El pasado 13 de diciembre, E Edgar Melhem abandonó la dirigencia estatal del PRI y dejó un desmother.
No estuvo más de dos años al frente del partido y ese tiempo solo se dedicó a vender las camionetas como fierro viejo.
Poco les faltó para estar vendiendo hasta el cotorro para hacer negocio y llevarse toda la lana que se pudiera.
Se menciona que de las puras camionetas logró la cantidad del orden de los 8 millones de pesos.
El problema es que se fue y nadie sabe dónde quedó ese dinero, ¿lo habrá dejado en algún “cochinito” enterrado en los patios del partido tricolor del estado?.
Nunca fue transparente, se la pasó derrochando el dinero del partido a diestra y siniestra.
Hay que sentarlo en el “banquillo” de los acusados, para que responda y sino, pues que lo manden al bote.
Además de haber dejado un partido pobre, también totalmente en bancarrota, sin posiciones en las alcaldías y las diputaciones.
Este cuate ha sido el peor que ha estado al frente de este organismo político de Tamaulipas y quien prácticamente se fue por la puerta de atrás.
No le cumplió a los priistas y dejó un partido prácticamente muriéndose.
YA VAN A LLEGAR LAS DESPENSAS ESTATALES
Pronto se estarán entregando las despensas del Gobierno del estado de Tamaulipas en turno y según, Américo Villarreal, estará dando unas súper despensas.
Y de esta manera se buscará apoyar a los sectores más vulnerables de la zona sur de Tamaulipas.
Se estará buscando que este beneficio llegue directamente a las familias que lo necesiten, para que no se dé ningún mal uso.
Para el mes de mayo se estará dando la distribución de cada una de estas despensas que estarán
llegando.
Se dice que estarán bajo la lupa para que no se dé ningún mal uso.
¡POR FIN … DEMOLERÁN!
Finalmente el próximo lunes estarán iniciando los trabajos para que se dé la demolición del puente el roto de Altamira.
Y con esto, además de mejorar la vialidad en esa zona, se hará justicia para evitar las muertos.
Ya es urgente que se concrete después de las de 10 años de impunidad.
Recuerde: ¡No se Vale Chillar!
POR MARIO ALBERTO PRIETO