TAMAULIPAS.- La política y el debate público colocan en primera plana la discusión nacional sobre la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena, una cuestión que está en el ojo público desde hace de quince años, con la salida del ejercito a las calles en la época de Calderón, todos los especialistas, en su mayoría varones, hablan de la conveniencia o no de esta reforma, acaparan espacios mediáticos y platean sus puntos de vista, todos muy acordes a la ideología partidistas que profesan.
En la otra conversación pública, las feministas reclaman justicia por el asesinato de dos maestras, una de Nuevo León, otra de Oaxaca, en ambos feminicidios se presume la autoría de su cónyuge, ambos casos se perdieron en la agenda mediática ante el bullicio de los pleitos de hombres públicos que responden a intereses partidistas.
Susana, de Nuevo León y Johana, de Oaxaca eran dos mujeres que tenían mucho en común, su profesión, eran maestras y recientemente se habían casado, y en la apertura de este ciclo escolar, una no se presentó al aula en su primer día de clases y la otra falto al segundo día, ambas habrían sido asesinadas a golpes por el hombre más cercano a ellas, ahora sus casos se suman a la cuota diaria de feminicidios en México, unas cifras dicen diez, otras más de doce.
Sobre la violencia en pareja, la agresión que afecta psicológicamente y en silencio a las mujeres en México, el INEGI nos cuenta que su Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares del año pasado, revelo que más de 18 millones de mexicanas sufren o han sufrido agresiones por parte del hombre amado.
Estos datos detallan que el 40 por ciento de las mujeres mayores de 15 años en este país sufren violencia a manos de su pareja, en cualquiera de sus dimensiones hasta llegar al feminicidio.
De la violencia que, si deja huella, la visible la que se documenta porque las víctimas denuncian, se desglosa que en un 30 por ciento sufren moretones, el cinco por ciento hemorragias o sangrado, un 4.4 por ciento cortadas, quemaduras o tumbado de dientes, mientras que el 3.5 por ciento llega a hospitalizaciones y el 3 por ciento presenta fracturas de huesos.
Estas agresiones no son actos aislados, son maltratos recurrentes sobre la victima donde el victimario le pega una y otra vez amparado en la protección del sistema patriarcal, hasta que “se le pasa la mano” y comete el grado máximo de violencia contra la mujer, el feminicidio.
Los hombres que ejercen la agresión verbal, psicológica, sexual o física, contra una mujer no son personas enfermas, son individuos normales, que han normalizado la ideología de dominación machista, que justifican su violencia basados patrones sociales arcaicos donde la mujer es objeto, les pertenece, es inferior y no tiene el mismo valor humano que ellos.
Estas historias de terror son aberrantes, el amor no duele, no mata, no minimiza, ni debe afectar en ningún sentido a la pareja, todas las mujeres tienen derecho a una vida libre de violencia, a salir de esos círculos de violencia, a salvar su vida. Que impotencia seguir contando más muertas por la brutalidad masculina.