TAMAULIPAS.- Con excepciones dignas de mejores causas, Tamaulipas ha vivido al filo de la navaja los últimos años con gobiernos que empañaron la historia. Son tantas las evidencias que las víctimas se cuantifican, cuando menos, en dos generaciones que frustradas participan de una nueva aventura con resultados impredecibles. Hay confianza, pero no certeza de que el régimen que inicia pueda enderezar en plazo medio lo torcido, reencontrar el camino o salir del laberinto creado a conveniencia del poder.
Durante todo este tiempo el ego oficial fue la prioridad haciendo a un lado lo verdaderamente importante en el compromiso de dirigir a buen destino al estado y sus habitantes. Muchas primaveras se perdieron por sentir propio lo que era de todos, siendo punto de partida para colmar caprichos materiales a costa de las carencias de las mayorías resignadas, sometidas, incluso atemorizadas por aparatos hechos a semejanza del miedo.
La última elección fue intento liberador que pudiera significar el primer paso, pero no garantía de alcanzar la meta a plenitud. Se requiere mucho esfuerzo, pero, sobre todo voluntad y decisión ajena al revanchismo o al afán de ganar aplausos o reconocimientos propagandísticos que al paso de los meses o los años podrían revertirse en reclamos y juicios condenatorios.
Decir que Américo Villarreal Anaya transcurre por un campo minado es poco cuando los retos lo asechan por todas partes, y seguro entenderá que el júbilo o la adulación propia de las circunstancias pronto pasará, ocupando su lugar la responsabilidad que no admite demoras, sino aplicación inmediata sin reservas ni tolerancias. Es la exigencia de una sociedad que ya encontró la diferencia entre realidad y demagogia. Y qué, además, llegado el caso, sabe de qué manera responder sin excusa ni pretexto.
De manera que son muchos años de sobrevivencia forzada, con atraso en todos los sentidos, de pleitos entre grupos de interés y partidos fracasados al adoptar la inmoralidad como “objetivo de lucha”; de políticos obnubilados por la ambición con resultados vergonzosos para la entidad que sigue marcada por el escándalo y las frecuentes referencias a la situación que guardan algunos que abusaron de la generosidad de sus paisanos.
La nueva administración navega lentamente, con las precauciones debidas en un mar embravecido por el enojo de los derrotados que insisten en la provocación llamando a la resistencia, como si los triunfos estuvieran etiquetados a su favor, como si la democracia no fuera lo opuesto a la anarquía o al uso de la fuerza como el mejor método para imponer condiciones.
Si creyeron que Tamaulipas era tierra de conquista, se equivocaron. La votación de junio a favor de Morena mostró la voluntad de rescatar el patrimonio social que no es otro que las instituciones surgidas de otros años de lucha verdadera donde el sacrificio personal fue aportación directa de la comunidad que dijo ¡basta!. Entonces los cargos se decidían a balazos, ahora es un poco más civilizado, pero no lo suficiente para respetar el voto libre y soberano con dignidad y nobleza.
En consecuencia, nuestro estado es el único donde los excesos se institucionalizaron y donde por esos misterios de la manipulación, se convirtieron en hazañas de partidos y políticos que disfrutaron presumiendo lo que sin escrúpulos arrebataron; fueran del color que fueran. ¡Ah, bruto!.
DESPACIO QUE LLEVO PRISA
Gota a gota surgen los nombramientos en el gobierno estatal. Al menos así sucedía hasta la hora de escribir estas líneas. No sabemos si sea por presiones o simple cuidado de escoger a quienes a consideración de AVA son los mejores hombres y mujeres para el desempeño de los respectivos cargos.
Lo cierto es que debido a esa lentitud varias dependencias funcionan “a medio gas”. Quizá algo tenga que ver con algunos comentarios respecto de presuntas imposiciones que de esta forma pretenden empañar el inicio de la nueva administración. En este sentido la revista Proceso se dejó caer en su última edición, como ejemplo de que los opositores “siguen vivos” y en pie de lucha, no se puede explicar de otra forma el golpeteo a “el calabazo” Héctor Joel Villegas, Adriana Lozano y Olga Sosa, entre otros y otras.
El gobernador emite responsabilidades sin prisa digo, en tanto la rumorología señala que a varios de los neo funcionarios literalmente “les ha tumbado” a algunos de sus favoritos(as) que se consideraban ya parte de la nómina oficial. Son como “autogoles” aseguran, detectados a tiempo y por lo tanto no cuentan en el marcador.
Sin embargo, hay morenistas que no entienden por qué para ciertos cargos siguen llamando a operadores del anterior régimen, es decir, a “grillos” que con singular alegría sirvieron al PAN y a “el truco”. Buscad antecedentes en la secretaría general de gobierno, en el congreso local o la anterior alcaldía victorense.
SUCEDE QUE
Como dijo aquel sobre algunos colados: “¡Son los mismos cabrones nomás que revolcados!”.
Y hasta la próxima.