La escasez de agua en México se ha convertido en un problema económico de proporciones significativas, ya que está generando impactos en diversos sectores. De acuerdo con el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), la sequía en la Ciudad de México (CDMX) ya está afectando la actividad económica del sector de servicios, lo cual podría tener posibles consecuencias negativas en la inflación y en actividades clave, como la agricultura y la construcción.
Pero, ¿por qué esta situación en la CDMX preocupa? Resulta que CDMX y el Estado de México, representan en conjunto 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Así que la escasez de agua obliga a diversos negocios, como restaurantes y panaderías, a detener sus operaciones durante horas.
Este fenómeno va a intensificarse con la temporada de sequía, lo que representa un riesgo real para la dinámica de crecimiento económico en la región, puesto que la interrupción de actividades comerciales no solo afecta a los negocios directamente involucrados, sino que también tiene repercusiones en la cadena de suministro y en la capacidad de generación de ingresos.
Además, la escasez de agua puede tener un impacto directo en la inflación. La falta de este recurso vital, que es transversal a todas las ramas de la economía, presiona los costos de producción y, en última instancia, se traduce en aumentos de precios que afectan el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Este escenario lleva a replantear las expectativas de crecimiento económico y de las tasas de interés, ya que el Banco de México se enfrenta a riesgos adicionales que podrían limitar su capacidad para reducir las tasas en el corto plazo.
La situación se torna aún más preocupante cuando se considera el panorama a nivel nacional. Datos del Monitor de Sequía de México, dependiente de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), indican un aumento alarmante en la sequía excepcional en estados como Sonora, Chihuahua, Durango, San Luis Potosí, Sinaloa y Guanajuato. En el centro y occidente de México, se observa un incremento en la sequía severa a extrema. La gravedad de la situación se refleja en que 61.59 por ciento del territorio nacional enfrenta algún grado de sequía, representando un aumento significativo respecto al cierre de 2023.
Seis estados, entre ellos la Ciudad de México, Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro y Sinaloa, enfrentan sequía que afecta el 100 por ciento de su territorio. Este dato resalta la urgencia de abordar la crisis hídrica de manera integral y coordinada a nivel nacional. La falta de agua no solo amenaza la seguridad alimentaria y la estabilidad económica, sino que también pone de manifiesto la necesidad de repensar la gestión del agua, la infraestructura y las políticas relacionadas con este recurso vital.
Ante este panorama, el IMEF estima que la economía mexicana crecerá un 2.4 por ciento en 2024. Sin embargo, esta proyección no incorpora aún los impactos generados por las sequías y la escasez de agua. Las expectativas de inflación se han elevado de 4.0 por ciento a 4.2 por ciento para el cierre de año, reflejando los riesgos que enfrentan los precios. Las decisiones futuras del Banco de México en materia de tasas de interés dependerán, en parte, de cómo evolucione la situación del agua y su impacto en la economía.
En conclusión, la economía del agua en México está en una encrucijada crítica. La escasez de este recurso vital no solo afecta la disponibilidad para el consumo humano, sino que también desencadena una serie de efectos dominó que abarcan desde la producción de alimentos hasta la inflación y las decisiones de política monetaria. Abordar estos desafíos requiere una respuesta integral que involucre a los sectores público y privado, así como medidas a largo plazo para garantizar la sostenibilidad y resiliencia frente a las crecientes presiones sobre los recursos hídricos del país.
POR ANGÉLICA GONZÁLEZ