La inmensa ola migratoria mundial de alrededor de 280 millones de seres humanos desplazados está marcando el carácter de este siglo XXI, el mundo vive una dimensión semejante al “movimiento de los pueblos” que en los siglos II y III salió de las estepas de Asia central para arrollar al imperio romano cambiando la faz de la antigua sociedad y crear una nueva cultura. Análogo a ese proceso de amalgama y fusión puede estarse dando hoy en día la configuración en los Estados Unidos de una nueva entidad latinoamericana. Por su parte, en 2023 unos 140 millones de centroamericanos y africanos atravesaron nuestro país con dirección a Estados Unidos tocando sus puertas en busca de esperanza y de sobrevivencia.
Ese gran fenómeno migratorio tiene muchas explicaciones, pero en todas coinciden las condiciones de pobreza y desorden político que se han extendido por todo el globo flagelando con miserias, económicas, sanitarias, educativas y, para colmo, adosadas con la plaga de incontrolable criminalidad y violencia.
Las instituciones financieras internacionales, nacidas de los mismos principios de gobernanza que han llevado a la ruina a algunos países, recomiendan fórmulas convencionales que agravan el mal, tensan los daños y hacen de la emigración la única opción sensata o posible.
En México, la llegada de cientos de grupos de migrantes –muchos de los cuales han desembolsado sus ahorros por escapar de la patria– los hace objeto de abusos, vejaciones y despojos constantes por bandas y mafias locales que gozan de tolerancias e impunidad. Los gobiernos son incapaces de defender a los suyos y las víctimas pasan al olvido.
Los migrantes que se instalan en los parques y avenidas esperando alivio de instituciones publica y privadas de caridad
difícilmente obtienen un trabajo, pese a sus aptitudes. El desperdicio de talento y energía es lo que más se siente. La problemática marejada migratoria podría usarse para reanimar los mecanismos de producción si ocupáramos la fuerza productora encerrada en los contingentes sin provecho para nadie. Es esta receta sencilla la que ofrecería la solución total.
José Medina Mora, presidente de Coparmex, dice que hay más de 1.5 millones de empleos en México abiertos, en espera de ser tomados por mexicanos o migrantes. Se trata de todas las especialidades, desde las más básicas hasta las profesionales que, por diversas razones, no se están ocupando.
Los empresarios de Coparmex están listos para recibir migrantes. Hay posibilidades actuales en nuestro país, incluso
aprovechando el entusiasmo por la moda de nearshoring. La posibilidad de integrarse a las pymes que pueden aprender mucho de esa experiencia es un horizonte prometedor, siempre y cuando se den las condiciones de seguridad, de justicia y Estado de derecho que sí se comprometieron. En el norte de México la necesidad de contratar mano de obra de todo tipo, dado el deseo de relocalizar plantas para acercarse al mercado norteamericano, ha hecho que una mayoría de nuevas inversiones se haya instalado en los estados norteños de México.
En el sur del país también hay necesidad de emplear a migrantes.
La migración es fenómeno actual, expresión del aumento demográfico mundial con la capacidad, por cualquier razón que se quiera atribuir, de ocupar el potencial productor de las estructuras actuales. Las razones de la migración son complejas y de difícil modificación. El resultado neto es la inquietud en todos los niveles sociales del mundo sobre lo inadecuado del sistema liberal de libre empresa. Asoman en el panorama político otros modelos de desarrollo socioeconómico que pretenden adecuarse más a las formas actuales de transformar
los recursos naturales y humanos disponibles para producir los artículos y servicios que necesitamos.
El modelo de libertad de empresa que venimos usando es eficiente en términos económicos. Hay que tener en cuenta que desde su inicio, hace más de dos siglos, se basa en elementos de estricto individualismo que al paso de más de dos siglos favorecieron las inequidades y la concentración de riqueza contra las que hoy día estallan rechazos de quienes se sienten excluidos. Es ese repudio el que provoca la inquietud que es general en todos los países. El incluir a los migrantes en nuestras estructuras de producción será el paso obligado.
Creo que los programas que tenemos que realizar en la próxima administración presidencial para corregir comportamientos y desaciertos que engendran migración son una de las tareas más importantes que nos espera.