TAMAULIPAS.- En vivo frente a nosotros el día abre los ojos ya adolescente. La página contiene las lecturas, la tarea matutina de lavar los trastes y la canción típica a esta hora en las estaciones de radio. si lo pesamos. Es una novela pronto olvidamos. Los poemas El día pesa novedosa que son ojos que nos miran confundidos entre la locura y la razón existencial de la vigilia.
En un momento de la puerta se abre el sonido del viento. Entran las flores corriendo, la luz deja ver el mercado, los olores verdes, y el verde es diferente, el amor es del color de los besos como los tulipanes rojos.
Estamos internados adentro de una prosa. Alguien puso los nombres y las fechas por donde los días pasan sonrientes. Hay la idea de la otredad, de que somos otro y no el de la foto. Soy el que vuelve cada día a verse al mismo espejo, con la misma pregunta.
A mi no me cabe duda de que los días viven en los espejos. Ha de ser una vida distinta sin nosotros cuando apagamos la luz y todo está oscuro. Adentrado a un espejo uno hace gestos, uno se convierte en lo que es lejos de otros.
Al otro lado del día está lo que no hicimos por falta de tiempo, porque no quisimos, o por- que nos dio flojera hacerlo pese a las recomen- daciones de no dejarlo para el mañana. Los días pasaron y las posibilidades se esfumaron. Alguna ganancia habrá en poder decirlo al día siguiente.
La versión de este día en concreto es ano- tada en un libro y hay quienes vigilan que eso se haga. Ha renglones con sentimientos y casas que son como los cuerpos. Las calles arrastran pequeños desprecios del vientos, visiones ajenas del día jamás visto.
Desterrados de ayer llegamos al día con gran fervor o muy a penas. Podemos llegar como queramos. A veces es duro llegar al otro día. Otros días son impensables, para olvidar, hay días luminosos para sacarse la lotería, hay días amados y otros tristes, armados con un machete.
El día escribe uno tras otro el hecho con- tundente, la herida que sangra, el río que des- borda, el terremoto más grande, el volcán que estalla, el nacimiento de un gran ser humano. El día sueña con todos nosotros, con nuestros culpas y nuestros pecados.
Los elementos embarcan en ligeros puertos para atravesar el océano. Tierra adentro un grupo de emocionados espectadores aplauden la llegada de la hora en sus relojes. El espec- táculo contiene esa parte donde el público es un actor espontáneo, un balón extraño en el terreno de juego.
El drama y el azar reproduce el juego de dados. La página del poema es el cielo con las posibilidades de ser leída. Estoy a esta hora del día. En esta cuartilla ya me dijeron buenos días, cómo están ustedes, les pregunté. Leí que lloverá y recordé cuando llueve y cuando los días se esconden.
El día es el camino por donde vamos entre el orden y la aventura. El día es una agenda que vamos doblando sin preocuparnos. No somos el tiempo ni la distancia, somos este día hasta que todo calla. Llega el día y todos llegamos de alguna manera. Somos los que estamos. Y estamos atrapados.
El día destaca lo nuevo, las inauguraciones, los aniversarios y las tradiciones. Entonces hay camisas nuevas, nuevas razones para andar muy campantes. Hay libertad para creer o no creer, el día trae el recorrido turbio de todos los días, el recuerdo recogido en las palabras ya dichas. Hay mil interpretaciones juntas en un tema, el error suele ser un acierto, hay cosas que nunca ocurrieron en un día feriado abajo de un puente. El día nos une, el sol nos abarca y la luna nos entra por las noches. El día en su antología nos escribe un poema.
Llegó el gran día, no hay fecha que no se cumpla todos los días. Pero aquel día pasó en lo que esperamos este. En el jardín de la magia los días se esfuman y hay recuerdos en un sombrero.
HASTA PRONTO