CIUDAD MADERO, TAMAULIPAS.- En 1973, una psicosis colectiva se apoderó de vecinos de sectores aledaños a la parroquia de San Juan Bosco en la colonia Árbol Grande en Ciudad Madero.
El motivo: una supuesta mujer vampiro que era mantenida oculta por el sacerdote Ignacio Rosiles Namorado, en el sótano de la iglesia.
Muchos aseguraban haberla visto volar por ese sector, por el río y por otros lugares, sembrando el terror.
Otros comentaban que cuando eran alumnos de la escuela primaria Lauro Aguirre, ubicada a un lado del templo, pudieron verla a través de una ventana acostada en el recinto religioso.
Una versión incluso daba como un hecho que el propio cura le llevaba cubetas de sangre del rastro para que pudiera alimentarse.
Los padres no dejaban que sus hijos salieran a la calle ante el temor de que fueran atacados por ese ser.
En la noche, salir a dar un paseo por esa populosa colonia era prácticamente imposible.
La situación se salió de control cuando una turba arribó a la parroquia para exigir al sacerdote que revelara el sitio donde tenían a la fémina con el propósito de quemarla.
Fue necesaria la intervención de elementos del Ejército Mexicano para calmar a la muchedumbre.
Han pasado casi 50 años y se sigue hablando del tema que asombra a muchos y genera impotencia y dolor entre los familiares de la mujer protagonista de esa historia.
LONGINA ROBLEDO, UNA MUJER EJEMPLAR
Longina Robledo era una mujer devota que en su momento fungió como benefactora de la parroquia de San Juan Bosco.
Su esposo, el Ingeniero José Muro, fue director de operaciones de la Refinería Madero.
Tras años de prestar ayuda a ese recinto, le comentó al padre Ignacio Rosiles su deseo de ser sepultada en ese lugar, una vez que dejara de existir, contó Carolina Infante, Cronista de Ciudad Madero.
«El padre le dice que sí y ella se traslada a Salamanca con sus hijos y allá fallece, con el tiempo el padre se da cuenta, se entera del fallecimiento de la señora y se traslada a aquella ciudad y le platica a los hijos el deseo que la señora tenía de ser sepultada en la iglesia de San Juan Bosco por el hecho del enorme cariño que le tenía por haber trabajado tanto en beneficio de la iglesia, los hijos acceden y se la traen», expresó.
Su deceso ocurrió en el año de 1964 en esa ciudad de Guanajuato y el regreso de sus restos se dio hasta 1973.
Presuntamente, cuando aún no era traída a Madero, su sepulcro fue abierto para despojarla de joyas que supuestamente tenía en su cuerpo, percatándose que no presentaba el estado de descomposición normal que suelen tener los cadáveres luego de muchos años enterrados.
Tanto su cabello como las uñas y sus dientes le habían crecido.
Sin embargo, lo anterior estaba más relacionado con el subsuelo de aquellas tierras y con la forma en que eran sepultadas las personas.
La versión de una mujer vampiro surgió en Salamanca y pronto llegó a Ciudad Madero.
Se dijo, una vez que llegó el cuerpo a la iglesia de Árbol Grande, que el féretro cayó al suelo para de inmediato abrirse, dejando expuesto el cadáver, siendo visto por los asistentes que empezaron a armar la versión que hoy perdura hasta nuestros días.
«Hay una razón en Salamanca la tierra está constituida por minerales, no hay oxidación como aquí por la humedad, entonces el cuerpo se conservó pero también hubo una especie de conservación porque uno de los hijos trabajaba fuera y a la señora la trabajaron con un tipo de embalsamiento para que se conservara y a eso se suma que las condiciones del subsuelo de allá las conserva, hay una gran certeza que por eso el cuerpo se mantenía incorrupto», detalló.
«La leyenda de ahí parte, que la veían volar, que la veían en la iglesia, que la veían en el río levitando, eso es meramente la imaginación tal vez de los niños o lo que escuchaban», indicó.
UN FENOMENO SOCIAL
A casi medio siglo de lo sucedido, la leyenda de la mujer vampiro debe ser tomada como un fenómeno social.
Las personas siguen hablando del tema pese al tiempo transcurrido.
«Más que terror o miedo, lo veo como un fenómeno social donde la gente sigue platicando del tema, Madero sigue siendo una ciudad pequeña, somos muy apegados a platicar leyendas, es atractivo platicar este tipo de historias pero siento que ya es más morbo, hay que verlo como un fenómeno social que se dio y que se sigue platicando con el respeto que se debe de tener por las familias», explicó.
«La señora era madre de familia, debió haber sido abuela, como que hacia la familia no es un tema agradable, más que nada que trascendió, lo importante que hay que rescatar es que fue una benefactora de la iglesia, que fue muy devota», refirió.
El cuerpo de Longina Robledo no se encuentra en la parroquia ya que fue sepultada en otro lugar, que solamente sus seres queridos conocen.
Por Benigno Solís
Expreso-La Razón