La Navidad apenas fue una pequeña tregua en medio del alboroto que perturba a un segmento social reducido, pero que pretende o aspira a ser influyente y gran conocedor del momento político que se vive.
Es la agenda del círculo rojo, un reducto de opinadores profesionales y de políticos que se sienten dueños del mundo y de algunos segmentos de las redes sociales.
Son los habitantes de un metaverso lejano y fantástico que nada tiene que ver con los apuros de los mortales comunes y corrientes, más interesados en sobrevivir en tiempos complicados, y que si acaso utilizan las redes sociales como un dren de sus emociones.
El asunto es que el 19 de febrero tendremos los tamaulipecos una elección que interesa a casi nadie; y que desde mañana, Día de los Inocentes, estaremos en plena campaña política.
Será sin lugar a dudas una jornada incierta porque se teme que muy pocos quieran votar por tres figuras que parecen de ficción porque su carrera política la han realizado atrapados en una reducida cápsula del mundo virtual.
Los candidatos son en realidad materia inerte que no se mueve ni conmueve, aunque los expertos en marketing y los que se alquilan como operadores políticos les vendan fórmulas mágicas que según ellos, posicionarán y harán triunfar a sus incautos clientes en un proceso que no huele ni hiede.
Es una comedia electoral donde, con los vendedores de espejitos prometen meter y dominar en el algoritmo de las redes a tres tipos que se sienten predestinados a ser en el futuro las figuras estelares de la política tamaulipeca.
Por eso los tres cándidos candidatos se promueven como la panacea a la necesidad de votos que sus polarizadas fuerzas políticas requieren para demostrar que tienen el poder y la fuerza suficiente para dominar Tamaulipas.
Lo cierto es que ni el PRIAN, ni Morena ni el Verde tienen posibilidades de alcanzar ni la quinta parte de los votos que los tamaulipecos depositaron en las urnas en junio pasado.
Difícil será lograr una votación masiva, ni siquiera con la resurrección de los viejos alquimistas del siglo XX que hacían aparecer urnas repletas donde no había votado nadie por elemental valemadrisno..
Por más que se autoproclamen como liderazgos reales, ni impulsados por encuestas cuchareadas, por interacciones ficticias de bots alquilados o por actos matraqueros con asistentes prepago, José Ramón Leal, Imelda San Miguel y Manuel Muñoz Cano podrán jalar sufragios.
La explicación es elemental: son políticos de plástico, no son personajes influyentes ni en el mundo inventado del metaverso ni en el estado anímico de los tamaulipecos.
Por primera vez ahora los tres tendrán un acercamiento a la vida real, lejos del mundo virtual en que se han sumergido comprando aplaudidores ficticios mediante gastos millonarios en la contratación de pseudoexpertos ganadores de los premios Ame Award.
Las candidaturas de José Ramón Leal, Manuel Muñoz Cano e Imelda Sanmiguel son el producto de una circunstancia trágica, la muerte del senador Faustino Lopez, y la oferta que harán a los tamaulipecos, además de desafortunada, no despierta ni el ánimo ni el interés ciudadano para acudir a las urnas.
La irrisoria elección únicamente interesa a quienes saben el peso que tiene un voto en el senado ahora que la unidad se resquebraja con la inminente salida de Ricardo Monreal y que la agenda pública está saturada de asuntos estratégicos.
Y los candidatos simplemente y sin pudor alguno la ven como un trampolín al 2024, bajo la lógica un tanto ingenua de que si ganan ahora podrán reelegirse y estar listos para un Tamaulipas 2028, muy distante y aún incierto como para hacer ejercicios futuristas.
Arrinconados en la indiferencia estarán los electores que seguramente se preguntarán: ¿qué ganarán cubriendo ese escaño vacante, qué beneficios les va a redituar?
Y la conclusión es obvia aún para la mente más simple: nada.




