La figura de Ovidio Guzmán López se convirtió solo en un referente visible del narcotráfico en México por su condición de hijo de Joaquín el Chapo Guzmán Loera y por estar a cargo de una parte de la producción y trasiego de fentanilo hacia Estados Unidos. Sin embargo, el problema de la sobredosis de fentanilo no está en México sino dentro del territorio estadounidense.
Arrestar a Ovidio sin desmantelar la estructura productiva de droga ni deshacer el aparato criminal del Cártel de Sinaloa no es más que una decisión simbólica y mediática que no resolverá el problema del narco en México ni disminuirá el flujo de droga de México a Estados Unidos cruzando la frontera gracias a la corrupción de autoridades estadounidenses de todas las agencias de seguridad.
De 2005 a 2021, las evaluaciones de la agencia estadounidense antinarcóticos (DEA por sus siglas en inglés) ha estado reconociendo el crecimiento y fortalecimiento de nueve cárteles mexicanos dentro de Estados Unidos para controlar todas las rutas de contrabando, distribución y venta al menudeo de drogas mortales, sobre todo el fentanilo.
Una reciente investigación del periódico The Washington Post reveló que en Tijuana se encuentra una de las zonas más importantes de producción y contrabando de fentanilo y que domina la distribución al menudeo de esa droga en toda la costa oeste de EU, la de California, donde la hoy vicepresidenta Kamala Harris fracaso con un programa de combate al crimen organizado trasnacional, a partir de la estrategia del presidente Barack Obama en 2011 de reconocer la pérdida del control de seguridad nacional fronterizo por el asentamiento en Estados Unidos de importantes y crecientes células del narcotráfico, no solo en materia de contrabando, sino de lavado de dinero y sobre todo del dominio territorial del Cártel de Sinaloa en alrededor de 40 Estados americanos controlando la venta en las calles.
En este escenario que involucra a un líder criminal menor –aunque importante por el apellido–, el arresto de Ovidio nada significará para modificar la estructura del narcotráfico en México, ni para desmantelar el aparato de distribución y venta del narco mexicano dentro de Estados Unidos, ni menos aún para anunciar alguna ofensiva generalizada para transitar del modelo de pacto el político del Estado mexicano con el narco a una redefinición para combatir de manera frontal e integral el poder del crimen organizado en México que involucra ya a la totalidad de las 32 entidades.
La presión estadounidense sobre México para disminuir el contrabando de fentanilo se simbolizó en la figura de Ovidio y a su impunidad después del fracaso de su arresto de octubre de 2019; pero las autoridades estadounidenses tienen claro, como se estaría revelando en una lectura estratégica de las evaluaciones anuales de la DEA, que el problema de las muertes por sobredosis de fentanilo le corresponde de manera exclusiva a las autoridades americanas, pero que la política antidrogas de la Casa Blanca en las últimas presidencias no involucra nada que tenga que ver con el castigo al consumo, sino que todas las decisiones solo atienden los efectos de salud por las adicciones.
El fentanilo que produce el Cártel de Sinaloa –y que seguirá produciendo sin Ovidio– circula dentro de Estados Unidos debajo de las narices de las autoridades; de querer combatir con seriedad el contrabando de fentanilo y el consumo, las autoridades estadounidenses tienen todos los instrumentos de seguridad para desmantelar a las células de los nueve cárteles del narcotráfico mexicano que tienen el control del tráfico y venta de drogas dentro de Estados Unidos, con las circunstancias agravante de que la DEA tiene perfectamente detectadas las zonas de los estados americanos donde el Cártel de Sinaloa –y también el Jalisco y Los Zetas– dominan el contrabando, la distribución y la venta de drogas en las calles.
El problema del narcotráfico en México y en Estados Unidos radica en la falta de una estrategia integral por parte de los gobiernos de ambas naciones; el Chapo Guzmán y ahora Ovidio están detenidos, pero la estructura criminal del Cártel de Sinaloa sigue funcionando a través de liderazgos sustitutos.
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Política para dummies: La política es el arte de ocultar las realidades.
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Por Carlos Ramírez
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