Con tal de salvar un nombramiento presidencial que se localiza en el escenario estratégico de la sucesión presidencial en Morena para 2024, la UNAM y la Suprema Corte de Justicia han decidido asumir una cuota sistémica de desprestigio por el caso de la alumna Yasmín Esquivel Mossa y el plagio de su tesis de licenciatura que probó de manera fehaciente el periodista y escritor Guillermo Sheridan.
La aparición pública el pasado viernes del rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, a un mes de la revelación noticiosa del plagio no hizo más que seguir hundiendo a la autodenominada máxima casa de estudios en el desprestigio de su proceso de titulación, dejando la sospecha de que no se quiere abrir una caja de Pandora que revelaría una de las peores corruptelas en esa institución de reconocimiento internacional.
Lo peor que puede ocurrir en la comunicación política es convocar a una sesión de información para no informar, puesto que al parecer la intención del rector era solo avisar a la comunidad de directores y organismos de operatividad que las cosas seguirían igual porque el proceso de investigación sería largo, pero cometiendo el error estratégico de abrir el acceso a ese discurso a toda la sociedad que había estado debatiendo el caso Yasmín en las dinámicas y destructivas redes sociales.
Como contexto del escándalo, el rector Graue pareció olvidar que en la UNAM existen facultades e institutos en técnicas del derecho, la comunicación y la ciencia política que pudieron haberlo asesorado y su discurso fue simplemente un texto timorato, elusivo y amañado colocado en los tiempos políticos y mediáticos desde la primera semana de revelación del caso Yasmín y sin control de las consecuencias. En comunicación política estratégica –y de eso se sabe mucho en Palacio Nacional– el modelo teórico del discurso político y de la acción comunicativa tiene que ver con la toma del control de los acontecimientos y con el planteamiento de expectativas que pudieran atenuar la bulla mediática.
Pero tampoco el silencio puede acallar estados de ánimo que en realidad no tienen que ver con la alumna Yasmín ni con la UNAM, sino con el escenario político sucesorio que planteó su designación como ministra de la Corte, a pesar de objeciones referidas a su acercamiento-dependencia de la institución presidencial. En las mañaneras, el presidente López Obrador ha sido muy claro en señalar la intención que llevaban los nombramientos de ministros de la Corte en este sexenio para romper el equilibrio heredado de designaciones de ministros por otros presidentes de la República.
El anterior presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, fue designado en 2009 a propuesta directa del presidente Felipe Calderón, pero con mucha habilidad personal dio el golpe de timón para convertirse en el estratégico ministro presidente de la 4ª-T, con la nada secreta intención de ser nombrado fiscal general de la República para lo que queda del presente sexenio. El estruendoso silencio de la Corte ante el caso de una ministra Yasmín descarga la sospecha de plagio en su título profesional y por tanto toda su credibilidad judicial depende del principio del derecho de la fruta del árbol envenenado, y que la falta de una aplicación de reglas internas del organismo también está deteriorando la credibilidad del Poder Judicial en general con una manzana podrida en su seno, y no de cualquier manzana, sino de una de las once que representan a la Corte. Y el silencio de la nueva ministra presidenta Norma Piña reproduce el estilo dependiente del ministro Zaldívar.
El discurso vacío del rector Graue eludió en la defensa de la institución al negarse a aplicar doctrinas universitarias para defender la calidad académica y con ello seguirá permitiendo el descrédito al proceso de titulación de egresados de la UNAM, en tanto que la Corte también estaría degradando la calidad de sus ministros que están encargados de convertirse en un poder absoluto en materia judicial para defender los derechos de los mexicanos.
El desprestigio de la UNAM y de la Corte aparece de manera regular en las mañaneras como una forma de ir desactivando potenciales espacios de inestabilidad política en los precarios equilibrios político-institucionales en el sistema/régimen/Estado y allana en el camino para una sucesión presidencial morenista sin obstáculos.
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Política para dummies: La política es un juego implacable de suma cero.
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Por Carlos Ramírez
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