Del primer debate entre candidatos presidenciales, a celebrarse el día siete de mes que cursamos, la población mexicana de ningún modo pretende encontrar en la boca de esos políticos resultados mágicos, pero sí un mensaje coherente que evidencie compromisos y el conocimiento acerca de lo que éstos ofertan como solución a tanta problemática.
Me explico: si se trata de combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada, lo más indicado es que digan cómo planean hacerlo, pues no basta con echarle la culpa a otras instancias ni anunciar ajustes de personal en las dependencias encargadas o modificaciones orgánicas, sino de ir al fondo de estos asuntos que se han convertido en un fenómeno estructural y amenaza la tranquilidad familiar, tanto en la zona fronteriza del norte como en el centro y sur del país, al tiempo que riega miles de cadáveres en toda la geografía nacional y mantiene aterrorizada a la población.
Por tanto, el reclamo ciudadano es vigente y válido, en virtud a que transcurren gobiernos y las asignaturas pendientes se han convertido en un círculo vicioso, dada la incapacidad de los políticos que justifican su ineficacia arguyendo no haber tenido tiempo suficiente para concretarlas; aunque también es entendible que la población se sienta agraviada y exija algo más que la buena y noble voluntad del próximo presidente para paliar los asuntos de interés nacional.
Merced a lo anterior, el cuestionamiento es elemental:
¿Por qué la gente tiene que creerle a tal o cuál candidato presidencial, si en más de una ocasión ha escuchado brillantes piezas oratorias sobre la problemática que sufre y al respecto, en el mejor de los escenarios, poco se le resuelve?
En domingo próximo el debate tiende a violentarse por la actitud de confrontación que muestran los candidatos Claudia Sheinbaum Pardo, de la coalición ‘Sigamos haciendo historia’; Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, por parte de la alianza ‘Fuerza y corazón por México’; y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano (MC).
Hasta donde sé, los equipos de campaña han iniciado ensayos en los feudos de los candidatos, a fin de que estos lleguen a la sede del Instituto Nacional Electoral (INE) con las pilas bien cargadas.
Durante dos horas los candidatos abordarán temas relacionados con educación, salud, transparencia, combate a la corrupción, no discriminación y grupos vulnerables, y violencia contra las mujeres.
¿De qué cuero saldrán más correas?
Candidatos no convencen
Un grupo de analistas y líderes de opinión coincide en observar que los candidatos a diputados federales no han logrado penetrar exitosamente en el ánimo ciudadano y sí, por el contrario, empiezan a generar hartazgo y exhiben bajo nivel de competencia.
Esto ocurre porque los abanderados, sus asesores ‘sabelotodo’, los panegiristas que los acompañan y uno que otro aprendiz de político, han sustituido al debate y al razonamiento por el pleito estéril.
A la menor provocación los corifeos se lanzan a la yugular del adversario –con todo–, sin que les importe que los ojos de la ciudadanía estén puestos en ellos ni que sus riñas motiven la crítica fundamentada de los medios de comunicación masiva que, ante lo insulso de las ofertas, optan por destacar otros temas casi igual de intrascendentes.
Todos sabemos cuáles son los problemas centrales que aquejan a la población.
De ahí que el mensaje de quienes aspiran arribar al Palacio Legislativo de San Lázaro todavía no aporte mucho, aun cuando en sus parcas visitas al territorio que pretendan representar, en entrevistas de prensa o en su perorata cotidiana saquen a relucir la trillada letanía: empleo y seguridad; justicia y educación; un sinnúmero de apoyos, aumentos, disminuciones, becas y hasta la creación de instituciones, tanto como la edificación de grandes proyectos que conviertan a México en un país del primer mundo.
Así, lo que ve, lee y escucha el elector, en todo caso, no pasa de ser un catálogo de buenas intenciones, cuya diferencia entre uno y otro prospecto lo marca el énfasis que cada cual aplica a su discurso.
El problema del bajo perfil que registra su proselitismo no se da porque los contendientes expongan las necesidades de los segmentos poblacionales que habitan en los ocho distritos electorales federales de la geografía tamaulipeca, sino por la manera ambigua en que plantean superar dichas carencias y rezagos.
Es decir, no exponen con claridad cuáles son sus estrategias específicas, partiendo de lo que hasta ahora se ha realizado y dejado de hacer.
Esto es lo que podría distinguir a un proyecto de otro.
Y es lo que se observa desde hace un mes, al iniciar las campañas.
Por Juan Sánchez Mendoza
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