Para aprovechar su visita, el diputado federal del PAN, Gerardo Peña Flores, envió una sentida carta al presidente Andrés Manuel López Obrador.
La intención del ex Secretario General de Gobierno -buena, suponemos- era solicitarle al mandatario que por favor haga algo para solucionar la crisis de migrantes que experimentan sobre todo, los municipios fronterizos.
Quién sabe si se habrá dado cuenta cuando estampó su firma al calce, pero el problema es que el texto, que pretende ser respetuoso y enérgico a la vez, irradia discriminación y algunos de sus conceptos coquetean con el fascismo vil.
El final, por ejemplo: “De manera clara, somos respetuosos del derecho humano del migrante pero siempre primero del derecho humano de los tamaulipecos”
Cualquier estudiante de algún bachillerato de humanidades -quizás hasta de secundaria- sabe bien que la característica principal de los derechos humanos a los que alude el legislador plurinominal, es que son universales.
Es decir, “son aplicables a todas las personas sin distinción alguna. No importa la raza, el color, el sexo, el origen étnico o social, la religión, el idioma, la nacionalidad, la edad, la orientación sexual, la discapacidad o cualquier otra característica distintiva”.
Así lo indican las diversas declaratorias que han firmado todos los Estados democráticos del mundo.
No hace falta, por tanto, distinguir entre los derechos humanos de los migrantes extranjeros, y los de los tamaulipecos.
La autoridad está obligada a respetar y hacer valer los de todos, sin importar si se trata de un residente de la colonia Jardín en Matamoros, o un padre de familia que llegó desde Venezuela buscando cruzar a Estados Unidos.
A lo largo de su misiva, el ex funcionario estatal machaca una y otra vez con la misma idea: antes que atender las necesidades de los migrantes, hay que evitar las molestias que estos puedan ocasionar a la población tamaulipeca.
“Es importante solicitarle que su respaldo sea total a la ciudadanía tamaulipeca que en la vida diaria se ve afectada por las consecuencias que se derivan de los miles de migrantes varados, principalmente en los municipios fronterizos como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo”, dice otro párrafo del texto.
Pero como no se trata solo de cuestionar, habrán pensado sus asesores, Peña ofrece una propuesta para el presidente: “como la creación de un puente aéreo a efecto de poder trasladar a las personas migrantes a su región de origen”.
Lo que sugiere, pues, es una deportación exprés, lo que evidencia que a pesar de ser un diputado residente de la frontera, ignora la situación legal de los miles de migrantes que se encuentran en Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo.
Más del 90% de ellos son venezolanos y haitianos que están en espera de poder cruzar a Estados Unidos de manera legal, por lo tanto no pueden ni deben ser repatriados a sus países de origen.
Es verdad que la presencia de tantos migrantes ha causado serios problemas a las autoridades de diferentes niveles porque no es sencillo atenderlos y salvaguardar su integridad.
También sería ingenuo negar que este fenómeno ha generado tensión en las ciudades fronterizas, porque ahí radican personas que piensan igual que Gerardo Peña y preferirían no tener a los migrantes en sus comunidades.
Pero en honor a la verdad, son muchísimas más las que han mostrado empatía y han tendido la mano, por encima de las molestias que puedan sufrir en su rutina diaria.
Son más, afortunadamente, los que entienden el verdadero valor de los derechos humanos.
Por Miguel Domínguez Flores