Con el tema de la reforma judicial que está en marcha, la cual ha sido aprobada por los diputados y ahora corresponderá a los senadores hacer lo propio, se ha presentado una enorme polarización en cuanto a los efectos que esta ha generado sobre la economía en los mercados internacionales y sobre la inversión en la creación de nuevos negocios en el país. Esta idea se refuerza con la depreciación del peso, la cual ha alcanzado ya 20 pesos por dólar, lo que se ha vuelto una preocupación para los empresarios que importan sus insumos.
Sin embargo, la lectura que se hace no es del todo correcta, dado que los efectos de depreciación en el tipo de cambio tienen su origen en diferentes situaciones y no solamente con lo que pase con la política interna.
La depreciación de la moneda nacional se dio de manera abrupta desde los resultados electorales del 2 de junio, debido a que dichos resultados favorecían de forma destacada al partido político que gobierna el país, de tal manera que no solo se habían ganado la totalidad de los estados, sino que también se había ganado la mayoría de las diputaciones y senadurías, lo que significaba el control político del ejecutivo y el legislativo. Además, con las mayorías de las entidades ganadas, se pueden hacer cambios sustanciales en la Constitución.
Es precisamente después de las elecciones que se presenta un escenario de incertidumbre para los mercados. Particularmente, fundado en las decisiones de política económica que se han presentado en este sexenio, las cuales han favorecido a la clase obrera y a los grupos de la población más vulnerables. Y, en el terreno de los sectores productivos, son pocos los programas que operan.
Ante una visión económica focalizada principalmente hacia la izquierda, la preocupación del sector empresarial se funda sobre el tipo de decisiones que se tomen, podrían seguir en esa misma ruta afectando la rentabilidad de los negocios. Por ejemplo, podría haber incrementos más altos a los salarios mínimos, crear nuevos impuestos, modificar jornadas de trabajo, promover cambios en las aportaciones empresariales, entre otros cambios que podrían ver riesgosos los inversionistas. Cualquiera de esas propuestas podría trascender, tomando en cuenta la composición del actual congreso, y es esto lo que precisamente ve riesgoso el sector empresarial.
La presidenta electa ha enviado señales de confianza, como mantener al secretario de Hacienda y a otros funcionarios que podrían representar una visión de política económica de centro.
Ahora bien, hay otros factores que también impactan la incertidumbre, como lo es la posibilidad de recesión en los Estados Unidos y el aumento de tasas de interés en Asia. Por ello, lo más importante ahora es mandar un mensaje de confianza del próximo gobierno federal, donde se establezca que impulsará una política económica responsable que oriente en generar crecimiento económico bajo un modelo más equitativo para todos los agentes económicos. Usted ¿qué piensa?
POR JORGE ALBERTO PÉREZ