Hay un movimiento telúrico en Tamaulipas poco observado. Los artistas visuales y los teatreros que trasparentan el árbol de levas de la creación. Autores que intervienen en la vida cultural al margen de las instituciones.
Es así, un despertar de los artistas visuales y la gente de teatro que nos coloca en planos nacionales internacionales. Hasta ahora no se ha sopesado la realidad de este temblor de tierra en el Noreste Mexicano.
Artistas en solitario, con sus propias uñas, mueven el árbol de la vida cultural. Santiago Alatorre es un joven artista plástico, que se integra una camada de creadores que son punta de lanza de la vitalidad . Lo sigo de cerca, y entre la gama de muchachos de talento de nuestro estado brillas con luz propia.
Se conjunta a sus virtudes de pintor ser dueño de una prosa que lo empuja a otras latitudes de la cultura representativa.
Su obra es natural, dueño de habilidades técnicas transformadoras. Un artista contrae obligaciones de afirmaciones técnicas pero más de afinidades creadoras que le permiten mirar al mundo de otra manera.
Parece ser que es muy propio de los artistas mexicanos carecer de una cultura plástica que permite afinar su concepción del arte y la cultura universales. Pero hay los que concilian la creación con el estudio en una confrontación diaria.
El arte de nuestros días, y creo que desde siempre, exigen un conocimiento de la obra que produce y su ubicación en el universo creativo. Esto quiere decir que el artista esta obligado a la información y retomar lo que otros artistas enseñan. No es la copia, es la educación y estudio de las formas simbólicas.
Un artista debe visitar museos, leer, indagar, de lo que hacen otros artistas. Esto implica una visión del mundo. Ningún creador comienza de cero, hay una camino que humedece y seca a las cosas, son los sueños que se impregnan en la noche y amanecen en la tela, el papel, el cuaderno y la partitura.
Gabriel Alatorre pinta para gran pintor y nos ha da muestras de su talento. Encamina bien sus pasos y sus sueños. He escrito que es un neorrealista en tanto que la figura prevalece en sus obras más recientes sin perder la frescura y la inocencia de observar su mundo. Su obra en general tiene mucho del espacio del arte japonés en la que la figuración flota, ya en el viento, ya en el mar con un rico colorido y una primitiva impostación en su pincel, esto es el rayado y superficies de líneas que le imprimen movimiento. Es el color el que anima su pincel y su rostro primitivo en las formas.
Arremete en el gran formato y sus dos fuerzas se entremezclan: pintura y dibujo, impetuoso, apasionado, que hace temblar a nuestro ojos. Expresionismo mezclado con el neorrealismo y su poética, la simbología de los peces, los árboles, poética que propone sin límites. No es la inocencia del artista, es el buen ojo para sentir la realidad, incluso en las variantes de la pintura figurativa, con toques mágicos atados a sus obsesiones.
Me interesa la forma de centrar su trabajo con rigor técnico e imaginativo. Un artista como que hace lo que debían de hacer muchos jóvenes diletantes. Asumir su papel de artistas, su función en el universo creativo.
Entender que el arre es la constancia y el dominio de las técnicas con dominio y educación de la imaginación que no nace por osmosis. Y en todo caso, por osmosis inversa, la capacidad de la autocrítica y resistir los embates de la vanidad y la inestabilidad estética.
La obra de Gabriel Alatorre es una invitación al buen gusto y la asimilación de las propuestas que vienen del realismo y del buen arte abstracto expresionista.
Un artista sin ser mago, puede sacar peces de su manga. A temprana edad aflora su talento y aprehensión de la realidad.
El ejercicio mayor es soportar el peso que rodea las vanidades de creerse todo, porque nada está concluido, apenas empieza y las tareas son cada día más exigentes.
Porque no es fácil modificar, y cambiar, Gabriel Alatorre a encontrado sus medios creativos y los afirma en sus obras de factura reciente, que vislumbra su vena poética, una poesía del neorrealismo, istmo cinematográfico que va bien en la manera de observar su forma y contenido.
Gabriel enriquece el panorama del arte de nuestro territorio con figuras en el norte, centro y sur del estado que
son valores nacionales e internacionales.
Nuestro estado requiere salir de los espejismos de la ignorancia sobre la realidad del arte de Tamaulipas. No se trata de cambiar espejitos por oro.
La valoración de las propuestas estéticas tiene hasta ahora un empuje personalizado, fuera de las instituciones, y más que nada con la fuerza de la imaginación y el empuje de los artistas que vienen. Un buen artista no puede esperar que le caigan las cosas del cielo.
Antes que nada es reforzar la vocación, con el ímpetu y la sabiduría de nuevas experiencias. Ante la ausencia de un programa cultural integrado a nuestra realidad sin observar al primer mundo, será casi imposible avanzar en la frontera de la carne asada parafraseando a José Vasconcelos.
El esplendor de su “Ulises Criollo”. Nuestra mirada es allende fronteras, en un país con convenios internacionales para las cuales nuestro estado debe prepara en la palestra de la cultura y la imaginación.
POR ALEJANDRO ROSALES LUGO