6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

El amor, una carta de las de antes

CRÓNICAS DE LA CALLE / RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Es increiìble que al sopor insoportable de esta noche y bajo el leve reflejo del faro en el pavimento, el recuerdo me lleve corriendo como el viento, como una carta de las de antes. ¿Queì tan posible será que tuì igual que yo pienses lo mismo? La carta la sellé con mis labios y me aseguré que una paloma mensajera leyera los párrafos.

Debi escribirte que al acontecer del tiempo las bardas cambiaron su color, la palma crecioì y la memoria de los dos teniìa razoìn. La noche sigue su juego interminable de luces artificiales. Y pego mis historias agarradas al olvido y a tu cuerpo en la niebla robusta.

Muchas noches como esta las vivo sin dormir. Mi habitación despoblada no siempre fue esta llena de espectros y fantasmas atormentadores; rumores infinitos y leves por encima de los cuartos de una luna triste.

La ciudad es mi herida abierta, mi encrucijada, mi celada predilecta . Pero eso no importa. No es obsesioìn recordarte. O quieìn sabe. Tu rostro me da en las sombras de la calle que alumbraste.

Por las calles de la ciudad, el paso apresurado destaca en las banquetas.
La precipitada noche se mete a los rincones del mercado y en las cosas que el tiempo guardoì en el recuerdo. Aún te pienso en el cambio de luces del semáforo. Estuviste en todas partes y ahora solamente estas aquí en estas palabras simples que, siendo todo lo que hay, es lo que guardo para declarar ante un Juez que en realidad existes.

Pronto la noche se apodera de los rostros de cuerpos que huyen calle abajo detenidos en el tiempo. Son expertos en artefactos antiguos, palabras vernaculas, bicicletas balonas, salieron de las cantinas, de patios ajenos. Ya conoces tu ciudad, pero te la recuerdo en tus amplias sonrisas y tus flores amarillas.

En esas calles oscuras donde comedidamente enciendo un cigarrillo para distraer al alma de tu ausencia, se vierte necesario dar vuelta a la esquina y desaparecer en esta noche por el sueño más largo.

Mi calle es el punto perfecto, la leal emboscada donde se junta la gente buena a vibrar con el alma junto a una vieja ceiba de la alameda. Voy corriendo por la banqueta y siento venir a mi encuentro con grandes oleadas, y despierto. La calle todaviìa es un largo trecho.

Tu cara de luna sonriente, tus ojos de aurora, palomas del alba, tu ternura disuelta, tu sabia mirada en el graffiti.Te amo como el olor de las azucenas en noches como esta en que camino como un oceìano de tus palabras que extranÞo bastante.

Soy lo que soy mientras te escribo y hago pequenÞos dibujos ilegales, bombas de clicheì, rastros de chavos saliendo de una borrachera, de calles, de un reventoìn en la noche, de un pájaro nocturno aleteando en las cortinas.

Algo que me atrapa, es el gato negro que cruza el blanco certero. No falta a quien me encuentre o que venga a la mente como viene la tarde. La tarde fue como aquella estación de trenes en tus brazos.

El paso se hace largo sobre las hojas de las hojas que escapan del uìltimo invierno. Mi vista aterriza en la escarcha de hojas sueltas a discreción en la orilla del asfalto. Al friìo y al calor, a lo que sea que escapen de aquel pasado, el diìa se aplasta y acaba su suerte de hoja, se vuelve tierra, noche espesa sin estrellas.

Te espereì por anÞos en el armisticio de la ciudad sitiada, en las treguas interrumpidas por un largo silencio, en calma chicha. Te espero abajo de una marquesina de zapatería que es nuestra ciudad. Te he esperado siempre porque sabes a esta tierra, a la cosecha de  flores de girasoles.

HASTA PRONTO

POR RIGOBERTO HERNÁNDEZ GUEVARA

Facebook
Twitter
WhatsApp

DESTACADAS