TAMAULIPAS.- Goyo llegó corriendo a su negocio instalado en una colonia al poniente de la ciudad, bajando la cortina y poniendo el candado.
Deyanira, su esposa, se alertó al notar a Gregorio tan desesperado por cerrar. – ¡Ámonos, amonos! – gritó el hombre tomando a su señora de la mano. – ¿Qué pasó? – preguntó ella temiendo lo peor. – ¡Súbete al carro ahorita te cuento! – respondió él. La pareja arribó a su casa a las faldas de la Sierra Madre, y Goyo se sentó en la sala.
Un prolongado suspiro ayudó a que se calmara un poco.
– Ya valió madre Deyanira, ya empezaron a decomisar pacas de varios negocios, uno en la Sosa y otro en las Flores. – ¿Los estatales? – ¡Nombre los federales!
– ¿Pero, porqué? ¿qué pasó o qué? – En el ‘feis’ dicen que fue por una denuncia anónima, pero yo no me creo ese cuento. El celular sonó y Deyanira tomó la llamada. Su rostro denotaba incredulidad y asombro.
– Dice la comadre que ella vio todo, que también fue una camioneta del SEMEFO al operativo.
– ¡Uta madre! ¿o sea que también hubo muertitos? ¿Se resistiría o qué?
Ese dia, muchas personas en la ciudad vivieron una especie de crisis, al enterarse de los hechos ocurridos.
– ¡Uy nombre, un montón de cortinas bajadas compi, yo fui a comprar unos tacos, y hubieras visto cuántos negocios cerrados!
– relataba Goyo al Caminante
– martes, miércoles y jueves todos con el Jesús en la boca.
– ¿Pero cómo estuvo? ¿les cayeron así nomás?
– preguntó el vago reportero.
– Lo que mi comadre supo, porque ella vive por ahi dónde pasó todo, es que los vecinos reportaron un olor a muerto, Y entonces cayó la poli y por eso iba la camioneta del SEMEFO.
– Un putrefacto, como decimos acá en la nota policiaca. – Ándale, tons los que responden son las autoridades estatales, por eso van los peritos a levantar el cuerpo.
– Bueno eso sí tiene lógica – respondió el Caminante.
– Un camarada qué trabaja en la fiscalía me contó qué al llegar al lugar se toparon con un chingo de pacas, y pues entonces tuvieron que dar aviso a la FGR, para que se llevarán toda la ropa.
– ¿En serio? – Pues eso es lo que me dijo mi compa, porque todo está muy raro.
– ¿Osea que todo el pedo fue derivado de un hecho ajeno?
– Eso es lo que yo pienso – dijo Goyo – porque después salió la información en muchos periódicos y páginas de ‘feis’.
Pero la verdad es que todos estamos en la incertidumbre, no sabemos que va a pasar, sí también van a empezar a catear negocios como el mío y el de mi comadre.
– ¿Y tú qué hiciste Goyo? – Pues tuvimos cerrado toda la semana, muy a fuerzas completamos para pagar la luz ya ves que el recibito verde llega y no perdona.
– ¿Y entonces? ¿ya no vas a abrir?
– Yo creo que si, ayer fuimos al tianguis de la estación, y todos estaban como si nada, otras tiendas de ahí de la Américo y de la Simón Torres ya volvieron a abrir, y pues ni modo habrá que arriesgarnos.
– ¿Les pega mucho tener cerrado el changarro?
– Nosotros de eso vivimos carnal, de por sí con el cambio de sexenio y el regreso de los huercos a la escuela bajaron mucho las ventas, ¡todo septiembre estuvo para llorar! y ahora en octubre apenas empezaba enderezarse el asunto, aparte toda la gente que nos compra, porque sinceramente la ropa nueva mexicana o china es de muy mala calidad, y la que traen de Estados Unidos pues ya usada y todo pero la verdad es que tiene mejor clase, te dura el doble de tiempo una camisa gringa ya usada qué una camisa nueva comprada en una tienda de aqui.
– Pero ¿ustedes no venden pacas verdad, solamente prendas sueltas? – Puras piezas sueltas, pero pues las ley es muy clara, todos los que nos dedicamos a esto sabemos que está prohibida la venta de ropa usada, lo qué es relativamente nuevo, son los ‘mayoristas’ qué ahora venden pacas, algunos dicen que es por el riesgo sanitario pero casi todos creemos que el pedo es porque no pagan impuestos.
– Pues sea como sea es un delito federal.
– Y lo seguirá siendo – dijo Goyo – yo lo comparo con el narcotráfico, una cosa son los que transportan camiones llenas de drogas y otra cosa es la gente que consume de poquito.
– Ahí ni cómo hacerse un lado mi Goyo. – La neta sí, en este negocio todos estamos conscientes de los riesgos. Pero las autoridades siempre han sido tolerantes con nosotros, porque de alguna manera es una entrada dinero para la gente jodida como yo, y le sirve a mucha gente para hacerse de su ropita sin gastar muchos centavos.
– Pues ojalá se arregla este asunto, por el bien de mucha gente. Goyo y el Caminante se despiden. El hombre se veía preocupado, pues su modesto negocio, es única entrada de dinero para el sostén de su familia y así como él, cientos, tal vez miles de familias, estén pasando por la misma incertidumbre de no saber si el día de mañana van a poder trabajar o no. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA
EXPRESO-LA RAZÓN