Al ser apoyado el Plan de Iguala en la villa de Aguayo el 7 de julio de 1821, Tamaulipas comenzó el transcurrir de su vida independiente, conociéndose entonces como provincia de Santander.
Tras la renuncia del último gobernador colonial, José María Echeagaray, el cabildo de Aguayo se constituyó como junta gubernativa, la cual eligió a Antonio Fernández de Córdoba para hacerse cargo del mando de la provincia, ya que él había sido principal promotor del proyecto independentista proclamado por Agustín de Iturbide en Iguala.
A pesar de esa distinción, Fernández de Córdoba declinó el cargo en el teniente coronel Felipe de la Garza, heredero efectivo del poder militar en la provincia.
En lo inmediato, De la Garza desplaza a la junta gubernativa de Aguayo al trasladar de facto la sede del gobierno a la villa de Soto la Marina, su residencia habitual.
Surge el primer conflicto entre grupos políticos Identificados con intereses antagónicos, Felipe de la Garza y Antonio Fernández de Córdoba protagonizan el primer enfrentamiento local entre los grupos políticos del Tamaulipas independiente.
El resultado de tal encono, fue el exilio a que se vio obligado Fernández de Córdoba, para volver a la entidad hasta 1826, apoyado en un pasaporte otorgado por el general de brigada José Joaquín de Herrera, contra los actos de De la Garza, hombre fuerte aún en la política de la entidad.
Felipe de la Garza gobernó como jefe político y comandante militar de la provincia de Santander, la que estaba sujeta formalmente a la diputación que radicaba en la capital del Nuevo Reino de León.
Sujetos a la diputación provincial de Monterrey A la diputación provincial de Monterrey se le autorizó funcionar, siguiendo la línea del movimiento liberal encabezado en la península Ibérica por el general Riego contra la postura despótica de Fernando VII.
Al llegar la noticia a Monterrey a mediados de 1820, el comandante Joaquín de Arredondo, acostumbrado como estaba a ejercer el poder en esta región novohispana sin cortapisa alguna, desconoce lo acordado en España por las nuevas cortes liberales queriendo ganar tiempo para una reacción conservadora, pero ante el fracaso de sus expectativas, finalmente tiene que permitir que se establezca la diputación; sus miembros fueron nombrados en noviembre de 1820, debiendo ejercer sus cargos hasta el siguiente año.
En agosto de 1821, ante el inminente derrumbe del gobierno colonial, Arredondo abandonó México furtivamente, vía San Luis Potosí, para embarcarse en Pueblo Viejo de Tampico hacia Cuba.
El general Gaspar López fue el sucesor de Arredondo y quien recibió de la diputación en Monterrey, los archivos de la misma, al haber concluido el término legal de sus funciones.
Responsable López de instalar a los nuevos miembros de la diputación, elegidos en enero de 1822, decide aplazar la medida, en parte por haberse envuelto en una creciente polémica entre las poblaciones de Saltillo y Monterrey en disputa por la sede de lo que en apariencia sería la máxima autoridad en las Provincias Internas de Oriente.
NUEVO SANTANDER EN BUSCA DE SU PROPIA LEGISLATURA
Paralelamente a la inquietud política que se activó en Monterrey y Saltillo con la disposición del gobierno del país de respetar el modelo institucional de las diputaciones provinciales, en el Nuevo Santander se maduró la idea de constituirse de manera autónoma como una provincia poseedora de su propia diputación.
Para tal efecto en esta provincia se eligió a un cuerpo de diputados, remitiendo enseguida comunicación al gobierno general a fin de que aprobara esta determinación.
Varias circunstancias influyeron para que la solicitud de autonomía planteada por el Nuevo Santander prosperara, destacando la diligente gestión de José Antonio Gutiérrez de Lara, diputado por dicha provincia ante el primer Congreso Nacional.
Detalle fundamental de lo anterior fue la relación personal del diputado novosantanderino con Agustín de Iturbide, proclamado emperador del Imperio Mexicano en 1822.
Expuesta la solicitud novosantanderina en el seno del Congreso, provocó reacción inmediata en el diputado por Nuevo León, Juan Bautista de Arizpe, quien se pronunció por la creación también de diputaciones provinciales en su propia provincia y en las de Coahuila y Texas, aunque poco después dio marcha atrás, opinando que sólo debería autorizarse la diputación ya presente en Monterrey.
Oídas las propuestas de los diputados norteños, el Congreso se inclinó por legalizar las actuaciones de la provincia de Santander, durante las sesiones del 20 y 21 de junio de 1822. Dilatado el cumplimiento del acuerdo, el Congreso nacional ratificó el 7 de octubre de ese año, a través de las comisiones de Constitución y Gobernación, el cumplimiento de los decretos relativos a las Provincias Internas de Oriente, especificándose la recomendación de que se formara en la villa de San Carlos un cuerpo de representantes para una diputación del Nuevo Santander, y otro más, integrado por miembros de las provincias de Nuevo León, Coahuila y Texas, con sede en Monterrey, debiéndose cubrir las vacantes ocasionadas por la separación del antiguo Nuevo Santander con diputados suplentes de las tres provincias.
FELIPE DE LA GARZA EL HOMBRE FUERTE EN SANTANDER
Estando al frente del gobierno local Felipe de la Garza, dio muestras claras de haber adoptado con determinación los postulados federalistas. Una inquietante evidencia de la posición de Garza la recibió el Congreso del país a los pocos días de la coronación de Iturbide como emperador de México, al manifestar que se había violado el sentido de los Tratados de Córdoba y sugiriendo, además, que el futuro se fincara en un sistema de gobierno republicano.
De la Garza igualmente ofreció al Congreso su brazo militar para realizar lo que debería ser la gran empresa política de la nación.
Aunque las opiniones del citado comandante no hicieron eco en el recinto de diputados, llamó poderosamente la atención a los opositores de Iturbide quienes vislumbraron en el militar norteño la chispa que podría activar la explosión contra el imperio.
Acumulados los factores en su contra y los errores políticos que hicieron crisis con la disolución del Congreso, el gobierno de Iturbide aportó razones suficientes para que las inconformidades se expresaran de manera violenta.
Tocó a Felipe de la Garza encabezar el primer pronunciamiento, elevando al emperador una representación desde la villa de Soto la Marina, el 26 de septiembre de 1822, siendo apoyado por los miembros de la diputación, por los electores provinciales, clérigos, oficialidad, tropa y vecinos prominentes.
Resuelto a rechazar con violencia toda injerencia en el anterior Nuevo Santander, Garza quedó declarado fuera de la ley, instrumentando el gobierno de Iturbide un operativo militar para sofocar la oposición armada. Alertado Anastasio Bustamante, comandante de las Provincias Internas de Oriente, el ejército coordinó las acciones de los jefes José Zenón Fernández, Gaspar López, Alejandro Álvarez de Güitían y Mariano Laris, a fin de combatir el origen de la infidencia contra el emperador.
POR MARVIN OSIRIS HUERTA MÁRQUEZ