Nuestro país está gravemente enfermo. La violencia, las muertes, los desaparecidos son cosa de todos los días, pero más grave aún, es que nuestra sociedad ya se acostumbró a estos hechos y ya ni nos indigna.
Para hacer una referencia, desde que se inició la guerra contra el narco hasta ahora han muerto más personas que en la Revolución. Por muchas menos muertes, la sociedad de Estados Unidos se movilizó para condenar la guerra de Vietnam. Hoy sabemos y aceptamos como un hecho consumado, que no podemos transitar por las carreteras del país porque tenemos el riesgo real de ser asaltados o de plano desaparecer de la faz de la tierra.
Lo ocurrido en Salvatierra el fin de semana pasado debió generar la activa indignación y condena social. La respuesta gubernamental debió generar, además, enojo y coraje; pero no, ya estamos acostumbrados y lo aceptamos sin chistar. Este país no cambiará sin la activa participación de la sociedad civil, sin que la gente presione a quien gobierna y sin que exijamos lo que queremos como país. Somos la rana en el agua hirviendo lentamente y las calamidades se acercan cada vez más a nosotros mismos sin reacción alguna.
2024 es un año importante para presionar a los políticos que aspiran a gobernar y para quitar a aquellos que no han funcionado. Tenemos que entender que los políticos son servidores públicos y no los jefes del país y que su labor es de servicio a la sociedad. Es un año perfecto para replantearnos nuestra relación con el poder y empezar a condenar la violencia para erradicarla con la fuerza de la ley y del Estado. No podemos seguir aceptando parsimoniosamente la muerte de jóvenes inocentes sin una enérgica reacción social. Por esto reitero, México no está sano.
ESTADOS UNIDOS
Otro aspecto relevante de 2024 es el proceso electoral de nuestros vecinos del norte. Como sabemos, hay una alta probabilidad de que Trump se presente a las elecciones, aunque empieza a haber un movimiento del establishment para no permitírselo. No sólo por los juicios y las investigaciones que tiene pendientes con la justicia americana, hay una enmienda constitucional (la décimo cuarta) que se diseñó después de la Guerra Civil para evitar que quien haya atentado contra la constitución pueda presentarse a las elecciones presidenciales. La implementación requiere de un juicio, pero, la semana pasada, la Corte Suprema de Colorado ya emitió una resolución para implementar la enmienda, lo que, en teoría, no permitiría a Trump a presentarse como candidato en ese estado.
Colorado no es el único estado que está en proceso de determinar si la enmienda aplica o no. Estados Unidos es un país de leyes con un sistema jurídico estricto, pero la base electoral de Trump es fuerte y agresiva, por lo que será difícil descalificar a Trump de la contienda sin una reacción potencial de un sector electoral que ya tomó el Capitolio. Será muy interesante ver lo que sucede.
En el otro bando, el presidente Biden se va a presentar para la reelección con 81 años cumplidos y con una serie de lapsus que lo hacen ver frágil en términos de su edad. Llama mucho la atención, al menos a mí, que el partido demócrata carezca de una generación nueva de políticos para contender en las elecciones nacionales, cuestión que el partido republicano sí tiene solucionado.
En el caso de los republicanos, Trump no es el único candidato y Nikki Haley es una estrella en crecimiento que podría, incluso, ganarle a Trump en las primarias. Quizá esto sería lo más sano.
Querido lector, le deseo lo mejor en el siguiente año y espero que pueda descansar en estos días de fiestas, porque el siguiente año será un año muy movido en México y el mundo.
POR LUIS F. LOZANO OLIVARES