CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- José Pablo Saldívar desde pequeño su pasión siempre fue el fútbol, desde que conoció la pelota entre los cuatro o cinco años, no se separó de ella y se ha convertido en su más grande amor y pasión por el rectángulo verde y la llamada número cinco.
Con caídas y triunfos, así se forjan a los campeones, y justo eso es lo que ha vivido José Pablo durante los pocos más de nueve años que ha estado en Hidalgo, años en los que han aparecido dudas, llanto, felicidad, pero sobre todo, un gran aprendizaje deportivo y mental.
El camino de Saldivar no ha sido nada fácil, ha sacrificado muchas cosas, sobre todo el no estar cerca de su familia; incluso aunque es su amor, por momentos el fútbol para él, ha sido más sufrir que disfrutar, la distancia, el estar lejos de su casa, amigos, papás, hermanos, todo le dificultó el proceso, pero a la larga, le ha ayudado ser la persona que es.
El inicio de esta historia es curioso pues aunque era un sueño para él, fue muy difícil vivir este proceso. La maduración de Pablo, tuvo que acelerarse por cosas del destino, tras militar en equipos como Road Runners, Titanes, León Praderas, Furia Azul y Pachuca IPSSET, a la edad de 10 años, recibió el llamado que muchos buscan y que pocos lo logran: Los Tuzos lo invitaron a formar parte de sus fuerzas básicas.
“Yo iba a torneos estatales y nacionales, me tocó que me vieran, a mi mamá le pedían los datos, pero fue hasta con el profe Mario Coronado en un torneo en Acapulco, hicieron un torneo de visorias y ahí la invitación ya fue formal, le llamaron y así se dio”, expresó el tamaulipeco.
“Con diez años muchos piensan en jugar sólo por jugar, ir con los juguetes, pelota, lo que sea, pero no en ser profesional, yo tenía esa meta y era una oportunidad que no podía desaprovechar pero nunca me imaginé que fuera tan difícil”, agregó.
LA ETAPA MÁS DIFÍCIL
José Pablo vivió la fase más complicada cuando empezó su aventura en Pachuca, la cual se alargó hasta tres años, momentos que para él, eran los más complicados pues cuando apenas era un niño, tuvo que separarse de sus padres, “uno de chico solo quiere estar con sus papás, cuando me fui sí los extrañaba bastante”.
Las lágrimas casi a diario aparecieron, sobre todo por las noches, “es cuando uno ya está tranquilo y pues se te viene a la mente todo, lloraba mucho”, confesó.
Un día la tristeza y desesperación de la distancia con sus seres queridos fue mucha que hasta tuvo que llamarlos para que fueran por él: “una vez sí me puse intenso, le dije a mi mamá que ya no quería estar allá, que fuera por mi. Llegó, fuimos por mis papeles, yo llorando, me encontraba a entrenadores y me decían que no me fuera o que me esperaban en unas semanas, en el club me dijeron que me daban vacaciones, pero regresara, extrañaba mi familia y me vine a Victoria, iba con la idea de ya no regresar”, pronunció.
Pero los papeles se revirtieron, ya en su casa, Pablo no sabía qué hacer, “me aburría y me ponía a jugar con la pelota extrañaba jugar en Pachuca, me acuerdo que había como que cuadrados en el piso, y me ponía según a hacer los ejercicios de coordinación que me ponían allá, mi mamá me vio una vez y me dijo ‘¿si quieres regresar?’, yo le dije que sí y volví”, manifestó.
El periodo de adaptación fue lo más complicado, incluso le salió su rebeldía y rompió una de las reglas, “escondí un celular en un calcetín, no se podía tener en un cierto tiempo pero lo pude meter, yo era el único que tenía pero había que tener cuidado que no lo vieran los guardias ni los consejeros”, contó.
El victorense en ese momento se convirtió en un ‘héroe sin capa’ para sus compañeros, pues no sólo él era beneficiado con el celular que metió de contrabando, “yo se los prestaba, nos ayudábamos mucho y sabían que tenía -teléfono-, se los daba para que llamaran a sus casas, nos ayudábamos mucho”, señaló.
Justo eso, sus compañeros, fueron sus más grandes respaldos, “uno sí extraña y se pone triste, pero después te das cuenta que no eres el único, que hay más como tú y que son sacrificios que hay que hacer para trascender, eso me ayudó mucho”, dijo.
AMENAZABA CON VOLVER
José Pablo Saldivar García cuenta que hacía de todo porque sus papás fueran por él, incluso llamaba a su mamá para decirle que se iba a ‘matar’, una medida desesperada que optó para llamar la atención.
“Lloraba mucho, gritaba, nada funcionaba -entre risas-, pues fue improvisado cuando salió eso, le decía cosas que ‘nunca la iba a perdonar si me dejaba ahí’, que me iba matar, cosas que la hicieran sentir mal, pero nombre, lo hacía por la desesperación, no tenía pensando hacer nada malo ni pensaba nada malo de ella o mi familia”, declaró.
“Sí me arrepiento de eso, aunque lo decía sin pensarlo; después pensé que sí ellos también sufrían al estar lejos de mí, hacía eso y les iba a dar más preocupaciones, la hice llorar varias veces a mi mamá, ya ahora son anécdotas y nos reímos”, expresó.
SE CENTRÓ A JUGAR
Tuvieron que pasar aproximadamente uno o dos años para que José Pablo se adaptara al 100 por ciento, pasó la etapa más complicada y ya con un poco más de libertad, comenzó a disfrutar todo y trabajar enfocado a trascender pues el talento lo tenia.
“Los primeros tres años fueron los más complicados pero después ya nos daban un poco más de libertad y uno se da cuenta de todo lo que ha hecho tanto tú, como tu familia, no podía desaprovechar la oportunidad de estar allá”, recordó.
“A veces hablamos los compañeros y coincidimos que es cansado, imagina, nueve años aquí, pero ya pensando bien todo, jamás me gustaría dejar el fútbol sin intentar llegar a donde quiero”, declaró.
EMPEZÓ A CRECER
Tras su paso por las categorías Sub-13, Sub-15 y Sub-17, es uno de los jugadores con más proyección en el equipo Sub-20 para el primer equipo.
“He sentido mi paso muy bien por las divisiones de Pachuca, he aprendido mucho, cada división es un ritmo diferentes, me ha tocado jugar y agradezco la oportunidad, se siente bien porque agarras experiencias que te ayudarán”, expuso quien ha sido campeón y subcampeón en diferentes divisiones. Titular en más de 100 partidos en las categorías juveniles.
LA ACTUALIDAD
José Pablo ha tenido un gran año en este 2022, pues aunque aún no ha conseguido debutar en primera división ya huele de cerca el máximo circuito debido a que Guillermo Almada, actualmente entrenador del primer equipo lo promueve mucho al primer equipo.
“La primera vez que me llamaron me enteré por un grupo de Whatsapp en el que me llegó el mensaje que tenía que presentarme, antes me habían dicho que si tenía mis papeles y fue como empecé pretemporada. Ha sido una experiencia muy padre, estar entrenando con el primer equipo te hace crecer y es una experiencia muy buena”.
“Obviamente piensas en que todos los años que estuve acá, en lo que dejé a mi familia, pues están dando sus resultados. Uno a veces quiere estar con su familia, estar en fechas importantes, pero no se puede, pero debes estar concentrado y dar todo por hacer que todo siga valiendo la pena”, añadió.
Para Saldívar lo más complicado ha sido el tema físico ya que con Almada se pide mucha intensidad, “en un entrenamiento él me dijo que tenía que estar apunto para jugar de contención, he trabajado fuerte, si creo que es lo más complicado que vive en el cambio de categoría”, puntualizó.
“Te ayuda mucho que te arropan los jugadores de primera, aparte tú ya conoces a los otros canteranos, te ubican y te ayudan a tu adaptación, Pedro (Pedraza) (otro tamaulipeco), ya lo conocía por mi hermano, ahí empezamos a hablar más, así que si te ayuda mucho”.
SUS METAS Y SUEÑOS
Ya maduro y con la mente firme en llegar a primera división, Pablo tiene la mira puesta en sus más grandes sueños, “pienso en debutar en Pachuca, quiero llegar a la Liga MX, después buscar estar en la Selección Mexicana y jugar en Europa”, expresó.
“Yo me veo en unos años más ya consolidado en el primer equipo, aunque sé que tengo que trabajar para eso, quiero cumplir todas mis metas”.
MANTENER A SU FAMILIA
A través del fútbol, José Pablo no se olvida de sus origines, no olvida a quienes le ayudaron a estar en donde ahora se encuentra, en especial recuerda mucho a sus padres, quienes con una taquería han sacado adelante a sus tres hijos quienes han sido un ejemplo en cada cosa que hacen.
“Yo sigo pensando en que quiero triunfar en el fútbol para poder ayudar a mis papás, que si quieren dejen de trabajar, regresarles algo de lo que me dieron desde chico y hasta la actualidad”.
Asimismo les agradeció a los que siempre estuvieron ahí, y sino fuera por ellos, tal vez no viviría todos los momentos que ha pasado con los Tuzos.
“Siempre me han apoyado, desde chico saben que era mi sueño y nunca me pusieron trabas, trabas me ponían cuando me quería regresar, cuando hacía de todo por volver, me decían que sí estaba bien, pero que acá (Victoria) no iba a poder jugar fútbol, pura escuela, les agradezco a toda mi familia”, finalizó.
Así José Pablo termina de contar una historia que sigue inconclusa, porque esto no tiene fin, seguramente seguirá con la suma de experiencias, de anécdotas y de logros que va a conseguir pues desde pequeño ha sido un aferrado y hasta no conseguir lo que se propone, no se detendrá.
POR DANIEL VÁZQUEZ
EXPRESO-LA RAZÓN