En los caudalosos veneros bebimos agua, tú también bebiste agua. Agua inmensa, deletreada, correteada por los sembradíos. Te da las gracias el agua de una llave. Te agradece el recipiente de agua, el agua de un botellón cargado al hombro. El agua del mar, del río que siempre va y vuelve.
Que habrá sido de la lluvia aquella de las tarde, de los chiquillos corriendo como lagartijas ganando el paso a los elefantes, escapando de un circo. Del agua sin rompeolas dando en la cara. Del barco, del naufragio, del agua que iba pasando. ¿Qué habría sido de todos sin el agua?
¿Qué habrá sido del lodo que se hizo aquella vez durante un partido en el campo de juego de un solar baldío? ¿Qué fue de aquella lluvia que nos hizo correr entre el monte? Aún estamos aquí. Existe el tráfico de carros, en las calles corre el viento, somos los mismos, aquellos los de entonces, con una botella en las manos.
Agua que has de beber. Despacio se resume el agua en las palabras. Pompas de jabón en las mañanas. El Agua luce sus mejores galas cuando no falta, cuando es una buena noticia para el estiaje, cuando es una nube.
Somos agua. Todo es agua o proviene de ella. Las mujeres hermosas son de agua, el espejo es agua. Nos falta el agua o nos rebosa, bebemos agua, nos vamos por agua, nos hundimos en el agua, se levanta el agua, se evapora el agua.
Hay agua en el hueco de la mano y alcanza los labios, refresca la cara, apaga la garganta. Hay agua camuflada, en la materia prima de la fruta, en la cerveza de una tarde llana y lánguida.
Agua derretida, esfera de vapor cruzando la vida, agua en los labios húmedos de besos, agua consumida por el fuego. Agua detallada en los pronósticos de la climatología.
Agua imaginaria, destrozada, desparramada, mojada en los cuerpos, agua para siempre, agua viva, agua quebrada, doblada hacía adentro. Agua en el vaho sencillo de una ventana. Agua, agua del sediento, esencia, presencia en el viento, recamara en el cielo, nube, cortina de una montaña, persiana húmeda que moja las casas.
Qué habrá sido de la lluvia en el prado llorando sigilosa entre los amplios y verdes matorrales en el campo de flores e higos cerca de una casa.
Qué habrá sido del agua lánguida y triste dejada a propósito en un charco sencillo que se fue secando.
Qué sería del agua, qué de su río, del mar mismo moviéndose en sí mismo, qué sería del río huyendo siempre, de pronto alegre, de pronto sombrío, sin nosotros, sin bulevares, sin puentes, sin escafandra, sin poetas suicidas.
Qué habrá sido del agua derretida por el sol cuando llovía y el sol aún no se había ido y el tiempo fue un tiempo para ver lo acontecido desde la ventana, desde la vía que fue la vida misma.
Llueve de nuevo y hay arroz. Se repone un paraguas. Llueve y sirve el puente para un río ausente . Llueve y hay desasolve y desasosiego de mosquitos anopheles. Un hoyo es aposento de un charco. Una dama de blanco es mojada por la lluvia de un coche.
Yo fui agua en un tiempo, corredero, afluente de líquido derrocado del bebedero, de venero, de suerte de pila, de mar y sol. Fue agua el agua después del agua, antes del lodo y de las lágrimas de una sonrisa.
Qué sería del agua, sobre el agua, sobre los tanques, sobre los estanques, sobre las cubetas, sobre el hueco de un árbol impartiendo su luz transparente, quebrando su agua enajenada, agua regalada, robada, saltimbanqui, agua de nadie.
Agua, sólo agua. Agua tirada, reventada de un globo. Agua sin agua, seca, estero, agua perdida, resumida en el suelo.
Agua paisana, en cada palabra hay agua metafísica, lluvia intensa para ser escrita.
HASTA PRONTO
POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA