+Carlos Solís Gómez debe incluir a todos los grupos, en su rescate priista
+Diferencias partidistas abonan más al descrédito de los partidos políticos
+Agricultores ya no puede esperar más, pues sus cosechan corren riesgo
La conducción de todo partido político sólo puede alcanzar éxito cuando se ejerce un liderazgo a toda prueba. Es decir, cuando el dirigente partidista en turno tiene como prioridad el fortalecimiento institucional, sin anteponer intereses personales o de grupo que puedan lesionar o fracturar al membrete en su conjunto. De ahí que un dirigente auténtico se distinga por saber practicar una política incluyente, no exclusiva, permitiendo que en la estructura partidista participe cuanta corriente mantenga cierta presencia hacia su interior.
Esto viene a colación porque en los últimos días algunos grupos de interés locales se han enfrascado en luchas estériles por alcanzar más posiciones dentro del nuevo Comité Directivo Estatal (CDE) del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sin tomar en cuenta que su obsesiva actitud, lejos de coadyuvar al fortalecimiento de la institución, provoca fisuras que de no atenderse a tiempo podrían desencadenar mayor encono, divisionismo o agresiones.
Y es aquí, precisamente, donde debe operar la sensibilidad de Carlos Solís Gómez, quien parece estar dispuesto a incluir en su equipo de trabajo a representantes de todos los grupos en aras de fortalecer el organismo de cara a los procesos electorales extraordinario del 2023 y del 2024, pues no quiere adelantar vísperas ni desaprovechar a ninguno de los hombres que anteponen la institucionalidad a la mezquindad unipersonal, aun cuando éstos no sean gente tan estrechamente ligada a él como lo serían otros.
CONFRONTACIÓN OPOSITORA
Contrario a la cohesión que se buscaría entre el priismo estatal, la confrontación de grupos en los membretes albiceleste y del Sol Azteca podría provocar un cisma político de pronóstico reservado. Más por el escándalo que aún escenifican (en el ámbito nacional) Marko Antonio Cortés Mendoza y Jesús Zambrano Grijalva, quienes han puesto al descubierto las complicidades de sus partidos para enfrentar a Movimiento Regeneración Nacional (morena).
El dirigente de ésta, Mario Martín Delgado Carrillo, ante el fracaso de Andrés Manuel López Obrador en su pretendida reforma político-electoral los acusa de chantajistas, desleales, oportunistas, antidemocráticos, nostálgicos de apellidos sexenales, caciques y almas enanas… cuando menos, mientras que el ‘Sistema PAN’ hasta en público ya da en corregir al jefe del Ejecutivo Federal.
Esas confrontaciones se han hecho más notorias con las agresiones de ‘Los Chuchos’ contra López Obrador, quienes de dientes hacia fuera, cual viles simuladores, hoy manifiestan una actitud conciliadora –siendo que de tiempo atrás se avizoraban grandes escándalos por los conflictos causados por ellos mismos y los grupos interpartidistas que dieron en cuestionarlos y exigir su expulsión–, pero no con el ‘Peje’, sino hacia los mismos jerarcas perredistas que (en la actualidad) no comulgan con sus ideas de hacer política. Leer para creer.
CAMPO ABANDONADO
Los diputados priistas bien harían en aprovechar su estancia en el Palacio Legislativo de San Lázaro para promover una iniciativa de reforma en beneficio del campo mexicano, por ser un tema que harto preocupa a los agricultores tamaulipecos.
Incluso, en tribuna, podrían exigir que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Seder) se ponga al corriente con el pago de los subsidios federales que tienen qué ver con los programas ganaderos y agrícolas; y que la reconversión del campo –estimada para alcanzar las 800 mil hectáreas este, tan sólo en Tamaulipas–, no sea el pretexto que dilate la entrega de esos recursos como ha venido ocurriendo en los últimos años.
Sobre el particular, sé que varios diputados han dicho que la grave crisis que enfrenta el campo mexicano de ningún modo podrá aliviarse echándole la culpa a los propios agricultores y/o ganaderos, ni dando todas las facilidades a los productores extranjeros como se contempla en el Tratado de Libre Comercio (T-MEC), sino dejando de lado la crítica malsana como tanto lo acostumbra el titular de esa dependencia, Víctor Manuel Villalobos Arámbula.
Por tanto, no es perdiendo el tiempo buscando culpables de este deplorable fenómeno provocado por el mismo hombre –durante los regímenes priistas, panistas y el morenista–, para dar paso al análisis que permita encontrar soluciones tangibles que contribuyan a recuperar (la mayor) parte de lo perdido, y revisar los términos del acuerdo comercial que ponen en desventaja a los agricultores de este lado del río Bravo ante sus iguales de la Unión Americana y Canadá, cuando menos. Pero esto sólo se lograría habiendo disposición; cuando el objetivo comunitario rebase los intereses personales, de grupo o de partido, y se está convencido de que sólo beneficiando a los que menos tienen es la mejor manera de avanzar juntos para enfrentar la globalización que amenaza con aniquilar el campo mexicano.
Durante los últimos días, una y otra vez, se han escuchado voces que invitan a defender los intereses del sector. Pero son pocas las que plantean cómo y cuándo hacerlo, sin que se piense que sus emisores lo hacen única y exclusivamente para llamar la atención –como lo sugiere Villalobos Arámbula–, buscar los reflectores o simple y llanamente por mera demagogia, como podrían ser los casos de los dirigentes partidistas –de todos los partidos políticos, sin excepción–, que nada coherente plantean al respecto y sí, por el contrario, coinciden en señalar que el campo mexicano no puede esperar más. No sólo porque ya se ha esperado demasiado, casi un siglo, sino porque la crisis que atraviesan la agricultura y ganadería ha activado una verdadera bomba de tiempo.
FALTA OFICIO POLÍTICO
Algunos analistas refieren que el titular de la Seder, una y otra vez ha dejado en evidencia su falta de oficio político. Y más: su carencia de sensibilidad para evitar la confrontación con los agricultores y ganaderos, que tildan su presencia en el gabinete como un acto de provocación, pues éste no descansa en recriminarles no aceptar, como suya, toda la culpa por la crisis que atraviesa el campo mexicano. Cito lo anterior por creer que el secretario federal, con su actitud, se ha adelantado a recibir el rechazo campesino tratando de aminorar los reclamos contra el presidente, quien seguramente vive en carne propia el descontento de los agricultores.
OTROS CULPABLES
De cualquier forma no se puede soslayar que las organizaciones campesinas, durante décadas, han causado serios estragos al sector.
Y cabe recordar que hasta 1970 el tipo de organización social, política y económica que manipulaba a los hombres del campo se ajustaba al corporativismo del PRI, pues no había de otra porque entonces el poder presidencial era omnímodo. Bajo este esquema, precisamente, operaban las confederaciones Nacional Campesina (CNC), Nacional de la Pequeña Propiedad (CNPP), y la Nacional Ganadera (CNG), que para el priismo cumplían métodos de control político y autoritario sobre los ejidatarios y propietarios rurales. Pero todo por servir se acaba, reza un refrán popular, y a fin de no perder control por el descrédito en el que habían caído esos membretes, el mismo PRI – cuando estaba enquistado en el poder–, financió el surgimiento de otros grupos dizque defensores del agrarismo, como la unión General de Obreros y Campesinos Mexicanos (UGOCM), la Confederación Campesina Independiente (CCI), y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). Con tres metas bien marcadas: 1) La regulación del acceso a los recursos naturales; 2) La legitimación de la representación social en las comunidades, los municipios y los estados; y 3) La planeación de la producción agropecuaria mediante el control de precios, la comercialización y la asesoría técnica. Es obvio que el esquema resultó un fiasco, porque fuera de teorías y palabrería barata, en la práctica los campesinos resultaron mayormente explotados y se les utilizó, de entonces a la fecha, como carne de cañón en los procesos electorales, aunque en el último ya repartió su voto.
Caminante no hay camino
Hay en Tamaulipas cerca de 400 mil hectáreas agrícolas que podrían ser devastadas por la sequía que azota al campo tamaulipeco; pero además, miles de semovientes están en riesgo de morir ante la falta de alimento y agua. Esta situación nadie la desconoce.
Pero tampoco ninguna autoridad, federal por supuesto, se ha interesado en involucrarse para ayudar a que los miles de productores agropecuarios salven sus sembradíos o ganado en el ciclo en este ciclo, aun cuando la amenaza de un colapso está latente.
Por eso cobran especial importancia los llamados para que la Federación dé a los agricultores y ganaderos estatales mayores apoyos para aminorar los estragos de la sequía o, de plano, decrete estado de emergencia en toda la entidad, puesto que ese problema se sufre en el norte tanto como aquí en el centro y allá en el sur. Sin embargo, la Comisión Nacional del Agua (CNA) aún no concluye el diagnóstico que serviría de punto de partida para oficialmente declarar zona de desastre a los 43 municipios de la geografía tamaulipeca, por la falta del líquido para regar sembradíos ante la ausencia de lluvias.
Cicuta
Estamos a días de que morena defina los catro nombres de aspirantes a la candidatura senatorial, para enseguida sea levantada una encuetaa fin de definir al abanderado.
Erasmo González Robledo redobla su operación para ser considerado el ‘favorito’, aunque la nomenclatura de morena ya sabe que de ser él, prácticamente se convertiría en una especie de vicegobernador.