CIUDAD VICTORIA, TAM.- El reloj en el monitor marcaba unos tantos minutos después de la medianoche y el Caminante empezó a guardar sus ‘chivas’ en la mochila, pues la jornada de trabajo había llegado a su fin, aquel sabadito. Como cada madrugada, se alistó para regresar a casa en su bicicleta “Sarajuana” y recorrer esos 7 kilómetros que separan su hogar de su centro de trabajo.
Eligió una lista de canciones ochenteras y tras colocarse sus audífonos y encender las luces de su bici, emprendió su camino con el fresco de la noche. La penumbra del eje vial, iluminado por la luz de la luna y unas cuantas lámparas (algunos tramos son realmente oscuros) y el hedor de las fugas de aguas negras se combinan para crear una estampa urbana de la que solo los desmadrugados y uno que otro borrachín son testigos.
Pedaleaba el Caminante con vigor, entre pensamientos sueltos y uno que otro pujido, cuando divisó los destellos de la torreta de una patrulla de la Guardia Estatal, en el cruce de Eje Vial y calle Matamoros, obstruyendo parcialmente los carriles que corren de norte a sur.
El vago reportero continuó su camino y al llegar a ese crucero atravesó el camellón para cambiarse a los carriles sur-norte. Junto al vehículo policial había tres uniformados sujetando a un adolescente y a un joven de alrededor de 20 años.
Por instinto, el Caminante al avanzar volteó la vista y siguió por unos segundos la detención que realizaban los agentes. Sin afán de intervenir, prosiguió su camino pedaleando su bicicleta. Había avanzado unos 300 metros, cuando a la altura de ‘el desnivel’ escuchó el chirriar de llantas frenando.
En los carriles contrarios, la misma patrulla que había visto calles atrás, lo había seguido con las luces y la torreta apagada.
En la caja estaban los jóvenes que detuvieron minutos antes. Dos elementos de la Estatal descendieron de la unidad y se acercaron a paso veloz hacia el periodista. El Caminante, seguro de sí, se detuvo y se quitó los audífonos, y de paso tomó su celular, activando la grabación en video, pero sin apuntar hacia los policías. – ¿Pa’ dónde vas? – preguntó uno de los uniformados.
– Para allá – respondió el Caminante señalando hacia el sur. – Por eso, pero ¿para dónde o de qué estás huyendo o qué? – intervino el otro. – De nada – dijo el vago reportero. – ¿Qué traes en la mochila? a ver ábrela – ordenó el uniformado. – Disculpe oficial pero no la puedo abrir. – ¿Como chingados que no? esta es una revisión de rutina. – Uy no amigo, las revisiones de rutina no están permitidas en este país desde hace muchos años. – ¿Te vas a poner al pedo? ¿qué traes en la mochila? ¿mugrero? ¿crico? – Nada de eso. – ¿Entonces porque le haces a la mamada? el que nada debe nada teme – dijo el agente jalando la mochila, pero el Caminante no la soltó. – ¿De dónde vienes? ¿de La Libertad? – No tengo por qué decirle de dónde vengo oficial, pero le voy a decir, vengo de mi trabajo y voy para mi casa.
– ¿A estas horas? ¿pues dónde trabajas? El Caminante procura nunca decirle a los policías que trabaja en un periódico, pues luego lo acusan que intenta zafarse “charoleando” y solo en situaciones como ésta se identifica. – Trabajo en Periódico Expreso y esta es mi hora de salida.
Al escuchar esto los uniformados se miraron entre sí. – A ver muéstranos tu credencial a ver si es cierto y también tu ‘INE’ – fue entonces que el vago reportero se hartó.
– Mire oficial, para empezar usted no me puede detener así al azar, a menos que esté cometiendo alguna infracción o delito en flagrancia y en segundo lugar no me puede requerir ningún documento.
– Se equivoca joven, yo soy la autoridad – dijo el agente poniendo la mano sobre el arma de cargo. – Se equivoca usted oficial, usted es un representante de la autoridad, sólo un juez y un ministerio público son autoridad, y de acuerdo a los artículos 11 y 16 de la Constitución, usted no puede impedir mi libre tránsito o hacer actos de molestia en mi persona, propiedades o documentos.
– Ah mira pues qué ¿eres abogado? – No necesito ser abogado para conocer mis derechos. En ese momento la patrulla avanzó y dio vuelta en el retorno frente a Grand Estación y se detuvo frente al Caminante y los policías. – ¿Se está poniendo al pedo o qué? ¡Trépalo por alterar el orden! – Dice que trabaja en el Expreso – dijo el policía.
– No estoy alterando el orden oficial, solo estoy aclarando lo que pasa – dijo el Caminante alzando el celular para mostrarles que había estado grabando la situación.
El que conducía la patrulla hizo un ademán y los otros dos soltaron al Caminante, subieron a la unidad y se fueron. Así las cosas con los que están a cargo de nuestra “seguridad”. Demasiada pata de perro por esta semana.
POR JORGE ZAMORA