8 diciembre, 2025

8 diciembre, 2025

Un miedo justificado

Es terrible observar como la sociedad en general llega a normalizar ya hasta justificar un crimen contra personas homosexuales

TAMAULIPAS.- Gabriel tiene veintiséis años, y desde los doce supo que era homosexual. Nadie se lo dijo, simplemente se dio cuenta de que no le interesaba “andar de novio” con las niñas de la secundaria, y que por el contrario le atraían mucho sus compañeros del salón.

Gabriel, al contrario de muchas otras personas de este tipo de orientación sexual, era más bien del tipo rudo, jugaba fútbol y chambeaba de ayudante de albañil de vez cuando para ganarse su dinero. – Yo era más bien corpulento, incluso musculoso, desde pequeño me empezó a salir la barba y el bigote – cuenta al Caminante.

Huérfano de padre desde chico, compartió el hogar con otros tres hermanos varones con los cuáles solía reñir y hasta llegar a los golpes. Nadie a su alrededor podría llegar siquiera a imaginar que ‘el Gabo’ fuese gay. Años después el núcleo familiar se desintegró con el deceso de su madre. Gabriel terminó una carrera técnica y empezó a trabajar en distintos lugares.

En uno de ellos conoció a Herminio, y se enamoró perdidamente de él. Herminio (Mino, para los amigos) era evidentemente homosexual. Era fácil notarlo en el timbre de su voz, su manera de vestir y lucir su cabello. Gabo por el contrario tiene una imagen muy masculina y ruda. Pasó más de un año para que Gabriel se atreviera siquiera a entablar una amistad con Mino. A nadie, ni siquiera a su madre había confesado aquello que lo hacía ‘diferente a los demás’.

Cuando Gabo empezó a tener más contacto con Mino, todos sus compañeros de trabajo se sorprendieron, pero contrario a lo que esperaba ninguno se burló o le hizo comentarios incómodos, antes bien, lo animaron a ‘cantarle bonito’. Finalmente, y tras algunos tropiezos y malos entendidos, Gabo y Mino (quien prefiere ser llamada Mimí) iniciaron una relación.

Como era de esperarse, los juicios y opiniones condenando su noviazgo, fueron más que agresivos e indignantes. El solo hecho de caminar juntos por la calle, cenar en algún restorán o taquería levantaba murmuraciones y comentarios homofóbicos. “Una vez nos gritaron ‘hey el ano es para de fecar, no para otra cosa’ y yo le contesté ‘hey los pulmones son para respirar y no pa’ llenarlos de humo fumando como tú” cuenta Gabriel.

“A veces queremos creer que vivimos en un país que ha madurado – comenta Gabo – pero la triste realidad es que todavía somos un país homofóbico, sin tolerancia a lo diferente, con miles y miles de personas que usan de pretexto ‘lo que Dios manda’ o ‘lo que Dios instituyó’ ‘lo que Dios creó’ para agredir y atacar verbal y hasta físicamente, y en las redes es mucho peor”.

Y continúa “yo he visto que estas historias las sube el Expreso a Facebook y estoy seguro de que en cuanto lean esto se va a desatar la furia, pero créeme que me tiene sin cuidado”. Todo iba relativamente tranquilo entre Gabo y Mimí, hasta hace unos días. Mimí leyó la nota acerca de una joven transgénero de solo 18 años, que estaba reportada como desaparecida desde mediados de octubre, y que fue hallada sin vida la semana pasada en una vereda que conduce a una presa.

Los periódicos y las redes sociales se llenaron de imágenes de “Liz” tanto en vida como de su cuerpo en estado de descomposición entre la maleza. Casi simultáneamente se supo de otros dos casos de homicidios de personas homosexuales, uno en ciudad Madero y otro en la frontera. A partir de ese día,

Mimí ha experimentado una intensa angustia y miedo, de saber que es tos terribles asesinatos se están haciendo cada vez más numerosos y frecuentes. “Lo que estoy pasando con mi pareja, ese miedo a que le suceda algo malo, a que la agredan, o que la desaparezcan, es exactamente lo mismo que siente cualquier pareja heterosexual, o con sus hijas o hermanas, pero con la diferencia de que cuando matan a un homo sexual no faltan quienes dicen ‘que bueno por joto’ o ‘Dios lo castigó’ o ‘ándele por degenerado’ ósea que justifican que asesinen a una persona solo por sus preferencias sexuales “ – ¿Y en que ha cambiado su relación a partir de eso? – pregunta el Caminante.

– Ahora todas las noches voy por ella a su trabajo, para que no se vaya en micro, de perdido que use un DiDi, aunque dicen que ya ni en esos se está seguro. Gabriel y Mimí están haciendo planes para casarse, ahora que el congreso avaló los matrimonios entre personas del mismo género. Ambos están conscientes de que una unión como la suya no es aprobada por la sociedad y que les espera un largo camino de rechazo y probables agresiones.

“No espero que la gente entienda o apruebe nuestra unión, y mi deseo solo es que no me toquen a mi pareja, porque te confieso que si tengo miedo de que me la golpeen o acabe muerta en una brecha como a ‘Liz’. Demasiada pata de perro por esta semana.

POR JORGE ZAMORA
EXPRESO-LA RAZÓN

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