Para combatir la pobreza no hay mas que dos caminos… el fácil y populachero, pero que no resuelve el problema de fondo.
El otro camino es el que transforma la vida de las familias y fortalece al país. El camino fácil es el de los programas sociales, -que no resuelven la pobreza-, sino que la administran con sentido político, pues simplemente mantienen a la gente en el ámbito de la sobrevivencia, pero sin permitirle crecer y volverse autosuficiente.
Ese es el temor de los gobiernos populistas y totalitarios como éste: que los beneficiarios algún día dejen de necesitar la ayuda gubernamental y entonces dejen de ser manipulables electoralmente, como hoy sucede en México.
Ese es el conflicto que trae el presidente en contra de la clase media, -aspiracionista-, pero consciente de sus derechos ciudadanos.
Es la clase media la que en la Ciudad de México se rebeló contra la manipulación cuatroteísta, consciente de que la libertad de elección que garantiza la democracia, es su garantía de libertad.
Mantener a una persona durante toda la vida, -sin exigirle ningún esfuerzo-, le convierte en un activo del sistema político y parte del voto duro del partido del presidente de la república.
Bajo esta óptica, la pobreza jamás desaparecerá de México, pues se reprimen los deseos de superación a cambio de sumergirlo en su “zona de confort”, convirtiéndola en una persona conformista y agradecida con el gobierno que “le mantiene”. Ahora, -con los libros de texto rebosantes de ideología-, se pretende la manipulación emocional a partir de la niñez, cuando la mente está dúctil y receptiva al adoctrinamiento.
Es como hipotecar el futuro de México en beneficio de una camarilla de políticos oportunistas. La radicalización de la visión política de la 4T rebasa las expectativas iniciales.
Para mantener el poder son capaces de pasar por encima del “estado de derecho”. Ahora, -en contraste-, vemos que por el camino de la “movilidad social” la gente recibe “oportunidades” de desarrollo para ganar calidad de vida y libertad de elección total y absoluta.
En este contexto, un sistema educativo de calidad es fundamental para forjar una mentalidad independiente, responsable, comprometida con la sociedad y con el país y al final, desarrollar las habilidades necesarias para forjar una persona competitiva en el ámbito laboral y en el del emprendimiento, con lo cual generará calidad de vida para su familia.
Este es el camino que escogieron en los últimos años China, Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Emiratos Árabes, Dubai y otros tantos países que hasta hace pocos años tenían una gran cantidad de su población en la pobreza extrema, y hoy son un modelo de desarrollo y calidad de vida.
China reenfocó su visión socialista hacia la productividad, dejando de lado los dogmas marxistas de antes. Libertad política, social y de estilo de vida, además de libertad de pensamiento, -aún contraria a la de quien gobierna-, así como libertad de expresión absoluta es lo que ofrece la movilidad social.
Este segundo camino, -el de “la movilidad social”-, es el que transitaba México antes de la llegada de la 4T. Es el que, -aunque imperfecto socialmente-, es perfectible en un contexto de libertades.
Este momento en que hoy nos encontramos, es el de la batalla silenciosa que pretende ganar la Cuarta Transformación a partir de la manipulación educativa. Evidentemente, -de tener éxito-, la camarilla socialista mantendría una calidad de vida como si vivieran “en Dinamarca”, mientras “el pueblo bueno” tendría que conformarse con la calidad de vida que hoy tienen en Cuba y Venezuela.
Sin embargo, en una campaña electoral la narrativa que vende no es la que ofrece al ciudadano trabajo y educación, – “que exigen esfuerzo”-, sino la del dinero fácil, que llega a través de los programas sociales, aunque eso signifique vivir siempre al borde de la sobrevivencia y teniendo una deuda emocional que se paga en la temporada de elecciones.
El reto de la oposición para las próximas elecciones del 2024 será desarrollar una narrativa seductora, que neutralice la verborrea populista de la 4T.
Se requiere una narrativa emocionalmente intensa, que convoque a la reconciliación como un modo de erradicar la violencia que asola al país. Sólo una narrativa de alto impacto popular podrá rescatar a México.
EL PAÍS DE LA SIMULACIÓN
México es el país de la simulación. La forma en que se maquilló una evidente precampaña presidencial para promover a las corcholatas de MORENA, es un claro ejemplo de simulación para burlar la ley electoral.
Renombrarla como una campaña para seleccionar a quien encabezará “los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”, es una burla a la legislación electoral, pues todos sabemos, -y ellos mismos reconocen-, que el triunfador de esta campaña será el candidato oficial a la presidencia de la república en 2024.
Hoy en tiempos de la 4T la simulación se practica con cinismo. Por una parte, se habla de valores morales y en paralelo se viola la ley, mofándose de ella, como está sucediendo con el desacato al mandato de la jueza Yadira Medina Alcántara, quien emplazó a la SEP desde el 31 de julio para que detuviese los nuevos libros de texto gratuitos. Abiertamente el presidente López Obrador desde “la mañanera” respondió que la distribución de los libros a las escuelas no se detendrá. El desacato a una orden judicial es un delito.
VIOLENCIA COTIDIANA
La violencia hoy no sólo la origina la delincuencia organizada, sino que está en las calles, y se manifiesta en el ámbito de la vida de pareja, así como en la vida doméstica, -e incluso-, en las agresiones como la del sujeto de edad madura, -apodado Tiburón-, que en San Luis Potosí agredió a un menor de edad de 15 años, -que por vacaciones trabajaba en un Subway-, y lo envió al hospital, sólo por un comentario que no le agradó al agresor. ¿A usted qué le parece?