TAMAULIPAS.- Hace poco una activista feminista escribió que es necesario leer más autoras que autores, que la historia la han ido hilando ellos a través de sus escritos y desde su óptica machista, pero que debemos rescatar a las grandes pensadoras, filósofas, científicas, historiadoras o literatas, que incluso con seudónimo han sembrado sus letras y opiniones en pro de la igualdad de género. Anónimo, era mujer, dicen las redes feministas.
El hábito de leerlas a ellas cuesta, es más fácil dejarse llevar por lo establecido en el sistema patriarcal y leer y releer los cuentos de ellos, además en los estantes de las librerías y las bibliotecas digitales actuales, están más a la mano los temas de ellos que los de ellas, pero si no se adquiere esta experiencia dejamos de ver la otra realidad, más de la mitad de lo que pasa en el mundo.
Por ello, esfuerzos como el encuentro “Llaves: La Escritura como Defensa Personal”, de la UNAM, nos ayudan a cambiar la historia. Se trata de un proceso de formación y “toma de palabra” de alumnas de la facultad de Filosofía y Letras, y se hace para presentar ensayos, poemas y textos que visibilizan los sistemáticos desafíos que enfrentan las mujeres, en cualquier espacio y tiempo, a lo largo de su existencia.
Leo, conmovida y aterrada, qué las jóvenes sufren lo que me pasó a mí, a mi madre, abuela y bisabuela y a toda la generación que me antecede y muy seguramente le pasará a las venideras, ya lo advirtieron los estudios de género de la ONU; ¿De qué escriben las mujeres hoy? ¿Cuáles son sus vivencias? Leámoslas.
Los escritos publicados por el Centro de Investigación y Estudios de Género de la UNAM, es una compilación de ensayos sobre la defensa y las habilidades de las mujeres para sobrevivir, nos hablan de sacrificios, de violencias y de costumbres misóginas que padecen en todo lugar, desde la casa, el transporte, la escuela o la oficina. Resisten lo mismo que resisten las mujeres de otras latitudes, no es una cuestión de cultura nacional, el patriarcado ha tendido sus redes en todo el mundo, desde que la humanidad se organizó en sociedades.
En esta última edición, Maricruz Linares escribe Caminar sin miedo, “a las morras deben dejar de prohibirnos utilizar ropa que provoca a los hombres y deben comenzar a enseñarles a ellos el respeto a los cuerpos ajenos”; mientras que Sthefany Canales firma A quién le importan mis calzones, “Estuve buscando en mis recuerdos de niñez alguna historia que tuviera que ver con calzones, ya sabes, las historias que han marcado a toda niña en su infancia porque es de tus primeros acercamientos al acoso. Sólo que antes no se le llamaba así, era más bien, un juego de niños, donde sin tu permiso te levantaban la falda del uniforme escolar”.
Mientras, Yasmín Andrade nos cuenta en su texto Calzón de menstruar que, “En el descanso me siento al sol a morder un sándwich aplastado. Estoy callada, triste, molesta, avergonzada. El sol calentando mi cuerpo encorvado. El suéter bajo mi falda. La toalla entre mis bragas. No dejo de pensar en cuánto me disgusta ocultar que estoy menstruando”. Y finalmente, les comparto un fragmento de Jesús usa licras rosas, de la autoría de Nataly Olascoaga “Nunca comprendí completamente los códigos de vestimenta, pero ahora que soy niña grande, pienso en cómo éstos eran mucho más estrictos para las niñas que para los niños. Para ellos bastaba ir con su pantalón y su playera blanca, el pelo algo recogido y ya está. ¿A nadie más le parece hipócrita, cuando se supone que Dios nos ve a todos con los mismos ojos?
Hasta aquí las citas de algunas de las lecturas imprescindibles para entender lo que las mujeres reclaman, desde siglos atrás, para comprender a la otra mitad del mundo; con miedo o sin temor, con letras o con piedras se está rompiendo el sistema patriarcal.