VICTORIA, TAM.- José Rosalío fue despedido dos meses antes de que terminara la administración estatal pasada.
Él como muchas otras personas, se quedaron sin trabajo al finalizar el sexenio. Chalío retomó su antiguo empleo cómo albañil, pero sus ingresos no alcanzaban para mantener a su familia.
El regreso a clases complicó su panorama financiero, pues literalmente ya se había desacostumbrado a gastar en uniformes y útiles escolares el tiempo que duró la pandemia.
Cierta noche, Rosalío se entretenía en las redes sociales, cuando una imagen llamó poderosamente su atención.
Era una publicación en la cual se ofrecían préstamos sin necesidad de checar el buró de crédito ni aval, con la promesa de entregar inmediatamente el monto requerido.
El hombre de 42 años vio en esto la oportunidad de acceder a efectivo sin mucho papeleo, y así solventar esta dura etapa de su economía familiar.
Al hacer click en la imagen lo remitió a la tienda de aplicaciones, para descargar aquella mediante la cual podía tramitar rápidamente el préstamo personal.
Sin dudarlo un solo segundo, Rosalío instaló la app en su celular, y siguió paso a paso las instrucciones para finalmente recibir el depósito anhelado.
Como no quiso verse muy avaro, aplicó para una suma conservadora, solo diez mil pesos, sin embargo al checar su saldo, confirmó que solo le habían depositado $7,500.
Llamó al número de atención al cliente y le explicaron qué le habían aplicado un cargo por la apertura de su crédito de $2,500. Esa fue la primera llamada de atención.
Según el contrato, se tenían que hacer pagos semanales con un 3.2% de interés. Rosalío empezó a pagar puntualmente, pero las 3 semanas tuvo un contratiempo y pago un día después. Ahí fue donde realmente empezó el caos.
Recibió una llamada en la cual le notificaban qué ahora su deuda ascendía a 17 mil pesos … solo por haberse atrasado un día en los pagos.
Chalío respondió que ese interés estaba totalmente desproporcionado y que no estaba dispuesto a ser estafado. Acto seguido colgó.
Al día siguiente le llegaron múltiples mensajes de WhatsApp en los cuales con un lenguaje violento y obsceno le advertían, que si no pagaba le iban a ir cobrar a su casa, o lo despojarian de su auto. Las llamadas intimidatorias empezaron a llegar de día y de noche. Al paso de unas semanas, su deuda, según los cobradores ascendía a 42 mil pesos.
“Eso fue solo al principio – contaba Chalío al Caminante – después le empezaron a llamar a mis contactos de Face y de WhatsApp, y les decían que yo los había puesto de aval y que por tanto tenían que pagar montos de hasta $10,000.
Muchos camaradas me reclamaron pues ellos no habían dado su permiso para ponerlos de aval pues ni siquiera habían firmado ningún papel”. – ¿Pero cómo consiguieron tus contactos de WhatsApp? – Al bajar la aplicación e instalarla le das permiso de acceder a tus archivos, consiguen tus contactos, tus fotos y conversaciones de WhatsApp antiguas, ¡nombre si es algo bien elaborado!. – Chales, qué pena con tus compás qué se vieron embarrados en este rollo. – Nombre y eso no es nada, luego empezaron a mandarme fotos de personas descuartizadas, diciéndome que era lo que me iba a pasar si no pagaba, y lo peor es que les había pasado una foto de mi INE, con mi dirección. – ¿Descuartizadas? – le preguntó el vago reportero – Si carnal, también me mandaron fotos de fotomontajes con mi cara haciendo cosas pornográficas, y amenazaron con mándaselo a todos mis conocidos …ya sabes para perjudicarme. También me mandaron fotos de mis hijos, y me advertían que sabían en qué escuela estudiaban.
– ¿Y que hiciste? – Marque al 089 y me dijeron qué era un típico caso de los montadeudas, qué en lo que va del año se han multiplicado un 500%. Total qué le van a dar seguimiento a mi caso. Hasta tuve que cambiar de número. – ¿Y ahora qué piensas hacer? –
No creo que me vayan a buscar a mi casa o a mis hijos a la escuela, porque las voces se escuchaban muy chilangas, cómo que es gente de la Ciudad de México, o del centro de la república, pero si te confieso que al principio me asusté bien machín, me daba terror salir a la calle, pues pensaba que iban a cumplir sus amenazas de levantarme y descuartizarme si no pagaba.
Chalío aprendió a la manera difícil, que toda esa publicidad acerca de préstamos rápidos, y sin muchos requisitos, son demasiado buenas para ser verdad. Por eso es muy importante fijarse bien a quien le da uno sus datos personales y no compartir información en aplicaciones como estas.
Ojalá que su problema se solucione pronto. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora