TAMAULIPAS.- Ante la decisión del presidente Miguel de la Madrid de soltar en 1984 las elecciones municipales y el efecto inmediato de un repunte electoral del PAN, el entonces embajador estadounidense John Gavin, aliado con la Coparmex de Manuel J. Clouthier, organizó una Santa Alianza para construir un bloque de poder de empresarios-obispos católicos-PAN. El propósito era quitarle la mayoría legislativa al PRI en 1985 y la presidencia de la República en 1988.
La respuesta política del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, fue usar todo el poder político del Estado para confrontar a esta Santa Alianza e impedir la derrota electoral del PRI. Hoy, casi 40 años después, la iglesia vuelve a querer recuperar sus fueros políticos y el Episcopado mexicano en manos de las alianzas políticas de Peña Nieto se ha sumado al bloque político para impedir que la mayoría legislativa realice las reformas al sistema electoral que hasta ahora han beneficiado al PRI y al PAN a través de consejeros presidentes y consejeros electorales pactados en lo oscurito.
La carta del Episcopado mexicano involucrándose en asuntos político-electorales rebasa sus facultades de conducir a las almas pecadoras por el territorio infernal de la tierra, pero deja ver ya, por anticipado, la construcción de un nuevo frente conservador que tiene también el apoyo vergonzante del embajador estadounidense Kenneth Salazar operando en modo de procónsul de los intereses estadounidenses en las reformas económicas y políticas del Gobierno federal actual.
La Santa Alianza de 1984 formó parte de los planes del presidente Ronald Reagan para terminar con el reinado priista en México, incluyendo un muy importante operativo de la CIA para fabricar reportes escandalosos sobre México basados en el modelo de que Estados Unidos tenía como vecinos a un nuevo Irán. Esta historia de la CIA en México fue contada con precisión de detalles por el periodista Bob Woodward en su libro Velo. Las guerras secretas de la CIA.
Como en 1984, ahora la complicidad de los empresarios, la iglesia conservadora, el PAN y el Gobierno de Estados Unidos se complementa nada menos que con el PRI que fue víctima en aquellos años del acoso estadounidense para desplazarlo del poder y hoy ese PRI de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y el proyecto neoliberal de desarrollo se junta con sus adversarios históricos para confrontar el proyecto populista del presidente López Obrador.
El problema que enfrenta este bloque conservador radica en el hecho de que aún con todas las complicidades de la actual dirección política del INE a favor de la oposición antilopezobradorista, al día de hoy no se tienen evidencias concretas de que el grupo PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio x González-INE cuente con los votos suficientes para evitar la reforma al Instituto Electoral y la sumatoria de votos tampoco les alcanzaría hoy para celebrar por anticipado la derrota electoral de Morena en las presidenciales de 2024, inclusive, de acuerdo con algunas predicciones de lectura estratégica, si Movimiento Ciudadano decidiera abandonar su lógica propia para someterse a las órdenes del jefe político del bloque opositor, el empresario ultraderechista Claudio x González.
Aun sin tomar en cuenta cualquier reforma que se pueda lograr en el INE, el Instituto cuenta con instrumentos para ir bloqueando y desactivando la alianza perversa de los actuales funcionarios del organismo con las corrientes antilopezobradoristas, porque los pivotes del INE salinista-zedillista, Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón, terminan su periodo institucional en abril del 2023 y no llegarán al 2024, y la mayoría actual en la Cámara de Diputados tendría los instrumentos suficientes para cortar de tajo con el cacicazgo Woldenberg-Córdova en el INE que representa el actual secretario ejecutivo Edmundo Jacobo Molina, representante de los intereses logísticos de la burocracia dorada del Instituto.
La carta del Episcopado adelantó el perfil conservador del bloque que se opone a la reforma del INE y le confirió contenido parcial a la propuesta de defender al Instituto Electoral que ha cometido errores gravísimos desde 2014 hasta llegar a las evidencias de penetración del crimen organizado en procesos electorales y partidos políticos que habría involucrado una pasividad sospechosa del Instituto para impedir la criminalización de las elecciones.
El apoyo del Episcopado conservador al bloque antirreforma electoral complementa el cuadro de reacomodo de grupos de poder que convertirán las elecciones de 2024 en la madre de todas las batallas electorales.
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Política para dummies: La política actual es el nuevo Siglo de las Luces ante el oscurantismo del Episcopado como moderna Santa Inquisición.
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