La derrota que sufrió el PAN en la disputa de la gubernatura de Tamaulipas el 2022 fue consecuencia de varios factores, el principal, sin embargo, fue el rechazo del electorado al gobernador Cabeza de Vaca, que la mayoría de los simpatizantes del albiazul callaban, unos por temor a represalias, otros porque se resistían a aceptarlo.
Rechazo que, por cierto, el candidato de los azules, César Verástegui Ostos, se vio en la necesidad de cargar, ya que, a diferencia de lo que hiciera el priista Baltazar Hinojosa Ochoa para quitarse el lastre político de Egidio Torre Cantú, marcó una sana distancia del gobernador, el Truko no se quiso deslindar de su protector y amigo.
Sabía, mejor que nadie, el nativo de Xicoténcatl, que el jefe del ejecutivo estatal eran su fortaleza y debilidad.
Sin el respaldo del mandatario estatal no habría sido candidato, con el respaldo, lamentablemente, los ciudadanos sería visto como empleado al que el gobernador trataría de sentar en la silla estatal para que le sirviera de tapadera y la cubriera las espaldas al término del mandato constitucional.
Esa fue la razón por la que, a pesar de que las encuestas indicaban que el mejor posicionado de los aspirantes del PAN al gobierno de la entidad entre los votantes no era Varástegui, sino el alcalde de Tampico, Chucho Nader, CDV optó por el exsecretario general de gobierno.
Prefirió ex ponerse al riesgo de la derrota que ayudar a llevar al cargo a alguien ajeno al grupo de sus incondicionales.
Para contrarrestar el repudio popular, sin embargo, los operadores electorales al servicio de la causa albiceleste iniciaron una feroz campaña de persecución judicial contra morenistas, incluidos el propio candidato, Américo Villarreal Anaya, y el hijo de este, Américo Villarreal Santiago, pero no le alcanzó para achicar la ventaja que le sacaba AVA, los electores vieron en ella a una maniobra destinada a favorecer al abanderado de la alianza “Va por México”.
Como consecuencia de ese y otros errores y abusos, ahora no solamente el cabecismo se encuentran en desgracia, junto a él también el panismo, que es ha sido la principal víctima política del sexenio pasado, descrédito que ha alcanzado igualmente la imagen de la candidata al senado, Imelda Sanmiguel, quien, lo mismo que Verástegui y el dirigente estatal, Luis René Cantú Galván, lleva asimismo en la frente la marca y el sello cabecista.
Pasada la euforia de las fiestas decembrinas, por otra parte, los candidatos a la elección extraordinaria de la senaduría han intensificado a fondo las campañas proselitistas, en las que, hasta ahora, sobresale la del representante de la 4T, José Ramón Gómez Leal, el más conocido y el favorito de los protagonistas de la competencia.
A través de los spots que se publicitan a diario para promover su imagen y la participación del electorado, el ex coordinador de los programas sociales aparece personalmente invitando a los votantes a que acudan a las urnas a ejercer el sufragio, así como a que le brinden el apoyo para continuar, desde el Senado, con la transformación del país que lleva a cabo el presidente López Obrador.
Imelda, en cambio, lo mismo que Muñoz Cano, no figuran aún en los promocionales, cuando se supone que deberían de haberlo hecho desde el arranque dado que se trata de los menos populares y que, como adversarios al partido que gobierna el Estado, les ayudaría mejorar el posicionamiento.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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