Las campañas extraordinarias que se realizan en Tamaulipas simplemente: Ya no prendieron a la raza.
Arrancaron el pasado 28 de diciembre, van un promedio de 30 días, donde el único que ha sobresalido es el gallo Guinda: José Ramón Gómez, pues pareciera que va solo en la contienda.
El “bueno para nada” de Manuel Muñoz Cano no ha logrado hacer ni cosquillas al de Morena.
El abanderado del Partido Verde es como el chiste de la película, pues sus resultados serán muy pobres y de risa.
El verde es solo un partido de “membrete” que no tiene ni raza ni lana para estar movilizando el día de la elección, solo se encomiendan al creador.
Pero ellos no mueven ni un solo dedo para estar logrando acaparar los votos en las urnas el día de la elección.
La candidata azul, Imelda Sanmiguel, quien la verdad solo le ha estorbado el PRI y el PRD, pues son de la chiquillada y quieren todo regalado.
El PAN, después de que hace 7 años, logró ser Gobierno, está a punto de recibir su segundo gran descalabrada, la primera fue cuando perdieron la silla estatal.
Pero en esta ocasión estará recibiendo un “tiro de gracia” al no representar una verdadera opción en la boleta.
La verdad, es que Imelda, no es mala candidata, solo que le tocó “bailar con la más fea” al tener prácticamente todo y a todos en contra .
La zona sur está perdida para ellos y la frontera, también, por lo que está estará quedando medio muerte este partido político después de las próximas elecciones.
Mientras tanto, JR agarra vuelo todos los días y va ganando simpatías, trazando el camino hacia la victoria.
Todos los alcaldes morenos han cerrado filas, los funcionarios federales y estatales para arrasar en este proceso electoral que se avecina.
Estos cuates habrán de buscar mantener su posición en el senado y por eso estar haciendo la chamba.
Ayer arribaron las boletas, pues el día, cada vez se acerca más y más, el próximo 19 de febrero.
Donde los resultados están cantados con anterioridad : Va a ganar Morena.
Podrán salir a votar 2 millones 722 mil tamaulipecos.
Recuerde: ¡No se vale chillar!
POR MARIO ALBERTO PRIETO