FRANCIA.- Siempre ha resultado interesante encontrar información sobre artistas de quienes no sabía que existieron y en esta ocasión refiero a una mujer excepcional quien ha sido considerada como una de las pintoras más influyentes del siglo XIX. Ella es la francesa Rosa Bonheur (Burdeos 1822- Fontainebleau 1899); hija de Raymond Bonheur, un dibujante francés seguidor del sansimonismo, doctrina que combinaba aspectos del cristianismo y del socialismo y promovía la creación de una sociedad más igualitaria, enfatizando el derecho de las mujeres a la educación.
Durante su infancia a Rosa Bonheur le costó mucho trabajo aprender a leer y para ayudarla a memorizar el alfabeto, su madre le impuso la tarea de dibujar un animal por cada letra. Así, la pequeña Rosa desarrolló un talento precoz para el dibujo y un amor especial por la pintura de animales que sería el tema de todas sus obras.
Rosa Bonheur empezó a visitar el Museo de Louvre para ejercitarse copiando las obras ahí expuestas y también solía ir de excursión a la campiña parisina para dibujar escenas de la vida rural. Rosa también visitaba rastros mataderos y ferias de ganado para familiarizarse con la anatomía animal. Desde el inicio los animales fueron su gran interés, especialmente los de las granjas, pero también mascotas y escenas de caza.
Rosa Bonheur era una animalier, es decir una artista especializada en la representación de animales. Buena parte de su obra está dedicada a la vida rural, la ganadería y especialmente la trashumancia. Su estilo realista en sus inicios transitó en los últimos años de su carrera hacia el impresionismo, durante los cuales se dedicó más a pintar animales salvajes.
Entre 1843 y 1844 participó por primera vez en exposiciones de arte en Rouen y en París; en 1848 su participación en la Exposición Anual de la Academia de Bellas Artes de París le premió con una medalla de oro por lo que el gobierno francés le comisionó una obra como encargo oficial, y de donde surge su obra “Arando en Nivernais” pintura que representa un grupo de bueyes arando la tierra en Nivernais, una zona de la Borgoña famosa por su ganado vacuno. Esta obra es todavía hoy una de las más famosas de Rosa Bonheur y fue expuesta en la Exposición Universal de París de 1889; hoy en día esta pintura se encuentra en el Museo de Orsay, en la capital francesa.
Pero además de su arte pictórico, Bonheur se hizo famosa por la libertad con la que vivió su vida personal y sentimental, ya que desde muy joven vivió sin complejos su homosexualidad, algo que, aunque no estaba prohibido no era bien visto en aquella época; en muchos aspectos se comportaba como un hombre a ojos de la sociedad: vestía con pantalones, fumaba puros y le gustaba participar en cacerías, que fueron otro de los grandes temas de sus pinturas.
Cuando tenía 14 años, Rosa Bonheur conoció a Nathalie Micas, una chica de 12 años que también aspiraba a ser pintora y que se convirtió en su pareja. Su relación duró más de cuarenta años, hasta la muerte de Nathalie; después de lo cual Rosa Bonheur tuvo como pareja a la pintora estadounidense Anna Elizabeth Klumpke. Las tres reposan juntas en el cementerio parisino de Père Lachaise.
Como artista Rosa Bonheur logró reconocimientos importantes como la Legión de Honor francesa, que le concedió la propia emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III. A pesar de estos éxitos, su arte fue mejor apreciado en Inglaterra que en su Francia natal, posiblemente porque sus temas encajaban en el gusto victoriano por el mundo rural y en particular por los caballos. Una muestra de la fama que alcanzó, especialmente en el Reino Unido, fue que en 1905 se publicara una gran compilación de arte de mujeres titulado “Mujeres pintoras del mundo, desde la época de Caterina Vigri, 1413-1463, hasta Rosa Bonheur “.
POR CARLOS MARTÍN HERRERA DE LA GARZA
EXPRESO-LA RAZÓN