30 abril, 2025

30 abril, 2025

Crónica: Ayer, la veda llegó a su fin.

Hay tristeza y alegría o Alegría y tristeza en los rostros de las mujeres y los niños que acuden a despedirse de los pescadores de Camarón del sur de Tamaulipas.

TAMPICO, TAMAULIPAS.- Los tanques de los 182 navíos están repletos de diésel. Motores al «millón» (como dicen los capitanes).
Hay alacenas llenas de comida y las redes «ansiosas» se mecen sobre el eje central.

¡A bordo!
Capitán, motorista, winchero, despicador pacotillero.

Poco después de las 9 de la mañana Capitanía de Puerto permite la salida de embarcaciones.

Los tripulantes revisan la cubierta. Hacen como que acomodan y se encomiendan a Dios .

Se sueltan las amarras y comienza la aventura.

¡Buena mar! ¡Buena pesca, chingao! Gritan emocionados, los integrantes de la embarcación, mientras aplauden.

«»¡Chingue su madre, si no regresamos cargaos!» Dicen emocionados.

«Hoy salen y solo Dios sabe si regresan» advierte el mecánico sobre el muelle

En las Escolleras, los teléfonos celulares repiquetean una y otra vez para anunciar la salida por el río Pánuco.

¡Ya vamos pa’alla patrona ! -dice el marinero.
«Vamos pasando por el puente, ya ahorita nos van a ver».

Sombrillas multicolores, sandwiches de atún, de jamón, refrescos «sudorosos» toallas en las espaldas.

Es la celebración de la despedida. La despedida que se vuelve alegría con la esperanza de volver «a reventar» de camarón.

La «wewa» acompaña a las familias a todo volumen desde los altavoces.

La «col mor» está presente. La Isla del Encanto muestra su inconfundible talento para hacer de una despedida una fiesta.

¡Wawa! ¡wawa! … eh! Eh!

¡Wawa! ¡wawa! … eh! Eh!

Se escucha en Las Escolleras, en playa Miramar.
Los pies de las mujeres y los niños se mueven al compás de la música ¿tropical?.

«Casi no vengo, porque siento feo que se vaya mi papá. En 42 años es la segunda vez que vengo a Las Escolleras» dice Julia Nelly Araujo que llora al ver la embarcación partir.

Los ojos se cristalizan, enrojecen y llegan las lágrimas mientras los pies no dejan de bailar

Tristeza y alegría se encuentran en un mismo lugar y acompañan a mujeres y niños.

Los brazos se agitan animosos en lo alto. Los asistentes, sacuden pañuelos y pañoletas para decir adiós.

El sol es una «fiera» que araña los ojos y quema la piel.

La fiesta apenas comienza.

El … encabeza el desfile de embarcaciones. Suena el silbato una y otra vez.
Son 40 días y sus noches los que se van a pescar a mar abierto.
Son dos en tierra apenas regresan y otras 3 semanas a pelear contra tempestades y barruntes.
«Lo que Dios diga».

Una, y otra, y otra atrás y más atrás avanzan sobre el río Pánuco y se enfilan a la bocana.

«Comarca I» , «Don Quintín «, «Aventurero», «Consuelo Yadira», «Marlen II», «Don Luis»,

La «wewa» alegra a las familias de los hombres que se hacen a la mar a buscar unos pesos.

Los niños y las mujeres lloran en «silencio» cuando ven pasar a sus «pescadores favoritos» y les devuelven el saludo a la distancia.

Los pies , a pesar de todo … siguen la música, en la única despedida que evoca la tristeza y la alegría. La alegría y la tristeza en un mismo lugar.

Los camaroneros van por la «pesca de su vida» , aunque en ello implique el riesgo a perderla .

Por José Luis Rodríguez Castro – La Razón

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