VICTORIA, TAM.- Un hombre camina con su pequeño hijo de la mano por una calle de tierra, platicando y riendo.
Se dirigen a un tendajo a la orilla del ejido Calabacillas, municipio de Bustamante.
Al llegar, el hombre saluda a sus amigos y tras una breve plática, el menor que le acompaña empieza a cantar una canción.
Los presentes escuchan admirados al niño que orgulloso demuestra lo mucho que le gustan los corridos.
La escena ocurrió los primeros años de la década de los 80 ‘s, cuando el jefe de familia se tomó un poco de su tiempo para apoyar a uno de sus 11 hijos y que pudiera mostrar su talento.
Al día de hoy, ese pequeño cantor tiene 50 años. A los 17, decidió probar suerte en la capital cueruda, y desde entonces, Ciudad Victoria lo acogió.
Logró acomodarse como cobrador de una mueblería. Se casó y formó una bella familia, a la que dio un hogar, estudios y amor, pero jamás olvidó ese lugar que la música había ganado dentro de su corazón.
Llegó a participar en programas de la televisión local, en concursos de aficionados entonando temas por todos conocidos en la región.
Muchos fueron los que le dijeron “¡cantas muy bien amigo!” Las dificultades económicas lo empujaron a atravesar la frontera, y buscar en los Estados Unidos el sustento para los suyos.
El brinco fue enorme, pues fue a caer hasta la Florida, donde empezó a chambear en un campo de golf. Desde la madrugada cumplía con su obligación de mantener el ‘green’ impecable, y al mismo tiempo cantar a todo pulmón al desempeñar sus labores en ‘ la yarda’.
Volvió a México con un vasto conocimiento en operación de ciertas máquinas agrícolas , y de nuevo emprendió la conquista del sueño americano, pero esta vez con papeles que avalaban su estancia en el país gringo.
Allá, en la planicie del valle de Texas, sus compañeros de jornada lo admiraban por lo bien que el hombre entonaba los corridos de Beto Quintanilla.
Incluso en algunas reuniones y pachangas, los mismos güeros y hasta el ‘bolillo’ que lo contrataba se sorprendían al verlo cantar frente al karaoke sin siquiera leer la letra de las canciones.
No había duda, a Adán, se le daba muy bien eso de la cantada. Tras varios años de ir y venir por temporadas, Adán regresó para quedarse en su amado Tamaulipas.
Sus hijos se convirtieron en adultos y él en abuelo. Sin embargo, la ‘cosquillita’ de la cantada nunca se separó de él, y decidió ir tras su sueño.
Al principio, lo hacía por las propinas, pero poco a poco fue ganando terreno.
Más de una vez, le dieron chance de echarse un ‘palomazo’ y se apoderó del show, entregando una actuación que arrancaba aplausos y gritos de júbilo entre los asistentes.
La suerte estaba echada: Adán pasaría de ser un soñador a un auténtico tigre en el escenario. “Desde niño soñaba con cantar para mucha gente, pero el deber me obligaba a dar prioridad a mi familia” cuenta Adán al Caminante.
“Pero mis hijos ya crecieron he decidido aventarme a cumplir mi sueño a esta edad” relata orgulloso. Adán, ‘El tigre’ cómo lo conocen ahora, forma parte de una agrupación musical, y es el encargado de interpretar los corridos en cada presentación, sin embargo su deseo es encabezar un conjunto norteño para dedicarse al 100% a este género.
Como nunca falta, las voces inspiradas por la envidia tratan de desanimarlo con palabras torcidas o molestas burlas. Pero su gran ilusión de cantar se va cumpliendo poco a poco.
Ya solo falta que alguien lo descubra y lo integre como vocalista oficial, pues el talento, la motivación y el repertorio ya lo tiene.
Incluso, en una reciente presentación, hubo algo que le inspiró a seguir en este difícil camino: -Había terminado de cantar y un asistente me dice ‘hey Tigre, hay alguien que te quiere conocer y dice que si le puedes autografiar el boleto’ yo me sorprendí y rápido dije que sí, y resultó que era un niño con discapacidad, que tenía muchas ganas de conocerme porque a él también le encantan los corridos y le gustaría cantar cuando sea grande – relata Adán. –
¿Y qué sentiste? – le pregunta el Caminante. – Pues se siente bien bonito, es una gran alegría y te da más fuerzas para seguir en esto. Adán ‘El tigre del corrido’ sabe que lograr su objetivo no va a ser fácil, y que el calendario no perdona, pero está decidido a convertirse en un ejemplo de que no importa la edad ni las circunstancias cuando uno se decide a perseguir su sueño, con determinación y disciplina, porque a eso vinimos a esta vida, a vivirla y disfrutar cada minuto como si fuera el último.
Esperemos que pronto algún conjunto norteño se le prenda el foco, y contrate a El Tigre antes de que se lo ganen. Demasiada pata de perro por esta semana.
Por Jorge Zamora