Tuvimos la oportunidad de admirar la obra del pintor Ignacio Cazarez, de Bustamante, Tamaulipas, en el Atrio del Centro Cultural Tamaulipas, un display de caballete y escultura, de empuje creativo.
Artista formado en Monterrey, bien arraigado a su tierra de la Sierra Madre que trasfigura sus sueños y fantasías.
El artista en sus procesos de búsqueda y encuentro, arrastra en sus pinceles todo terreno, con el pueblo que lo vio nacer, Bustamante, donde los vientos y el silencio de la agreste montaña en los túneles de las minas abandonadas en la memoria de plata.
Es lo fantástico de lo figurativo de un artista de fortalezas estéticas que expresa juegos, figuraciones decorativas y variaciones de buena factura en la estructura escultórica afinada a sus lienzos.
Me llama la atención el manejo firme de la temática mágica que lo acercan a la pintura del Bosco en “El Jardín de las Delicias” y aleaciones de Remedios Varo y Leonora Carrington en su poética expresiva y surreal. Consolida un adiestrado manejo de la composición, a instantes adulterada por la inclinación al diseño gráfico y de soluciones coloristas.
La pintura acrílica le ofrece tonalidades acuareladas, de solución rápida lo que refleja a un buen dibujante de formas aleatorias con frescura y calidad. Un artista sin duda es una “formación desde las formas” que llevan en su imaginación, valga la redundancia, donde se vertebra el alma de la infancia y ensoñaciones.
Una producción constante, un trabajo hilvanado en el sueño productivo, es poesía de lo concreto que traduce este artista que baja de la montaña a los lares de la sombra. Dice Gaston Bachelard que “no podemos amar el agua, el fuego, o el árbol sin poner en ello nuestra amistad, un amor que se remonta a nuestra infancia”; Poética de la Ensoñación, FCE, Breviarios.
Me gusta repetir una frase que escuche a Alejandro Jodorowski; “En arte o somos hijos de alguien o somos somos unos hijos de la chingada… todos somos hijos de alguien.” Menciono la frase porque se sienten las influencias plásticas y el manejo de estas, a veces gesticulante, caricaturesco, de un ilustrador, que denotan su capacidad y unidad temática dominante.
Me agradaría, y esta es una visión personal, que estas soluciones, con el manejo de la pintura al óleo, transformaría su calidad expositiva. Como también, el empleo de pigmentos acrílicos, que por hoy contemplo opacos.
No demerita su trabajo, lo considero un pintor de mucho fuelle bien integrado, asimilando las corrientes del arte mexicano universal.
Su obra es interesante, que lo distingue de las expresiones variantes del arte contemporáneo de nuestro estado que retoma lo mágico, lo fantástico, desatado de lo figurativo. Un artista de Bustamante, la tierra de mi madre bajo las alas de San Miguel Arcángel.
Es la poética del encuentro de los estados creativos que están en la memoria, el testamento de la infancia, las derivaciones de los sueños, la creación de una poética configurada en el espacio. Estamos ante una obra elocuente, sencilla y de gran calidad plástica.
Con un manejo fino de la ilustración libresca, con alegorías en sus ondulaciones, de expresiones mordaces propias de un plástico observador critico de las formas humanas llevadas a lo fantástico. Su escultura nos habla de un empleo artesanal de la materia, de soluciones técnicas y expresivas de gran aliento.
Le auguro mejores estadios expresivos, la disciplina y capacidad están a la vista en esta muestra del artista que viene de la mágica montaña de Tamaulipas.
Una firme presencia en nuestra plástica del noreste mexicano. Este conjunto de obras que oportunamente pude observar, una grata presencia, estoy convencido que muestras de esta calidad deben contar con más tiempo de exposición. Lo selectivo es necesario, cuando se trata de mostrar lo bueno que tenemos, y el espacio del atrio del CCT, es un foro excelente para los nuevo valores del arte de Tamaulipas.
Ofrecemos una muestra de su trabajo:
POR ALEJANDRO ROSALES LUGO