La narrativa sin filtros de Andres Manuel Lopez Obrador suele encender el debate político e interpretarse como una acción disruptiva contra ese anacrónico concepto que se llama “urbanidad política” y de un estado de derecho,que va de quebranto en quebranto.
El viernes, por ejemplo, dio indicaciones a la Secretaría de Seguridad para rechazar cualquier decisión de los jueces cuando absuelva u otorgue ”perdones fast track”, prácticas que en la jerga judicial mexicana se conocen como el clásico “sabadazo”.
El discurso del presidente es siempre provocador, dirigido a su clientela y a desatar la furia de sus enemigos; genera reacciones de condena y desaprobación e incendia las redes sociales y los espacios de los irritados opinadores profesionales.
Logra lo que se propone al final de cuentas, por eso el país está polarizado como nunca, y ya que sus contrarios caen en el garlito, tornan más ríspida la conversación nacional.
Pero entre ambas partes, obradoristas y antiobradoristas, hay una fuerte carga de desmemoria, cinismo y visceralidad, una relación de amor y odio que contrapone a simpatizantes y adversarios del tabasqueño en el foro público.
¿Por qué hablamos de deshonestidad, desmemoria y visceralidad? Porque los abusos de poder han sido y son una constante en la historia política de México, y los presidentes y los gobernadores, siempre utilizaron su autoridad para servir a una élite de incondicionales que no tenían llenadera, y también para ajustar cuentas y vengar agravios.
Unas veces desde el sigilo, otras descaradamente, lo mismo hicieron Presidentes de triste memoria como Salinas de Gortari, Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto que incurrieron en los peores excesos aunque ahora se santigüen y den golpes de pecho.
Y así pasa ahora mismo. Los que ahora protestan coléricos, en otros tiempos no les regatearon aplausos y simularon no visualizar los daños.
Por eso lo que presenciamos ahora es un duelo de vanidades y ambiciones desbocadas y la más contundente prueba de esa visión torcida que divide al país en “buenos” y “malos” son las dos marchas, la del “INE no se toca”, y la que encabezará este domingo Andrés Manuel.
El país vive en medio de una tragicomedia donde unos, los que ya marcharon, ansían recuperar los espacios privilegiados que tuvieron en sus manos por más de ochenta años, y la de hoy, que pretende defender a un gobierno que se auto postula como la “Esperanza de México” y que cuatro años después ha decepcionado a una buena parte de la sociedad mexicana..
Enmedio del encontronazo lo que no dicen las pancartas ni los tuits es que se quiere regresar a los negocios perdidos, a la evasión fiscal multimillonaria y al saqueo de los
recursos y los tesoros de la Nación, o a mantener el control del país mediante la venta de un recetario populista para aliviar las grandes tragedias nacionales: la miseria, la corrupción y la inseguridad. Simplemente presenciamos una colisión de intereses de mafias políticas, más allá del respeto y aplauso que merecen quienes se manifiestan por convicción.
EL FISCAL Y SU CIRCUNSTANCIA
Trepar las escaleras del poder en el aparato legal del país y de Tamaulipas requiere de habilidad y de astucia pero sobre todo, aunque suene mal, de ausencia de escrúpulos.
La antigua Procuraduría de Justicia de la Nación o la misma Procuraduría de Justicia de Tamaulipas fueron reducto de verdaderos rufianes.
Por la antigua PGR desfilaron personajes detestables como Eduardo Medina Mora, Maricela Morales o Jesús Murillo Karam, y a un nivel inferior pero con superpoderes, tipos como Javier Coello Trejo o Tomas Zeron.
En Tamaulipas tuvimos como procuradores a personajes siniestros que convirtieron las fiscalías en un mercado de impunidad y de abusos.
En buena medida muchos de ellos son culpables del entronizamiento de los cárteles delincuenciales y de los días de terror que ha vivido Tamaulipas.,
En 2018, con la llegada a Tamaulipas de Irving Barrios Mojica, un personaje controvertido por los claroscuros de su paso en el servicio público, se creó la Fiscalía General, previa reforma constitucional que le otorgó una autonomía “plena”, así, entrecomillada.
Irving ha sido un personaje polémico y en su desempeño hay omisiones y acciones que desprestigiaron a la institución y a su investidura.
Se prestó o por lo menos cerró los ojos ante maniobras políticas que se sirvieron de la fiscalía como instrumento para someter a adversarios políticos del poderoso en turno o para dar impunidad a sus asociados.
Persecuciones, carpetas con delitos prefabricados, una deliberada ceguera ante los abusos de poder, etcétera. La Fiscalía solapó arbitrariedades totalmente opuestas al espíritu que le dio la autonomía.
Decía un estudio de expertos en jurisprudencia que las fiscalías autónomas se creaban porque el papel de las procuradurías siempre estuvo subordinado al cobro de venganzas para someter a los adversarios de políticos empoderados.
En el 2018, antes de las reformas constitucionales, se discutía la urgencia de dar autonomía a la procuración de justicia.
He aquí algunos de los argumentos: “¿Por qué motivo México requiere fiscalías autónomas y no dependientes del ejecutivo o de cualquier otro poder? Se ha observado que en casos que implican graves violaciones a los derechos humanos, es común ver que las investigaciones penales tienden a ser manipuladas por el poder político para determinar el rumbo de la investigación.
“En un escenario de corrupción y debilidad institucional como el que enfrentamos en México, es difícil concebir que una Fiscalía que no sea autónoma, pueda dar resultados objetivos”. (©Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho)
En el caso de la Fiscalía tamaulipeca hay evidencias de que la autonomía fue utilizada para alimentar esos vicios en vez de desterrarlos, y las últimas reformas del 2022 que le dieron más poder, tienen precisamente un tufo político y mafioso inocultable e indiscutible, contrario al interés público.
Irving sabe bien de los vicios y excesos que arrastra la Fiscalía a su cargo… Y no, no es la autonomía el problema, lo que está mal es el uso perverso que se le ha dado hasta hoy a esa institución que debiera ser contrapeso y garantía de imparcialidad y no un garrote político.
Por lo pronto dos personajes que estuvieron y siguen estando muy cerca de Irving incurrieron en el uso arbitrario de la fiscalia anticorrupción, que en poco tiempo acumuló un negro historial. Sus nombres: el ex fiscal Javier Castro Omachea, un abogado mediocre pero manipulable, premiado con una magistratura, y el titular actual, Raul Ramirez Castañeda, un tipo ambicioso y sin escrúpulos, quienes cometieron los peores excesos. Son los lastres que carga Irving y que ensucian y ponen en entredicho la autonomía de la Fiscalía.
ELECCIÓN QUE NADIE QUIERE
Hace quince días, en un tono modosito, el senador panista Julián Rementería, subió a tribuna para pedir con una cortesía inusual en él, que el monrealista Alejandro Armenta, presidente del senado, abriera el proceso para convocar a la elección extraordinaria donde se elegirá al sustituto del extinto legislador tamaulipeco Faustino López.
Ya la semana antepasada se había declarado vacante el escaño de Faustino y en la agenda del miércoles pasado se incluyó un punto para convocar a la elección. Súbitamente el tema fue retirado de la agenda, se dice que por presiones de las fracciones del PAN y el PRI.
¿Qué hay detrás de esta maniobra? Probablemente dar largas al proceso, tal vez una estrategia para ganar tiempo y estar en condiciones de competir en mejores circunstancias por la senaduría. Rementeria no es tamaulipeco, le importa un bledo si se elige o no senador, pero hay un oscuro motivo detrás de su maniobra.
Tal vez porque en las circunstancias actuales, cuando la agenda del senado incluye temas fundamentales, un voto es estratégico. Pero el INE local insiste: tendrá que realizarse la elección y antes del 15 de diciembre concluye el periodo de sesiones del Senado. ¿Cuándo? Quién sabe…