RUSIA.- En 2014, la primera invasión rusa al territorio ucraniano sacudió al mundo. La toma y posterior anexión de la Península de Crimea por medio de un referéndum ilegal solo reafirmo los peores temores de los gobiernos occidentales: el deseo del presidente ruso Vladimir Putin por recuperar el poder del antiguo Imperio Ruso. Tras la Revolución Bolchevique de 1917 y el asesinato de los Romanov, el esplendor de aquel país se apagó y tardaría 30 años para volver a ser visto como un jugador importante en el escenario mundial.
Para 1950, el gobierno comunista de la Unión Soviética había logrado mantener un orden y desarrollo en su territorio con políticas socialistas que de cierta manera funcionaban y ofrecían a la población un nivel de bienestar. No obstante, el creciente gasto militar para mantener y defender a gobiernos socialistas en diversas partes del mundo, junto con malas condiciones económicas y sociales, hicieron que el gran bloque socialista se desmoronara desde el interior en menos de una década. El mal llamado ‘triunfo’ del capitalismo y Occidente, el cual fue restregado varias veces en la cara de los rusos, provocó una herida profunda su memoria colectiva, lo que promovió una añoranza hacia los tiempos imperiales.
Así, tras recibir un país con una pésima economía, grandes problemas sociales y una mala reputación internacional, Putin comenzó a formular un plan para devolverle esos días de gloria a los rusos que tanto lo necesitaban. Tras mejorar la economía y lograr una estabilidad social, su siguiente meta era conseguir los territorios que alguna vez fueron del Imperio Ruso. Comenzando por Ucrania, el líder ruso se enfocó en la península de Crimea, una zona geopolítica muy importante ya que es un puerto de aguas cálidas con salida al Mar Mediterráneo, algo que Rusia urgentemente necesitaba.
Por medio de un referéndum ilegal en el que supuestamente los habitantes de la península decidían formar parte de Rusia, los rusos tomaron el control de esa parte del territorio. Desde entonces estaba el peligro latente de otra movilización rusa, en especial tras la falta de sanciones por parte de las Naciones Unidas. Los países europeos occidentales y prooccidentales entraron en alerta, y se dan las grandes expansiones de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), algo que alertó a Putin, en especial cuando se habló de la adhesión de Ucrania tanto al mecanismo económico y político, como al militar.
De esta manera, el presidente ruso se vio forzado a actuar antes de que Ucrania se uniera formalmente a Occidente y fuera imposible anexarla sin tener un enfrentamiento cara a cara con la OTAN. Previendo que sería como la primera invasión, el ejército entró e invadió parte del territorio norte, sur y este, avanzando rápidamente en los primeros días y meses. Sin embargo, contrario a la vez anterior, el bloque Occidental ha sido claro en el rechazo a las acciones de Putin y han ofrecido apoyo de manera abierta a Ucrania, enviando armamento y artillería pesada, aunado a fuertes bloqueos económicos que han aislado a Rusia del mercado mundial.
Es así como la situación vivida en las primeras semanas de la guerra ha dado un giro inesperado pues las tropas ucranianas han defendido su territorio y han replegado a las tropas rusas de diversas partes del territorio, alargando el conflicto y volviéndolo una guerra de desgaste, donde el que aguante más será el vencedor. Debido a la crisis moral creciente, al igual que la salida de profesionistas y millonarios y su actual cerco económico, la situación de Rusia tiende a empeorar en el futuro.
Muchos analistas prevén que la guerra se alargue por varios años, pero es posible esperar que en las próximas semanas haya diversos acontecimientos importantes que cambien el rumbo de la guerra pues el invierno se acerca rápidamente a Europa, y es probable que Putin quiera sacar provecho de la situación. Algunos hechos que apoyan esta idea son los recientes ataques con drones que se han hecho en el centro de Kiev hacia civiles, que al mismo tiempo demuestran que los misiles y municiones sí se están acabando, tal y como aseguraban oficiales estadounidenses en los últimos días.
Resulta claro que la posición de Putin es muy difícil, ya que si se retira ahora del conflicto es probable que se mantengan las actuales sanciones a Rusia como castigo, sin mencionar que su reputación como aquel líder exitoso y que le traería un nuevo orgullo a la nación está perdida.
La opción de mantenerse en Ucrania, que parece ser que es lo que planea, tiene y tendrá un alto costo económico que es imposible de mantener para un país con una economía prácticamente cerrada y con una baja moral. De esta forma, Putin se encuentra de nuevo en el mismo dilema que sus antecesor soviético en aquella invasión a Afganistán. ¿Será Ucrania el nuevo cementerio de Imperios? Solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, es de vital importancia recordar aquella frase de Napoleón Bonaparte “Aquel que no conoce su historia está condenada a repetirla”.
POR MONICA ANGULO
EXPRESO-LA RAZÓN