Los partidos políticos de oposición enfrentan diversos dilemas de cara al próximo proceso electoral federal, mismo que iniciará en septiembre, de acuerdo con la ley vigente, pero que, por la vía de los hechos, ya está en marcha.
Bajo condiciones ideales, uno esperaría que los partidos políticos de oposición discutieran y deliberaran sobre qué tipo de plataforma podrían utilizar para competir contra el partido en el gobierno.
Una vez que hubiera un eventual acuerdo, los partidos podrían discutir si participan o no en una coalición. Por último, podrían dedicarse a buscar las mejores candidaturas posibles.
Con la información disponible hasta ahora, todo parece indicar que los partidos de oposición no seguirán esta secuencia lógica.
En vez de ello, es muy probable que primero intentarán elegir una candidatura presidencial y, dependiendo de quién resulte elegido, negociarán los términos precisos de la coalición y su eventual plataforma.
Así las cosas, consideremos, en primer lugar, el dilema de la selección de candidaturas.
Hasta este momento, el Frente Amplio por México, integrado por el PAN, el PRI y el PRD, cuenta con 13 aspirantes registrados en busca de la candidatura presidencial.
Entre ellos destacan Santiago Creel y Xóchitl Gálvez del PAN, Enrique de la Madrid y Beatriz Paredes del PRI, y Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera por parte del PRD.
El Frente planteó un complicado mecanismo que implica recolección y validación de firmas en una plataforma ex profeso, foros, encuestas y una consulta directa entre las y los ciudadanos que se registraron en la plataforma. Si encuestas y consulta coinciden en un mismo perfil ganador, no debería haber mayor problema. Sin embargo, si estos dos mecanismos difieren y podría haber complicaciones.
La dificultad de recabar de manera confiable y transparente, tanto firmas de apoyo como opiniones en una consulta abierta, nos hablan de la muy escasa y limitada experiencia que tienen los partidos políticos para abrir sus procesos de selección de candidaturas a la participación ciudadana.
De hecho, el creciente uso de encuestas para definir candidaturas es otra señal del mismo fenómeno: las cúpulas de los partidos políticos no confían en su propia capacidad de organizar elecciones primarias o internas confiables.
El INE podría ayudar de algún modo en este tipo de esfuerzos, pero como está a la vista de todos, los partidos han decidido ignorar los plazos legales de las precampañas.
Por otro lado, de parte de Movimiento Ciudadano podría considerarse al propio líder del partido, Dante Delgado, al gobernador Samuel García o bien, a Luis Donaldo Colosio.
Entre propios y extraños se especula sobre otra posibilidad más: que algunos de los aspirantes del oficialismo —Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal, por ejemplo—, eventualmente, decidan migrar hacia las filas de algún partido de oposición. Consideremos ahora el dilema de la coalición opositora.
En términos aritméticos y de competitividad electoral, lo ideal sería que todos los partidos de oposición se sumaran en un solo frente.
En sentido contrario, a la coalición oficialista lo que más le conviene sería enfrentar una oposición fragmentada.
Sin embargo, lo cierto es que los líderes de cada partido político decidirán, según sus propios intereses, si ayudan al oficialismo a mantenerse en el poder o bien, si intentan ayudar a conseguir la alternancia o un gobierno dividido.
Por último, consideremos el dilema de la plataforma opositora. En fechas recientes escuchamos a varios aspirantes opositores ostentarse como simpatizantes de izquierdas, progresistas o socialdemócratas.
Esta distinción es curiosa porque, en realidad, es debatible si el gobierno en turno es de izquierda o no. Sea como fuere, es un hecho que una coalición de tan amplio espectro como para incluir a PAN, PRI y PRD debe tener una discusión seria sobre qué le propondrá al electorado frente a un partido popular y dominante como Morena.