Pese a que no tenía idea de si se trataba de una joya cinematográfica o un filme de mala calidad, cuando me enteré de la exhibición de “El Mundo de Suzie Wong” no dudé ni un momento acudir a presenciarla.
Fue suficiente saber que era una película protagonizada por William Holden y Nancy Kwan, que había sido filmada en el puerto de Hong Kong y mi fascinación por las costumbres, la cultura, las tradiciones y el mundo del gigante asiático.
Basada en un libro del mismo nombre de Richard Mason que salió a la luz pública en 1957 y dirigida por Richard Quine, relata la historia de un hombre de negocios inglés, Roberto Lomax (William Holden), que se retira y decide refugiarse en su verdadera vocación, el arte.
En Hong Kong el pintor de 40 años contrata como modelo a una bella prostituta llamada Suzie Wong (Nancy Kwan) de la que termina enamorándose, relación que genera una bella, pero complicada historia de amor a causa de la diferencia de edades, pero sobre todo de clases sociales.
Él era un profesionista ilustrado, ella, en cambio, una mujer hermosa, pero impreparada, nada que el verdadero sentimiento afectivo no pudiera superar.
Ver a Nancy Kwan a los veinte años, su candidez, me dejó recuerdos imborrables y no puedo evitar la nostalgia cuando vuelvo a ver la cinta que se estrenó en México el 21 de septiembre de 1961, hace 63 años, y a la señora Kwan, ahora una linda y maravillosa octogenaria.
A la distancia, el bullicio de los barrios pobres hongkoneses, los prostíbulos, los mercados callejeros y el hacinamiento que exhiben las locaciones del rodaje, no solo me conmueven, al mismo tiempo me enseñan que es tal la rapidez con la que transcurren los años que uno no puede percibirlo hasta que ya pasó.
También me hacen revivir los días en los que era inmensamente feliz, pero no lo sabía, porque cuando era joven me sentía eterno, olvidaba que soy mortal y solo cuando, súbitamente, el tiempo se me vino encima experimenté que, como todos los humanos, tenía fecha de caducidad.
Pero sobre todo a tener conciencia del valor inapreciable del tiempo, que, ahora que ya no puedo darme el lujo de malbaratar la agenda cotidiana, saboreo hasta los pequeños instantes, como tomar una taza de café mientras platico con los amigos o ver a mis semejantes caminando, quizá, sin reparar en que al volver la vista atrás ya estarán, como yo, en la recta final.
Suzie ejercía la prostitución para sostener a un pequeño hijo que vivía, como ella, en un suburbio indigente, que muere en forma trágica y que, sin otra razón para vivir, se aferra al amor de Lomax que la ampara y la protege.
Un drama romántico distribuido por Paramount Pictures, que me dejó, quizá igual que a muchos otros miembros de mi generación, una evocación inolvidable.
POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
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