Al aproximarse el Día del Niño, todos los aspirantes a un cargo público en el 2024, habrán de colgarse de este festejo.
Todo mundo habrá de estar realizando festejos en las colonias y rifando muchos regalos para que se los lleven los chiquitines.
Hay quien se habrá de lucir dando buenas bicicletas y juguetes, pero otros jugarán con los sentimientos de la raza con kits de Cristina la Baratera, ósea obsequios de 10 pesitos.
Y también, uno que otro dará bolsitas de lujo para los niños y otros con surtido rico de puro dulce patito.
Desgraciadamente este festejo solo lo ven, muchos políticos, como un escaparate, no hacen las cosas de corazón, solo de dientes para afuera.
Acuda a los eventos, reciba lo que le dan, pero no sea conformista y detecte a los cuates míseros que solo quieren hacer de ese día su “circo, maroma y teatro” para llamar la atención de la gente y ganar simpatías.
A esos agárrelos a tomatazos y no se le ocurra votar por ellos cuando los vea caminando en las colonias para pedir su voto para alcalde o diputado de la zona metropolitana.
Y por qué no, apláudale a los que en verdad hagan pachangones de lujo en las colonias.
Mientras tanto, los niños sufren de problemas, algunos viven en la pobreza y nadie hace nada para ayudarlos.
Otros no tienen el dinero para poder llegar a la escuela y desde muy pequeños se tienen que poner a trabajar.
Y hay más de tres mil en el estado de Tamaulipas que son huérfanos de la violencia.
Son parte del saldo que ha sufrido nuestro estado y que se quedaron sin papa o sin mamá, y en ocasiones de los dos.
Para ellos un festejo no es suficiente, ni que vaya un payaso a contarle chistes para hacerlos reír 10 minutos.
Han vivido un trago amargo que no han logrado superarlo y tal vez nunca lo hagan.
De vivir en casa con sus papis, ahora radican en un casa hogar, donde su futuro es incierto.
Para ellos su justicia está pendiente desde hace más de 10 años y no ha llegado.
No hay regalo que les habrá de sanar su corazón durante toda su vida, por qué les robaron todo: su tranquilidad, su felicidad y su niñez.
Ojalá que se legisle para poder ayudarlos y mitigar esta pena que los embarga .
Ellos también merecen tener una vida digna y hay que demostrarles que también son importantes para nosotros.
Y de ellos: ¿Quién se acuerda?.
Recuerde: ¡No se vale chillar!
POR MARIO ALBERTO PRIETO