta soñaban con verlo en la boleta como candidato a la gubernatura. “Tiene potencial para crecer, está muy chavo, pero es de los pocos a los que se le tienen consideraciones. El muchacho puede ser el tapado”, me dijo alguien en una ocasión.
Se equivocaron tanto sus patrocinadores como sus aplaudidores: “Cachorro” Cantú no solo se convirtió en el peor presidente del PAN en el Tamaulipas del último cuarto de siglo, sino que se volvió un remedo de lo que fue a su llegada. Con el paso de los meses y la acumulación de derrotas electorales, se quedó sin voz, sin autoridad y hasta sin la diputación que obtuvo de gratis, a pesar de sus escandalosos fracasos.
Y a pesar de todo, como ha sido comentado hasta el cansancio, Luis René consiguió trascender más allá de los límites establecidos en los estatutos y en el sentido común, para convertirse nuevamente en el dirigente del PAN en el estado. En esta ocasión, su nombramiento fue validado por el Consejo Estatal y a diferencia de cuando llegó ahí por primera vez de la mano de quien siempre fue su jefe, ahora lo hizo en medio de una marcada inconformidad del panismo estatal.
La molestia, que no pudo tornarse en votos en su contra por su pésima gestión, se quedó solamente en eso, porque desde algunas oficinas públicas salieron fuertes presiones para desanimar a los interesados en competirle, para forzar acuerdos que pintan para no ser cumplidos y para asegurar la permanencia de un mismo grupo que durante los últimos años se caracterizó por su proclividad a apoderarse de todo, inclusive lo que no fuera suyo por derecho.
¿Qué va a hacer ahora “Cachorro”, teniendo evidentemente en contra a los panistas, tanto tradicionales como los que nunca se sintieron representados por el cabecismo disfrazado de panismo? ¿Va a seguir contando con el respaldo de los panistas -muchos de Tampico, por cierto-, que recibieron candidaturas, puestos, direcciones y subsecretarías a pesar de que electoralmente siempre fueron improductivos? ¿Va a atreverse a recorrer el estado pretendiendo contar con el apoyo de la militancia, a pesar de que seguirá siendo personero de los que ya se van?
Yo lo veo complicado, primero porque ya no tendrá el apoyo logístico, financiero y de capacidad de presión que pusieron a su disposición en el tiempo que fungió -y fingió- ser dirigente estatal del partido. Después, porque me parece que el panismo lo va a dejar solo, tan pronto brinquemos las primeras semanas de octubre y el único rastro de la corriente que se apropió del PAN en Tamaulipas sea residual y permanezca ahí, en el Comité Estatal y en algunos municipales en los que quieren tener presencia, como en Tampico.
¿Qué va a hacer ahora Luis René? ¿Por fin va a dejar de ser recadero? ¿Va a demostrar que sí tiene capacidad de liderazgo y pensamiento propios? ¿Va a buscar limpiar su imagen como el único dirigente que entregó mediocres cuentas electorales al PAN? ¿O simplemente hará lo mismo que hasta ahora, haciendo como que hace sin que sea cierto?
La verdad es que quienes hablaban maravillas del joven fronterizo que llegó al PAN de la mano del grupo dominante, se dieron cuenta de que el “Cachorro” se quedó así, sin crecer ni desarrollar políticamente el olfato, la estatura y la estampa de un verdadero animal político digno de ser tomado en cuenta. Lo saben, pero no se lo van a decir porque todavía les resulta útil para aparentar la democracia interna. ¡Ah!, y porque no van a reconocer que se equivocaron con él.
EL LETARGO EN MC
Después de la fallida aventura de Arturo Diez Gutiérrez Navarro como candidato de Movimiento Ciudadano (MC) a la gubernatura de Tamaulipas, el partido naranja volvió al letargo en el que estuvo durante los años que lo usufructuó Gustavo Cárdenas Gutiérrez.
Aunque Arturo parecía haberse convertido en el relevo que necesitaba MC para cambiar la imagen que le ocasionó el comportamiento extrovertido y hasta poco convencional de Gustavo, el millonario ex aspirante se mantiene en silencio, con un perfil bastante discreto y seguramente a la espera de que se reacomoden las cosas a partir del siguiente mes.
Diez Gutiérrez logró convencer a una buena cantidad de tamaulipecos de que su proyecto iba en serio y aunque para muchos siempre fue dudosa su pretendida independencia respecto al PAN y a Morena, en los hechos la falta de una definición en su discurso, la debilidad de la estructura partidista y la propia carencia de una imagen congruente entre lo que decía y su historia personal, se combinaron para que MC finalmente se quedara más lejos de sus expectativas.
El letargo del partido naranja se nota en todos los municipios del estado, incluyendo aquellos en los que el año pasado logró colar regidores en algunos Ayuntamientos, como en Tampico. En el puerto, los representantes de MC están igual que antes de la campaña: Solo aparecen en redes sociales y carecen de suficiente fuerza para convertirse en actores que marquen una diferencia respecto a las demás ofertas políticas.
POR TOMÁS BRIONES
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